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Olga Merino – “La forastera”

Libro : “La forastera”

Autora: Olga Merino

Editorial: Alfaguara. Año: 2020

Olga Merino es una periodista y escritora nacida en Barcelona en 1965. Ha vivido en Londres donde ha perfeccionado sus estudios de periodismo. Como corresponsal en Moscú siguió de cerca durante 5 años la desmembración de la Unión Soviética y sus consecuencias.

En esta obra ha concentrado el esfuerzo narrativo en la descripción del campo andaluz, a través de un drama rural en la campa cordobesa. Es un descarnado análisis de las relaciones de fuerza entre los poderosos y los mas humildes bajo la mirada ácida de una mujer que retorna a sus origenes después de una estancia juvenil en Londres, y de residir en Barcelona donde su madre se empleaba en limpiar casas. .

La protagonista ha huído de la maldición familiar y del entorno para vivir como  au pair una nueva vida en Inglaterra En esa nueva experiencia vital la protagonista pasa por diversas vicisitudes que le llevan a compartir en condiciones miserables espacios y comida de subsistencia. El viento cambia su favor al encontrarse con un pintor, Nigel Tanner, para el que trabaja primero como modelo, convirtiéndose después, con el tiempo, en su amante.

El suicidio de Nigel le hace volver derrotada al hogar donde su familia trabajó el campo andaluz durante varias generaciones desde El Hachuelo, en el Salobral, una aldea situada en la campiña cordobesa, territorio de olivos y sembrados Es una modesta hacienda dependiente de los dueños de Las Breñas, la hacienda y el latifundio al que pertenece, que ha sido siempre detentada por los Jaldones, la omnipresente familia que ejerce el poder en el territorio desde tiempo inmemorial. Solo dos perros, la Capitana y Pluto, la asisten haciéndole el papel de compañía y defensa.

La novela está escrita en primera persona con un lenguaje bronco y áspero como las relaciones que describe. La protagonista relata la superposición de sus dos vidas. La historia de una mujer en el entorno rural cordobés a su vuelta de Londres, y la evocación de sus años de joven, de intensa felicidad y compenetración encontrados al lado del pintor que se convirtió en el amor de su vida. El cambio lleva aparejado un profundo contraste afectivo y económico sustentado en el  entorno de la campiña aplastada por el sol  todos los veranos.

La pérdida de la juventud y soledad le acosan, y la modesta economía acucia su supervivencia, mientras vive en una miserable casa de campo, casi un chamizo, con una huerta y un cobertizo que constituye lo poco que disponen y le dejaron Los Marotos, la familia a la que pertenece todo.

A esa situación inicial se le añaden en el relato dos vagabundos a los que acoje, uno ucraniano y otro, Hibrahima, con los que comparte alimento y su fuerza de trabajo.Esta mano de obra de refuerzo le permite aprovechar el espacio improductivo de la huerta y sacar adelante, con mas brío, una economía de supervivencia. En medio de su pequeña hacienda, los amos, los Jaldones que ejercen su autoridad a través de su capataz, Dionisio, le recuerdan contantantemente la precaria situación en la que se encuentra.  Los medios bajo los que se explotan los recursos agrícolas, se sujetan tan solo a normas medievales que se han ido prolongado desde tiempo inmemorial..

El drama rural recuerda las desigualdades y miserias que describió Miguel Delibes en “Los santos Inocentes” en el campo extremeño y que sobrecogió al lector, en una de las obras maestras mas señeras del escritor vallisoletano.

En este caso la mirada que nos ofrece la protagonista es la de una mujer derrotada y amargada con 51 años, treinta años después de su salida hacia Londres. Movida íntimamente por su pasado, y sin recursos propios, que decide volver a sus orígenes y rebuscar, entre ellos, los misterios de sus antepasados.

Es una tierra de ricos latifundios dotados de gran belleza. Azotada en verano por su cálido y inmisericorde sol que lo dora y reseca todo, la campiña alcanza colores diversos bajo temperaturas muy altas. Repoblada por húngaros y alemanes en otro tiempo, aún quedan entre sus gentes cabellos rubios y ojos azules engastados entre los lugareños.

Angie, la protagonista, apenas recuerda los pormenores y los orígenes de sus familia. Sigue conmovida e influenciada por su pasado. La muerte de su padre en oscuras circunstancias sigue atormentándole. Pronto encontrará las circunstancias de su muerte y las pruebas de su suicidio. Sospecha que su entorno fue trágico y se pierde en su memoria la escasa información que le ha llegado.

Un vecino le informa un día que Emeteria, la que cree que es su tía, acaba por revelarse, que en realidad, es su abuela, y por tanto, la línea directa de Los Marotos y madre de su padre. Preñada por Julian, el señorito de los Jaldones, dueño y señor de Las Breñas, la hacienda desde donde se gobierna del latifundio es en realidad su abuelo. Esta pasión oculta del dueño y señorito con su criada lleva a Emeteria dar a luz un varón a solas en El Hachuelo. Ese niño resulta ser su padre. A la protagonista le arrebata el espiritu saberse sangre de Los Jaldones.

El suicidio de ambos, de Emeteria y Julián, junto con otros trágicos sucesos en la zona, marcan el oscuro final de una relación entre amo y criada marcados por la tragedia. Salpicados de sucesos sangrientos, pasiones y suicidios, el cortijo representa un escenario maldito por la historia, Sobre él se han ido superponiendo a los dramas personales los hechos históricos de la guerra y la sangrienta postguerra en Córdoba, tapìzados, como una maldición, por la represión política.

La vuelta de Angie no puede ser mas accidentada. Medita y asimila lentamente todos los acontecimientos que le cuentan y aquellos otros asuntos pendientes con los que se encuentra. Todo va componiendo un puzzle que corrobora los estigmas que han marcado la familia y que han perseguido su vida desde la infancia.

El enfrentamiento entre los dueños del predio, los Jaldones, y los demás habitantes del latifundio, incluso los de las aldeas vecinas, se han prolongado en el tiempo llegando a contabilizar pendencias, suicidios y abusos sin cuento.

Los acontecimientos se precipitan cuando las herederas de los Jaldones, dos hermanas, deciden especular sin escrúpulos con el terreno del latifundio, dar al traste con los cultivos y los jornales, y pasarse al mundo inmobiliario. Despiden a Dionisio, el capataz, y este, sin otro recurso de subsistencia, decide suicidarse delante de las nuevas propietarias con la escopeta de Angie, precipitando el desenlace.

El proyecto incluye destruir también El Hachuelo, con lo poco que tiene, lo que supone volver a empezar de nuevo. Emprende la última de las acciones defensivas de Los Marotos, Ya había sentido el acoso cuando se encontró dias atrás con los perros muertos, señal inequívoca de la ambición que empuja a las nuevas dueñas.

Sintió el calor en la cara cuando el fuego de Las Breñas se propagaba inexorablemente hacia el cielo. Con escaso equipaje, herguida y resuelta, se dirigió con pié firme hacia la costa dejando atrás la maldición de los Marotos y de los Jaldones.

Se puede observar aún en la playa el rostro adusto y el largo pelo de su dueña. Su porte algo altivo pero ligeramente desvencijado por los años. Aun puede verse entre las rocas su silueta. Su espiritu aún sigue flotando en el horizonte. Es su ultimo destino

Pedro Liébana Collado

 

 

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