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No toda la culpa es de la gota fría

La ocupación irracional del territorio y la falta de limpieza de los cauces en el sur y el Mediterráneo agravan los efectos de la DANA

Nadie está lo bastante preparado para soportar una tromba de agua capaz de descargar 450 litros por metro cuadrado en pocas horas. Lo reconocen los geógrafos, ingenieros y urbanistas consultados por La Vanguardia, que advierten de que hace décadas que las regiones del Mediterráneo español registran episodios similares. Aunque estos se desestacionalizan y parecen ganar en presencia e intensidad, como la gota fría que ha asolado esta semana ValenciaAlicanteMurciaAlmeríaAlbacete y que ayer alcanzó el centro de España, provocando seis muertos, el último ayer en Orihuela. Una DANA (depresión aislada en niveles altos) que ha dejado incomunicadas a ciudades, ha inundado barrios y miles de hectáreas agrícolas, ha obligado a desalojar a más de 3.500 personas, ha cortado centenares de carreteras y líneas de ferrocarril entre autonomías, ha cerrado aeropuertos, ha obligado a movilizarse al Ejército y ha ocasionado innumerables daños materiales y naturales todavía por cuantificar.

Pero en lo que sí coinciden todos es en que la incidencia del factor humano en el drama. Ha fallado la planificación urbanística. Durante años se han llenado de cemento los cauces y zonas inundables, construyendo urbanizaciones e infraestructuras por donde los ríos alivian los excesos de agua al mar. Tampoco se han mantenido limpios esos cauces de los ríos ni las ramblas.

Jorge Olcina, catedrático de Geografía de la UA y presidente de la Asociación de Geografía de España, señala que “se han seguido ocupando áreas inundables durante décadas a pesar de la reiteración e intensidad de las gotas frías mientras las administraciones no han actuado con la diligencia necesaria”. Para explicarlo pone dos ejemplos: Comunidad Valenciana y Murcia. En el primer caso, la administración valenciana aprobó en el 2003 el Patricova, un plan de acción territorial, que se modificó en el 2015, para evitar construir en zonas inundables. “El problema es que en las décadas anteriores no existía ese plan y se hicieron actuaciones que siguen generando enormes problemas cuando se producen estos fenómenos climáticos”. No es el caso de Murcia, apunta, donde no existe una plan similar al valenciano. El problema se ha visto ahora en toda su magnitud –añade– en los municipios del mar Menor como San Javier Los Alcázares, que pagan ahora dos décadas de imprevisión.

Pero, a pesar del Patricova, Jorge Olcina recuerda que el 85% de los municipios valencianos “no tiene un plan de evacuación en caso de inundaciones, a pesar de que es su obligación”. Y se asombra al recordar que ni en la Comunidad Valenciana ni en Murcia existen suficientes “mapas de riesgo” para valorar las áreas geográficas que más sufren con la gota fría. “Las ciudades del Mediterráneo deben ponerse las pilas ante el cambio climático que viene, porque todo apunta a que va a haber más crisis climáticas”, advierte.

Mejorar la legislación

Valencia aprobó en el 2003 un plan para evitar construir en zonas inundables

Un dato: sólo en la Comunidad Valenciana más de 600.000 personas viven en zonas inundables, y más de 270 municipios tiene riesgo de sufrir avenidas de agua o el anegado de barrios.

El ingeniero Ramiro Martínez Costa, exprofesor de la UPV, afirma que “no se han hecho bien las cosas, aunque ha habido avances en los últimos treinta años”, en especial, y en esto coincide con Jorge Olcina, los que han llegado de la mano del plan Patricova.
Y recuerda que los fallecidos en este grave episodio murieron al ser su coche arrastrado por el agua y no directamente por el fenómeno meteorológico como sucedía en el pasado. Este experto asume que en el caso de la Comunidad Valenciana “la intensidad de ocupación del territorio, el suelo sellado, ha sido en estos últimos treinta años el mismo que en los siglos anteriores”.

Pero Martínez se detiene a la hora de valorar lo sucedido en la Vega Baja, que es la que más ha sufrido con el desborde del río Segura. “Se da la circunstancia de que toda esta zona es inundable, y el Patricova sí permite la reclasificación de terreno pero con muchas limitaciones”. Y añade: “Lo difícil ahora es decirle a alguien que no puede construir en determinadas cuando existe toda una urbanización en zonas pantanosas”. Este ingeniero cita poblaciones como Almoradí, que ayer quedó aislada por el agua del Segura. En el caso de Murcia valora que “la confederación hidrográfica del Xúquer no ha mantenido la misma actitud que la del Segura, especialmente a su paso por Murcia: se ha trabajado mucho mejor en los últimos años en el río valenciano”.

El cuidado de los ríos

Críticas a la actuación de la confederación del Segura por el estado del cauce

Martínez recuerda que el nuevo encauzamiento del Segura, por ejemplo, está más elevado en muchos puntos que las poblaciones, por lo que, cuando el río se desborda, el agua no regresa a su cauce, con las consecuencias que estamos conociendo ”. Caso aparte es el cuidado de los cauces de los ríos y las ramblas. José María Tomás, profesor de Urbanismo de la UPV, apunta a que “las confederaciones tienen una gran parte de la responsabilidad, ellas son las que deben tutelar los cauces fluviales y sus salidas naturales, recuperar la capacidad de las ramblas y mantenerlas en buen estado para paliar los efectos de estos episodios”. En este sentido apuesta por activar un plan de renovación en todas la cuenca mediterránea “para recuperar estas salidas naturales de los ríos”.

Tomás asume que la manga ancha para ocupar territorio “ha resultado nefasta, pero los ayuntamientos no son los únicos responsables”. “Las confederaciones –precisa– deben actuar y no lo hacen como deberían en estos casos”. Todos reconocen, eso sí, que las previsiones climáticas y los servicios de emergencias han mejorado en los últimos años.

Coinciden todos los expertos en que, ante la evidencia de que estos virulentos episodios de gotas frías seguirán, las administraciones deben esforzarse más en paliar los eventuales efectos. Se trata, en definitiva, de evitar las graves consecuencias conocidas esta semana.

Salvador Enguix
Artículo publicado en La Vanguardia

 

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