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María Teresa León – “Memoria de la Melancolía”

“Memoria de la Melancolía”
Autor: María Teresa León
Editorial: Renacimiento Año: 2020

María Teresa León Goyri fue una escritora nacida en Logroño en 2003 y muerta en Majadahonda (Madrid) en 1988. Perteneció a la generación de 1927 y después de la guerra civil considerándose una escritora del exilio.

Fue una mujer feminista, activista y fuertemente comprometida con su tiempo, enfrentándose a muchas convenciones sociales a lo largo de su vida dado el origen burgués de su familia y de la influencia de un padre militar. Casada desde muy joven, con tan solo 17 años con Gonzalo de Sebastian Alfaro, con el que tuvo dos hijos y del que se separó en 1929.

Poco antes de la llegada de la II República Española, conoció al poeta Rafael Alberti con el que se comprometió y con el que tuvo una tercera hija. Cultivó todo tipo de actividades, el periodismo de muy joven que ejerció mediante pseudónimo, la novela, el ensayo, la poesía, el cuento e incluso el guión cinematrográfico.

Al final de la guerra civil se exilia en compañia de Alberti, primero en París siguiendo las indicaciones de Pablo Neruda, luego en Argentina y Uruguay, y finalmente, en Roma. A la llegada de la democracía retorna a España pero ya su relación con Alberti está en sus horas mas bajas, coincidiendo con la precaria salud de la escritora que ha entrado en crisis. Acabó sus últimos años en una residencia en Majadahonda habiendo perdido la noción de quien era, ni donde estaba, afectada por un progresivo síndrome de Alzheimer.

En esta obra escrita de manera lúcida desde su destino en el exilio romano, la autora describe los recuerdos relacionados con su infancia y juventud al socaire de los destinos de su padre coronel de ejército, y de sus sucesivos ascensos. Describe la vida familiar en Burgos y Barcelona y los primeros momentos de la infancia. En Madrid a donde acudió a estudiar, conoció a Rafael Alberti con el que planeó una nueva vida, yendo a vivir juntos a Mallorca donde inició una nueva andadura vital.
Su fomación estuvo muy ligada por un lado a las monjas en los primeros momentos de su vida con las que rompió su relación siendo expulsada. Debido a la influencia de su prima María Goyri que la introdujo en el ámbito de la Institución Libre de Enseñanza pasó a cultivarse en un ámbiente educativo laico y progresista. María Goyri luego se casaría con Ramón Menéndez Pidal. Ese nuevo entorno familiar que cultivó, le permitió unirse al nexo innovador del sistema educativo que tuvo su mayor expresión en la II República Española. Quiso estudiar mas allá de la secundaria cursada en ese contexto de la ILE y consiguió ir a la Universidad, para cursar Filosofía y Letras, carrera que le abrió nuevos horizontes. Este nuevo ambiente le permitió entrar en otro círculo de amistades y contactos completamente diferente a los familiares y a su educación inicial de origen clerical.

En ese nuevo contexto conoce al poeta Rafael Alberti, encuentro que cambió su vida para siempre. Se casaron en 1932. Conoce la Residencia de Estudiantes, el Ateneo, y todos los medios que frecuenta el poeta. La Junta de Ampliación de Estudios le ofrece una beca para que visite varios países europeos conociendo con ello el contexto del desarrollo del teatro en varias capitales entre ellas Berlín y Moscú. En 1933 funda con el poeta Alberti la revista Octubre participando también en las expresiones teatrales ambulantes que proporciona la cultura republicana en los medios rurales, programas que tuvieron su máxima expresión en los teatros de La Barraca de Federico García Lorca y de El Buho de Max Aub, desde las orillas del Mediterráneo.

La llegada de la guerra civil en julio de 1936 sorprende en Ibiza a la pareja de Alberti y María Teresa León de donde son rescatados por las fuerzas republicanas que se despliegan en la Isla. A su llegada a Madrid se incorporan como activistas de la cultura en la defensa de Madrid fundando la revista El Mono Azul y comprometiéndose en las trincheras con los soldados del frente, promocionando el teatro y la cultura entre sus filas. El final del conflicto supone el final de sus sueños de que la República resistiera la embestida del ejército sublevado.

En su relato romano, la autora hace un repaso encendido de todas y cada una de las circunstancias vitales incluso de su destierro en Argentina cuya estancia les supuso estar alejados de Europa 23 años. Acuciados por esa distancia determinan volver, al menos, al viejo continente fijando su nuevo destino en Roma. Su mirada desde el Trastevere romano es de nostalgia y melancolía. No obstante el texto se lee con intensidad por la enorme cantidad de anécdotas y la abundancia de contactos personales que tuvieron ella y Alberti a lo largo de los años. Entre esos encuentros la autora relata la visita en 1937 a Moscú, donde de un considerable protocolo fueron recibidos por el propio Stalin, fruto de la relación de ambos con el partido comunista y su papel desempeñado en la guerra civil española.

También relata entre sus notas la muerte de Togliatti en Roma a quien conocían de la guerra de España. Recoge el enorme duelo que discurrió por las calles de la capital italiana. Recuerda como Alberti y ella participaron en 1937 en el II Congreso de Intelectuales y Artistas en Valencia.En sus actas figuran la pléyade de escritores y artistas que comprometieron su presencia con la defensa de los valores de la República, entre los cuales se citan tanto autores americanos como europeos, incluso de la URSS.
Cuenta su vida en su primer exilio en Paris, hasta 1940, trabajando en la radio dentro de sus emisiones para américa latina. Ante la inminente invasión alemana de Francia, se vieron obligados a viajar a Marsella, embarcando después hacia Améríca en el buque Mendoza. Llegaron a Buenos Aires el 2 de Marzo de 1940.

Se citan también las iniciativas desplegadas por la autora desde el destierro y el exilio en Argentina. Tuvieron contacto con Victoria Ocampo que les abrió muchas puertas. Allí nació Aitana, la hija de la pareja en 1941, niña que recibió los desvelos y la dedicación de sus padres. Compartió esa dedicación con emisiones de radio, publicaciones en revistas e incluso la creación de un documental con Alberti “Al otro aldo del río”. Es especialmente significativo su compromiso con la revista Mucho gusto cuyo editor fue Jacobo Muchnik. También publicó hasta 12 libros.

Memoria de la melancolía es un vademecum de acontecimientos históricos y personales que la escritora va recogiendo en sus páginas. Constituye un repaso a muchos acontecimientos literarios e históricos de la España que le tocó vivir. Ese es el valor que tiene el libro, recogiendo en texto recuerdos, momentos entrañables y en algunos casos, instantes cargados de pasión y emociones. Recuerda mucho su publico de mujeres argentinas con las que estableció un fuerte nexo de unión. La autora se detiene en un tono intimista en en el papel de las emociones y de la vitalidad, frente a la reflexión y al pensamiento. Se nota su impulso emocional como uno de los móviles de su existencia. Frente a ello se encuentra el lector con su triste final. Atenazada por la enfermedad que le sumió en la decadencia e incluso con la pérdida absoluta y progresiva de su facultades, Alberti decidió internarla en Mahadahonda en una residencia para los cuidados mas elementales a donde le llegó su final en 1988.

Habían vuelto a España en Abril de 1977 con motivo de la restitución de las libertades democráticas y la legalización del PCE. Rafael Alberti se presentó en las filas de los comunistas españoles como diputado, siendo elegido en las primeras elecciones democráticas del 15 Junio de 1977.

María Teresa León aunque nacida en Burgos, fue una ciudadana del mundo. Audaz, cultivada por sus incontables lecturas, valiente y comprometida, estuvo dotada de inagotables recursos literarios puestos al servicio del activismo. Supo sobreponerse a guerras, pérdidas y vencidos, pero también disfruto de logros recuperaciones y victorias.

En la tumba de María Teresa León, en Mahadahonda, puede leerse la leyenda “Esta mañana, amor, tenemos 20 años” Es junto con las flores el último recuerdo de su presencia.

Pedro Liébana Collado

 

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