Los kleenex
Usar y tirar. Ya nadie guarda los mocos en los bolsillos, ahora somos más modernos. El capitalismo es así, transformador y dinámico. Eso sí: cada problema que resuelve crea algún nuevo problema, normalmente en otro lugar, la mayor parte de las veces más gordo o más peliagudo. Pero nunca pasa nada, todo se resuelve mirando para otro lado. Ojos que no ven…
Y ustedes dirán ¿Este hombre de qué nos está hablando y a dónde quiere llevarnos? Pues muy sencillo, todo esto viene a cuento de una apuesta personal en la que yo defiendo que a Ferreras y, probablemente también a su programa Al Rojo Vivo, le quedan cuatro telediarios. ¿Por qué? ¿Cómo castigo por haber traicionado los más elementales principios deontológicos del periodismo? ¿Por ser un corrupto confeso? Nada de eso; no seamos ingenuos.
Para los grandes magnates, aquellos que controlan de verdad la economía, la banca, los fondos de inversión, los seguros, las grandes empresas y, ¿cómo no? los grandes medios de comunicación, todos somos simplemente kleenex, de usar y tirar, pero no solo las personas, sino también las cosas… hoy monto una empresa aquí y, mañana, si por alguna razón me molesta o me conviene, la desmantelo, o la traslado, o la traspaso, o la deslocalizo, o le pego fuego… ¿Qué fabricaba dicha empresa? ¡Qué más da! ¿Era útil? ¿Necesaria? ¿Imprescindible? ¡Qué importa!
Sí señor. Para ellos lo importante, lo único que les interesa, es que cada uno de esos temas produzcan la rentabilidad exigida por los inversores. Lo demás, todo lo demás, es aleatorio, despreciable. Por eso no es noticia, por ejemplo, que la cadena Mediaset finalmente haya sido engullida por MFE (Media For Europe) la cadena en manos de Berlusconi, que se ha quedado con el 82,92 % de la dicha cadena y que acompañados por Atresmedia, propiedad, entre otros, de la familia Lara, acumulan en pocas manos los grandes medios de comunicación del país, produciendo poco o ningún rubor a un gobierno incapaz de impedir que estas cosas pasen, aunque además de ser inmorales seguramente serán también ilegales. Usted se preguntará ¿Para qué están, o sirven, las leyes sobre la competencia? ¿Vivimos en una pura farsa? Pues claro.
Siguiendo con el tema (estábamos con el futuro de Ferreras ¿no?) para mí está claro que este hombre ha dejado de ser útil para el papel encomendado, esto es, el papel de hombre serio, honesto, buen profesional y con la suficiente credibilidad para, cuando hiciese falta, hincar una puñalada trapera en la honradez de alguien decente y hundirlo. Nada que ver con Inda o Maruenda, esos tenían otro papel.
Ferreras, el suyo, el sibilino, ya lo ha cubierto con creces y, ¿se ha convertido en un kleenex? No. Ya lo era, siempre lo ha sido, como casi todos, lo que sucede es que ahora ese kleenex se ha llenado de mocos y se barrunta que ha llegado el momento de tirarlo a la basura. Al tiempo.
¿Con esto quiero decir que van a acabar con él? No. Lo más probable es que le asignen un papel fuera de las cámaras, más discreto, disfrazado posiblemente de un presunto ascenso, algo así como al político que, para quitarlo de en medio e impedir que siga molestando, lo mandan al Senado. Yo no lo veo ni cruzando una puerta giratoria ni tampoco en el puesto que se ha ganado a pulso: en un basurero.
Creo que es evidente que no me preocupa su futuro, eso está claro, pero no puedo evitar ocuparme de ello, no sé si por malsana curiosidad o como aficionado observador de las más miserables de las miserias humanas.
Miguel Álvarez