No al silencio.
Hoy amanecía despacio
y en la atalaya de una vida
una rosa temprana florecía.
No sería humano talar la rosa.
Si a mi me enseñaron
que todo lo ves, no entiendo,
no comprendo el porque,
si desde tu más alta atalaya
todo lo divisas, dime…
¿No puedes evitar los desatinos
que se observan en la vida?
Ahora que pienso, porque pienso,
ayer paseando di con una calle
en la cual se mamaba la miseria,
en fila, cabeza con pies, cabeza con pies
así colocados como para ir al cadalso,
una hilera de seres humanos
dormitaban tapados con cartones,
también – supongo-
que con la compasión humana,
algunas mantas tapaban sus rostros
que avergonzados ocultaban.
¿Avergonzados por qué?
Tal vez, tan solo su condición
fue nacer en el lugar equivocado.
¿Por qué no les amparaste?
¿O ellos no son hijos del mismo dios?
Dios, dios, dios… ¿donde estás?
¿Quizás también dormitas
al igual que el pueblo?
¡O quizás el pueblo tan seguidor
de tu ley dormita imitándote!
Lola Pérez
diciembre 7th, 2017 at 9:08 pm
Gracias por esta publicación, desde mi voluntariado veo y observó estas cosas,
y la verdad es que duelen, nunca te acostumbras a ese dolor.
Lo importante es que además de un plato de sopa les puedes dar conversación y calor humano que siempre agradecen.