Lo que no vale para ti, sí vale para mí y otras estupideces del día
Lo que no vale para ti, sí vale para mí y otras estupideces del día: ese fue el discurso de Mariano Bonilla en la sesión de investidura del parlamento andaluz.
Dicho de otro modo, anunciar a bombo y platillo que han conseguido acceder a la presidencia, y gobierno de La Junta, con un pacto a tres, legítimamente, mientras se deslegitima que se esté gobernando en el conjunto de la nación por un pacto contra el gobierno anterior, llamando al presidente del gobierno okupa y otras lindezas, es el colmo de la hipocresía. Pero los medios de comunicación afines lo vitorearán y aplaudirán hasta despellejarse las manos, porque la idiotez tiene sus seguidores y sus palmeros, como se ha demostrado en repetidas ocasiones. Una suerte de población aborregada se convertirá en seguidista de ese jolgorio.
Por lo demás, el discurso de Bonilla lo podría haber pronunciado usted o yo, o el primero que encuentre usted que pase por la calle. Decir que se ha producido el gobierno del cambio y poner de vuelta y media a Susana Díaz, debe de tener mucho mérito, pero busquen ustedes dónde se halla, porque yo hasta la fecha no lo encuentro y les prometo que lo he intentado. Prometer es fácil: solucionar el paro, poner a Andalucía en su sitio (esto lo dicen siempre todos, se ve que el sitio está difícil de encontrar), todo eso queda muy lindo, que dirían allende los mares, pero además hay que decir cómo se va a hacer, porque como he dicho, decirlo lo puede decir cualquiera.
En lo que respecta a la corrupción, pues, señores, tiene bemoles que el representante del partido más corrupto de Europa, definido por los jueces de este país como organización criminal, diga públicamente en una tribuna que va a luchar contra la corrupción: ¡empiece usted dentro de su partido!, ¿no le parece?
Pero lo más gracioso del discurso es que un individuo que ha pactado con la extrema derecha – que no cree en los valores de la Democracia – diga con solemnidad que se va a dedicar a regenerar la Democracia. Permítanme que me parta la caja.
Para terminar voy a citar unos versos de una de las canciones de Serrat que se les puede aplicar, perfectamente:
Si no fueran tan dañinos darían lástima
Si no fueran tan temibles nos darían risa
Víctor Chamzo
Artículo publicado en Alcantarilla Social