Los reyes majos
Estos días navideños, con su habitual proliferación de luces y villancicos en las calles y comercios, recordándote que debes comprar, lo que sea, pero comprar, sirven para cambiarte la mirada y hacerte pensar en cosas y temas diferentes a los habituales.
A mí, concretamente, el contemplar un Belén y fijarme en los Reyes Magos, me induce a reflexionar acerca de estas tres figuras tan emblemáticas. Ya sabemos que no eran magos de verdad que, eso, no es posible. Pero ¿eran majos? Pues tampoco, porque toda esa historia, tan bonita, tan inocente, no es más que un cuento chino.
Frustradas mis reminiscencias infantiles por tal pensamiento, yo, persona de sentimientos republicanos, me he esforzado en recordar (dentro de mis limitados conocimientos históricos) a reyes majos. Y he de reconocer que he llegado a la marxista conclusión de que un rey, para ser majo, lo primero que tiene que hacer es dimitir, perdón, se dice abdicar… y, después, ya veremos.
A continuación he repasado mentalmente la realeza española, siendo muy pobre lo que he encontrado: Carlos I abdicó en su hijo cuando ya no podía más con su cuerpo y sus pecados; el Carlos IV (un verdadero truhan) abdicó en su hijo Fernando VII y este, a su vez, en su padre, para que este abdicase a su vez en el hermano de Napoleón (parece un juego de palabras, pero es real) Muchos años después nos encontramos con Alfonso XIII, que no abdicó, pero se fue debido al miedo que le daba la certeza de que el pueblo español, harto ya de sus payasadas, estaba por proclamar la República.
Partiendo de la premisa anterior, esto es lo mejor que he encontrado en España. Pero el resto del mundo no da para mucho más. El caso más sonado, o más emblemático, es el de Norodom Sihanouk, de Camboya, que abdicó en su padre para presentarse a elecciones como primer ministro. Este hombre tiene una biografía muy especial; a veces se comportaba como comunista, otras como nacionalista, casi siempre como demócrata, pero nunca dejó de ser un miembro de la realeza metido a político.
Los demás ejemplos que encuentro son bastantes irrelevantes: Eduardo VIII que abdicó por amor, pero al que nombraron Duque de Windsor, así, pasó de ser rey a vivir mejor que un rey; una reina consorte de Suecia que se alejó del trono para irse a vivir a Italia y dedicarse al arte y al mecenazgo… y poca cosa más.
Lo que me ha quedado claro, después de esta breve y sucinta revisión es que, como ya me temía, además de que los Reyes Magos no existen, los Reyes Majos… tampoco. Se podría asegurar que las palabras rey y majo son un oximorón. Otra cosa sería si hablásemos de campechanos…
Miguel Álvarez