FeijÓO9 . Así, al más puro estilo 007, los ideólogos de campaña presentaron a este hombre gris —un tecnócrata clásico— como la persona capaz de desalojar a los intrusos del PSdeG y del BNG , que la legislatura anterior habían ocupado el megacomplejo compostelano de San Caetano . La sede del Gobierno gallego.
13 años más tarde, Feijóo regresa a Madrid —donde ya fue director general del Insalud y de Correos— aclamado como nuevo presidente del PP después de un episodio siniestro, con espías en medio, que ha puesto fin, abruptamente, a la presidencia de Pablo Casado .
Feijóo abandona la Xunta para tomar las riendas de un partido en crisis, dañado por una guerra fratricida y por la inflación de egos en la Comunidad de Madrid, donde Isabel Díaz Ayuso y su asesor de cabecera, Miguel Ángel Rodríguez , cotizan en el alza como los barriles de petróleo.
Galicia, Galicia, Galicia , fue el último lema de campaña de Núñez Feijóo, en julio de 2020. Otra fusión. En este caso, la de su persona y el país que ha gobernado con cuatro mayorías absolutas , una fórmula en riesgo de extinción en el resto del Estado pero que en Galicia, sin embargo, mantiene un índice de reproducción extraordinario.
Como tantos otros emigrantes, Feijóo abandona su amada Galicia. Le dice adiós a pesar de haberle prometido fidelidad infinita de forma reiterada. Por ejemplo, en junio de 2018, cuando renunció a participar en la carrera sucesoria de Mariano Rajoy . No quería competir con Soraya Sáenz de Santamaría y su enemiga íntima María Dolores de Cospedal , que ya habían manifestado su deseo de optar por ella.
«Si le hubieran dejado el camino expedido, como se lo ha encontrado ahora, se habría presentado a aquellas primarias» , asegura el politólogo Xosé Luis Barreiro . «No quería enfrentarse al poder burocrático del PP ni aparecer como el tercero en discordia», dice.
Barreiro conoce bien las interioridades de la derecha gallega. Fue vicepresidente de la Xunta con Alianza Popular entre 1983 y 1987, más tarde se integró en Coalición Galega ya continuación se dedicó a la docencia universitaria como profesor de ciencia política en las facultades de Vigo y Santiago. Con Feijóo se ha reenamorado del PP gallego, o al menos eso parece.
«A Feijóo, yo le pondría un notable alto, pero el pueblo gallego le ha puesto una nota aún más alta» , comenta. Barreiro opina que ha gobernado «con comodidad» gracias a una oposición que «no ha logrado construir un frente creíble».
El escritor Suso de Toro también piensa que Feijóo habría topado mucho antes, si lo hubiera tenido todo de cara. No sólo eso, sino que sostiene que su paso por Galicia ha sido «un desvío en su camino de taladro calculador» .
Le han molestado, en especial, las declaraciones en las que Feijóo se mostraba exultante por su regreso a la capital del Estado : “Volveré a vivir a Madrid y comprobaré que Madrid no ha cambiado, que Madrid es una ciudad acogedora, abierta, un lugar próspero que ama la libertad… Por eso quiero volver a vivir en Madrid”.
“No ama esta tierra y desprecia a su gente”, remacha De Toro. En un escrito reciente, durísimo, consideraba que Feijóo es «un infeliz acomplejado por su origen», un «renegado» relleno de «autoodio» . Y lo cerraba con una pregunta retórica igualmente contundente: “¿Cómo no debíamos desear que alguien como él, tan inútil e irresponsable, se vaya dentro de una vez y no vuelva ni que sea para veranear con los amigos?”.
Y es que De Toro tiene una imagen de Feijóo del todo opuesta a la de Barreiro. Si acaso, suelta como elogio la capacidad de “parecer un señor razonable y educado” en comparación con referentes del partido como Díaz Ayuso. Sin embargo, le acusa de practicar un «españolismo antigallego» y de tener un «programa social» prácticamente «calcado» al de la presidenta madrileña.
La directora de Nós Diario, Maria Obelleiro , reconoce que Feijóo ha tenido el acierto de “construir una marca propia” desde los tiempos en los que dirigió el Insalud o Correos. «Siempre al amparo de los sectores cercanos al Opus Dei, que fueron los avalistas» , puntualiza.
El detalle no es menor. La fama de centrado que se ha labrado contrasta con la condición de protegido de José Manuel Romay Beccaría , que le tuvo cerca en su etapa como ministro de José María Aznar . Algunos años antes, bajo el franquismo, Romay Beccaría había sido secretario general de Sanidad, y ya en democracia, vicepresidente de la Xunta. Curiosamente, dos cargos que tiempo que venir también ocuparía Feijóo.
«Feijóo era una de las personas más escoradas a la derecha del Gobierno de Fraga», recuerda Obelleiro. Se incorporó como consejero de Política Territorial en 2003, desplazando al polémico Xosé Cuiña , quien tuvo que dimitir al saberse que una empresa ligada a su familia había vendido 8.500 indumentarias de agua y 3.000 palas por para limpiar chapapote del Prestige . No se denunciaba el cobro de comisiones, como en el caso del hermano de Ayuso y las mascarillas, pero era la excusa perfecta para deshacerse de ellas.
Entonces tanto Fraga como Romay ya habían concluido que Feijóo era la persona idónea para relevar al primero en el futuro. Por eso ostentó enseguida —desde 2004— rango de vicepresidente y por eso fue su candidato a la Xunta en 2009, en las primeras elecciones sin Fraga.
«Por fin le ha caído la cara de moderado» , se felicita la directora de Nós Diario . «En unas pocas semanas ha auspiciado el pacto con Vox en Castilla y León y ha asumido su discurso de la ‘violencia intrafamiliar'». Obelleiro extiende esta cara a las cuestiones lingüísticas, en las que se ha mostrado, según ella, “mucho más intolerante que Fraga”.
De Toro corrobora esta percepción y aporta datos concretos. Por ejemplo, con las modificaciones legales introducidas por Feijóo, las asignaturas de matemáticas o física y química ya no pueden impartirse en gallego . “Es que Fraga era una persona culta, consciente de la importancia de Galicia en la historia, mientras que Feijóo es un descatado, ¡un oportunista!”, exclama el escritor.
Oportunista o no, siempre ha estado en el sitio adecuado en el momento justo . Fraga percibió que Feijóo permitía una salida aceptable para el PP “de la boina” —el rural de Lugo y Ourense, liderado por Francisco Cacharro y Xosé Luis Baltar , respectivamente, y el más urbanita de Pontevedra que encarnaba a Cuiña— y “el del birrete” , más aristócrata y formado académicamente, liderado por Rajoy, Romay Beccaría y Ana Pastor .
Era obvio que Feijóo pertenecía al segundo grupo, pero no se había significado demasiado en las luchas cainitas. Su vida política había transcurrido sobre todo en Madrid, donde se había ganado un respeto como gestor. Por eso emergió como una vía óptima, tolerable a ojos de todos.
Natural de Os Peares , un pueblecito de menos de 60 habitantes, su procedencia geográfica también parece esconder un mensaje encriptado. El término en cuestión se ubica 20 kilómetros al norte de Ourense y es fronterizo con la provincia de Lugo. Un cruce en la Galicia profunda donde se unen el Miño , el gran río del país, con su único afluente, el Sil , proveniente de la comarca leonesa de El Bierzo. Es, en resumen, un perfil “birrete” en territorio “boina”. Otra fusión curiosa.
El catedrático de Derecho Constitucional Roberto Luis Blanco Valdés , que atesora una dilatada trayectoria en la Universidad de Santiago de Compostela y como columnista de La Voz de Galicia , es aún más generoso que Barreiro a la hora de evaluar, con una nota, el trabajo de Feijóo en la Xunta: “Un 9, un excelente” .
Blanco Valdés flirteó con UPyD, el partido de Rosa Díez , pero ha terminado totalmente satisfecho con Feijóo. Por eso se ríe, cuando algunos políticos de Vox o de Ciudadanos —o periodistas y columnistas claramente alineados con la derecha— califican al presidente de la Xunta de “nacionalista” . Le parece «una estupidez» , y lo justifica con una frase muy a la gallega : «Es tan nacionalista como quien no lo es» . A su entender, estas etiquetas se explican por el uso habitual que hace del gallego y tan sólo pretenden «desacreditarlo». “Es nacionalista quien anhela la autodeterminación de su territorio, y éste no es su caso, ya que él se siente absolutamente español”. Por si quedaba ninguna duda, vaya.
«Hace cuatro meses, Feijóo no tenía la intención de abandonar la presidencia de la Xunta, pero la crisis tan severa del PP le ha persuadido de que no tenía más remedio», sostiene Blanco Valdés. «Si se hubiera negado a ir, como ya hizo en 2018, el partido habría entrado en una crisis aún más profunda», añade.
Después de Galicia
“¡Porque estáis lonche de tus lares, teño morriña, teño saudade! / ¡Un canto en Galicia, la tierra do mi pai! Un canto en Galicia, miña terra nai”, le cantó Julio Iglesias desde la distancia. No se sabe si Feijóo echará mucho de menos o no, pero seguro que tendrá que modular su discurso. No es lo mismo ser gobierno que ser oposición, y tampoco tiene nada que ver al votante gallego con el de Madrid, Cataluña o Canarias.
«Este es el principal hándicap que tendrá él», sostiene Blanco Valdés, «porque ahora tendrá que cambiar el lenguaje, la gesticulación, la manera de hacer política». Y por su currículo, Feijóo queda en una posición complicada: “Lleva 13 años al frente de la Xunta, sabe muy bien las dificultades que comporta gobernar, sobre todo en una coyuntura tan adversa como la actual”, explica. De ahí que sea optimista respecto a la posibilidad de llegar a pactos con Pedro Sánchez en materias varadas, como la renovación pendiente del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) .
El tropiezo para la consumación de estos acuerdos plausibles es un nombre propio de sólo tres letras: Vox. Entenderse con Sánchez en temas medulares implicará la crítica furibunda de la ultraderecha. El único aliado potencial del PP, la formación que sigue succionándole votantes como si se tratara de una garrapata. «Debiendo preocuparse de la reacción de Vox, resulta dificilísimo ocupar el centro», lamenta Blanco Valdés.
“Sin la máquina de propaganda que le proporcionaba el sistema mediático gallego, lo tendrá más complicado que hasta ahora” , subraya Maria Obelleiro. El control absoluto del ente público RTVG, que ya ha provocado más de 200 venras negras (‘viernes negros’) de protesta de los trabajadores por la “manipulación informativa” , así como el trato plácido de la mayoría de medios privados ahora no será tal.
Nos Diario sufre de forma directa el “asedio” del que habla Obelleiro: a pesar de ser el único diario en papel íntegramente en gallego —empezó a editarse el 2 de enero de 2020, a las puertas de la pandemia—, apenas ha recibido 30.000 euros del programa de ayudas a la prensa, que tiene una partida de 1,25 millones destinada a los medios en papel, mientras que en la edición digital tan sólo se le han asignado 4.567 euros sobre un global de 455.000.
Obelleiro habla, lisa y llanamente, de una “prensa amordazada” que “se ha encargado, durante muchos años, de proyectar la imagen que él deseaba, es decir, de centrista y moderado, aunque nunca ha llegado a acuerdos de peso con los partidos de la oposición”. Cuando escucha que otros partidos de la derecha y determinados medios estatales le llaman “nacionalista”, no puede evitar la risa: “No quiero blanquear a Fraga, pero era más galleguista que él… Feijóo ha abierto la puerta a asociaciones como Galicia Bilingüe, que tiene una visión muy colonialista de las cosas” .
“La prensa española es un turmix, habrá quien hará ver que nos encontramos ante un nacionalista peligrosísimo”, augura Suso de Toro, “pero cuenta con buenos embajadores allí que seguro le allanarán el camino, como Bieito Rubido , ex director de La Voz de Galicia y Abc ”. E introduce un matiz interesante: “Feijóo interesa al PSOE ya los medios de comunicación que tradicionalmente le han apoyado; no quieren un PP deshecho y ya están esforzándose en legitimarlo” .
Barreiro, en este tema, admite que Feijóo, en Galicia, «ha estado en la trinchera buena», y que ahora, en Madrid, sufrirá los efectos de dos polos mediáticos «absolutamente manipulados». Dice que «la información, en España, es una calamidad total», y apunta en concreto hacia el diario Abc y de otros medios: «Cuando hablan de él, sería mejor que callaran, porque son demasiado aduladores» . Roberto Blanco Valdés, a su vez, observa que «en Galicia, en general, el tratamiento de los medios es respetuoso con todos los partidos, algo que no sucede en Madrid, donde hay diarios que casi son diarios de partido».
Como le ha sucedido a Casado, que no ha salido adelante, Suso de Toro pronostica que el nuevo presidente del PP tendrá que mirar de reojo, permanentemente, a la presidenta madrileña . «Teniendo en cuenta que detrás de Ayuso y de Miguel Ángel Rodríguez está Aznar, deberá ser capaz de crear un cinturón de protección para no ser rehén y actuar con una independencia real», expone. «Tiene muchos contactos en Madrid y es amigo de los poderes fácticos, dos detalles importantes» .
«En Galicia no obtienes cuatro mayorías absolutas seguidas si haces un discurso centralista», responde Xosé Luis Barreiro. «Su política lingüística ha variado poco en relación con la del bipartito» , expresa. «Es cierto que en la campaña de 2009 criticó mucho la ‘imposición del gallego’ practicada por la Xunta del PSdeG y el BNG, pero debía marcar distancias con el Gobierno y transmitir la imagen de líder potente, como lo había sido Fraga» .
Sobre sus lazos con Galicia Bilingüe, Barreiro tiene otra visión: “Él desoyó algunos consejos y fue a rueda hasta que ganó las elecciones y pudo comprobar que ese discurso, en realidad, tenía un peso bien reducido en la sociedad gallega”. Por eso decidió “enderezar su rumbo” y “limitarse a cumplir la ley”. «Por ahora no hay ningún problema con la lengua en Galicia», sentencia.
¿Matrimonio con Vox?
Lo que los cuatro coinciden en decir es que, si PP y Vox suman mayoría absoluta en el Congreso de los Diputados, Feijóo no tendrá inconveniente en gobernar en coalición con la extrema derecha.
“Quien ha implantado la política de blogs es Pedro Sánchez, que vio claro que la única manera de ser presidente pasaba por una coalición con Unides Podem y por recibir la ayuda de Bildu y de Esquerra Republicana”, apunta Barreiro. “Si no es con Vox, ¿con quién debería gobernar Feijóo? ¿O es que Sánchez puede hacerlo con Bildu pero él no con Vox? ¿Por qué quienes no somos de izquierdas debemos soportar que la política española dependa de ERC y la gente de izquierdas, en cambio, no puede soportar que Vox participe de la gobernabilidad? ¿Es normal esto?”, se pregunta en una cascada de interrogantes.
Barreiro gira la vista atrás, a los tiempos en que “Sánchez dijo que no pactaría con Podemos”, y establece un paralelismo por la derecha, en el que Feijóo rechazará el pacto con Vox hasta que la aritmética lo haga inevitable : “Si el bloque de la derecha suma mayoría absoluta, haya que forzar lo que haya que forzar, gobernarán juntos sí o sí. ¿O es que Sánchez no repetirá como presidente si le falta un voto para serlo, y ese voto depende de Bildu? En Italia, la extrema derecha ya ha entrado en el Gobierno, por mucho que digan, esto no representaría ninguna novedad en el contexto europeo”. Al fin y al cabo, «Feijóo y Abascal, en el pasado, ya han sido compañeros de partido» .
En este sentido, el catedrático remarca la «lejanía enorme» entre los postulados de Feijóo y los de la ultraderecha «en temas como la inmigración, la mujer o la España autonómica». Ahora bien, incide en la analogía planteada por Barreiro : “Hay que tener mucha barra para acusar a alguien de gobernar con Vox cuando gobiernas con Unidas Podemos, que pretende dinamitar el sistema del 78, con el apoyo explícito de Esquerra, que tiene sus dirigentes en la calle gracias al Gobierno español, y de Bildu, cuyos miembros tuvieron una relación directa con ETA”.
“La ideología de Feijóo no es incompatible con la de Vox, ni mucho menos” , sostiene Maria Obelleiro. “Gobernarán juntos si los números se lo ponen en bandeja”. Y modificando algo el tópico, añade que la condición de «muy buen gestor de sí mismo», sumada al equipo de comunicación, «que es muy bueno», le facilitarán las cosas.
“¿Cómo no debería pactar con Vox? Este puente, el PP ya lo ha atravesado en Castilla y León”, concluye para finalizar Suso de Toro. “La derecha española es heredera del franquismo y el PP europeo, le guste o no, debe aceptarla como tal… Él dirá que la culpa es de los demás, por no facilitar su investidura. Será la excusa perfecta”.
En definitiva, una versión contemporánea de Los gozos y las sombras , la famosa trilogía de Gonzalo Torrente Ballester . Un choque de mentalidades en una época especialmente convulsa.
Víctor Maceda
Publicado en El Temps