Los y las primaveras
Las ideas en torno a la primavera siempre resultan muy sugerentes, es una idea asociada a brotes, florecimiento, vida, esplendor, juventud… los poetas utilizan esta palabra para crear bellas composiciones siempre impregnadas de espíritu positivo y optimista. Es esta una idea muy usada en marketing comercial, lógico, ya que es una palabra que vende.
También es utilizada en marketing político por aquellos que trabajan en los ricos despachos donde se cuecen esos argumentarios que una vez llevados masiva y machaconamente a los medios de comunicación se convierten en la verdad revelada, terminando por tomar cuerpo en la conciencia de gran parte de la sociedad dado que, como es bien sabido, una mentira repetida miles de veces se convierte en una verdad.
La palabra primavera fue decisiva para ilusionar al mundo con los cambios que hace unos años se estaban produciendo en el Magreb, en aquel tiempo nada lejano en el que vimos a esos pueblos rebelarse y derrocar a sus respectivos gobiernos, tan retrógrados como corruptos. ¡Qué bella e ilusionante se nos presentaba la Primavera árabe!
Nada importa que casi inmediatamente viésemos y comprendiésemos que los resultados de toda aquella “fiesta de la democracia” eran altamente negativos, que occidente no hacía nada, absolutamente nada, ni para ayudar ni para impedir las masacres organizadas por los nuevos títeres puestos en el poder con su apoyo, unos nuevos líderes del pillaje y la confusión. Tampoco importa que poco después se haya venido sabiendo que, todo este lío y la rapiña consiguiente había sido organizada por EEUU con el apoyo explícito y/o el silencio cobarde de Europa.
El resultado ya lo conocemos: gran parte del Magreb, más Egipto e Irak (y muy pronto seguramente Siria y Líbano) se han convertido en el “caramelo” que Occidente pretendía: hoy son países con estados degenerados y caóticos, con dirigentes tan corruptos como sus antecesores. Eso sí, lo que Occidente buscaba ya lo tiene: acceso directo a sus materias primas y que ninguno de esos países esté regido por gente capaz o con posibilidades para oponerse en nada a Occidente. Ya no son posibles un Mubarak o un Gadafi con el que tener que contar para bien o para mal, pero, eso sí, sus países hoy viven en el caos, habiendo pasado sus pueblos directamente de la primavera al invierno (nótese que de invierno a infierno solo cambia una letra)
En aquel entonces, cuando los magrebíes más decentes se lanzaron cargados de buenas razones e intenciones contra sus dirigentes creyeron sentir el calor de Occidente animándoles a alcanzar su “primavera”. Seguramente no sabían que aquí, por estos lares, a los que hacen el primo los más castizos les llaman primaveras. Tampoco nosotros, las gentes de los pueblos occidentales, fuimos capaces de darnos cuenta de la sucia operación que se estaba desarrollando ante nuestras narices. Nos engañaron a todos.
Pero ellos siguen. Ahora les toca a los pueblos de Sudamérica. Eliminaron a base de juego sucio a la Kirchner, a Lula, a Correa, a Fernando Lugo en Paragüay y… ahora le toca el turno (la cosa está ya bastante madura) a Maduro. El siguiente, sin dudas, será Evo Morales, se sabe que en la Casa Blanca se barajan y diseñan campañas febrilmente. Creativos, ideólogos y expertos trabajan en idear y fabricar diferentes tipos de golpes de estado. Hace algún tiempo que se percataron de que ya no funciona el anticuado recurso de recurrir a sus portaaviones, ni invadir, ni bombardear, ni siquiera comprar o recurrir a militares golpistas. Pacientemente, con golpes de estado “blandos” basados en una fuerte presión económica, hasta llegar a la asfixia si es preciso, con argumentos basados en supuestas “razones democráticas” y “lucha contra la corrupción” se van cargando el ligero espacio de autonomía con respecto a EEUU que estos países habían venido logrando.
¿Seremos capaces alguna vez de construir un muro capaz de mantener quietecitos a los Trumps dentro de sus fronteras y que no permita a los dirigentes yanquis continuar dando “lecciones de democracia” al mundo? ¿Será este un sueño imposible?
Miguel Álvarez