Madaya se muere de hambre
Más de 200 días sitiados por el régimen de Bachar al Asad han hecho que un kilo de arroz cueste 100 dólares (92 euros) en la ciudad de Madaya. Abdulá Ahmed, de 22 años, confirma desde allí que pasan hambre: «La comida es demasiado cara y apenas tenemos electricidad, nada». La bolsa de leche ha alcanzado también precios prohibitivos y las mujeres ni siquiera producen para amantar a sus bebés. Se calcula que en la ciudad malviven 1.200 enfermos crónicos y 300 niños padecen malnutrición y diferentes enfermedades. Una página de Facebook difunde la penosa situación que viven los habitantes de Madaya: fotografías de niños y ancianos famélicos.
En este pueblo situado en la cordillera de Qalamoun fronteriza con el Líbano, han quedado encerradas 40.000 personas, la mayoría huidos de la vecina Zabadani, un bastión rebelde cercado por las fuerzas progubernamentales que fue evacuado el mes pasado junto a dos pueblos del noroeste de Siria. Pero Madaya solo ha recibido ayuda humanitaria una vez en tres meses. Las nieves y el frío del invierno han empeorado aún más las condiciones de vida de sus habitantes que sobrellevan los estragos de una guerra que no termina. Bebés esqueléticos, cuerpos diminutos con las costillas marcadas y longevos con los ojos fuera de órbita son la estampa de una trampa sin escapatoria.
Desde julio, no hay harina para hacer pan en Madaya, y el OSDH asegura que la milicia libanesa de Hezbolá ha activado cientos de minas alrededor de la ciudad para evitar la huida de los residentes que han quedado atrapados por alambradas.
Gatos y perros
El portavoz del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), Pawel Krzysiek, ha declarado haber visto «el hambre en los ojos». Hierbas, plantas o insectos son los pocos nutrientes que han permitido sobrevivir a los ciudadanos de esta localidad. Hace algunos días comenzaron a sacrificar perros y gatos. «No queda nada que comer. Llevo dos días a agua», relata Momina, una mujer de 32 años, que pide un fin para esta situación: «Queremos que nos digan si la ayuda va a llegar o no, porque aquí no hay nada». Un coche en venta en la calle a cambio de comida muestra la desesperación. Tampoco hay combustible ni electricidad, así que las gélidas temperaturas han aumentado el riesgo de hipotermia. Los sirios queman plásticos para generar calor.
Hace un mes que entró en vigor el alto el fuego de seis meses entre las partes en conflicto, y organizaciones como la Cruz Roja y la Media Luna siria intentan hacer llegar alimento a las diversas localidades sitiadas, pero Madaya sigue presa del asedio; una clara violación de los derechos humanos internacionales y las leyes humanitarias, que denuncia la ONU y sigue siendo un arma de guerra recurrente en este conflicto. Alrededor de 393.700 personas están hoy en Siria bajo estado de sitio.
Laura Fernández Palomo.
Artículo publicado en La Voz de Galicia.
enero 19th, 2016 at 4:50 pm
Ha llegado el tiempo en que casi todo se puede ver por casi todos. Ese 90% frente al 1% que lleva el timón de la humanidad por votación o no, que ha vivido sus saqueos, masacres, crueldad….perdido todo y sin posibilidad de justicia está dispuesto a explotarse causando el mayor daño.
Ha llegado el tiempo en que el miedo ya es también para todos. Ya ha desbordado el clamor de los que siempre mueren. Ya morimos todos.
Y creen que con drones y armas más mortíferas se resignaran los muertos. No.
En el barco Planeta la VIDA, sobre todo la humana se suicida.
Dios….Padre!, perdónalos que no saben lo que hacen. ¿Lo saben?