Otras políticas
La reunión, hace unos días, en Valencia de cinco mujeres significativas de izquierda, aparte de haber molestado al facherío, no ha resultado demasiado cómoda para algunos dirigentes de esa izquierda instalada cómodamente en las direcciones de sus partidos. Un acto como este rompe el status quo vigente y señala otros caminos, no solo a los representantes sino también a los votantes de izquierdas.
Más que analizar las posibles repercusiones que, a nivel político, dicho acto haya podido tener, me interesan las sensaciones que han sido despertadas a las personas cercanas de izquierda que conozco -aquellas con las que he podido hablar hasta este momento- así como a mí mismo.
No estamos muy al corriente de cómo, dónde ni porqué se originó esta idea de reunirse estas significativas mujeres, lo único que sabemos es lo que ha dicho la prensa, poco fiable como siempre, y lo que, prudentemente, ellas mismas han declarado. Por eso, yo solo me atrevo a hablar de sensaciones.
El solo hecho de pertenecer cada una de ellas a formaciones diferentes, a la vez de que, individualmente, sean personas significativas de la izquierda real existente en este país, y que, superando ese instinto exclusivista y cainita propio de l@s polític@s en general, hayan decidido no solo a hablar entre ellas, sino hacerlo públicamente y dando la cara, lo entendemos, aparte de otras consideraciones también importantes, como un mensaje de estar buscando real y decididamente unidad y consenso.
Esto es lo que han creído entender los compañeros con quienes he podido hablar, y lo que, claramente, han entendido los miles de personas que espontáneamente llenaron el Olimpia, más las que se quedaron en la calle poniendo en evidencia las ansias de unidad de la izquierda que habita en todos y cada uno de nosotr@s. Para mí esto puede llegar a significar un momento mágico, uno de los que pocos que a lo largo de nuestras vidas es posible disfrutar, una implícita mascletá de esperanzadores mensajes de estas cinco destacadas mujeres, un anuncio prometedor, no solo para sus innumerables seguidores sino también para otras sensibilidades y donde, ellas, a su vez, han podido percibir el entusiasmo y apoyo de muchas personas a las que nos ilusiona un posible proyecto renovado y unificador de la izquierda.
El hecho de que sean Otras Políticas, el sugerente título o slogan del acto, pone de manifiesto algo que ya sabíamos: que en estos tiempos la vanguardia del proletariado ya no está en manos de esa clase obrera tradicional de principios del siglo pasado, sino fundamentalmente en las del movimiento de mujeres, obreras y no obreras, que en sus justas reivindicaciones y propuestas incluyen todo tipo de mejoras para el conjunto de la sociedad. Porque el Progreso vendrá con ellas, o no vendrá.
Miguel Álvarez