Pablo Iglesias, ¿sí, o no?
Lo dije en mi post “la cacería ha empezado”, y esto fue allá por 2014. Con la derecha no se puede ir de buena fe, no se pueden hacer las cosas a las claras, porque, el concepto que tiene la derecha de la izquierda, es que la izquierda debe ser miserable – strictu sensu – es decir, vivir en la precariedad (o eres pobre o no puedes ser de izquierdas) Y si eres rico o tienes “posibles” debes estar de su lado. La derecha, el fascismo, basa su ideología, si es que se le puede llamar así, a la simplificación de las cosas: lo bueno y lo malo, el rico y el pobre, el negro y el blanco. En su mente no cabe toda la gama de grises que existe.
Su propósito, desde el día en que Pablo Iglesias apareció, como azote de los conservadores de este país, arrastrando tras de sí a una ciudadanía desencantada y no representada por aquellos que se decían de izquierda, como el PSOE, y hastiados de las luchas intestinas de Izquierda Unida que, con la orfandad que dejó Julio Anguita, no conseguía levantar el vuelo; era destruirlo.
Ahora la derechona rancia de este país, la de los paraísos fiscales, la de los sobres marrones, la del dinero en B, la de los másteres regalados, la de las falsificaciones de firmas, la de las tarjetas black, la mafia, considera que tiene la llave para deshacerse de ese elemento incómodo que pone sobre la mesa todas sus zafiedades y se atreve a llamarles, en público, por su nombre.
He meditado largamente sobre el hecho de la famosa compra de la vivienda, así como sobre la decisión de Pablo Iglesias e Irene Montero de poner sus cargos a disposición del partido. Puede que haya quien se sienta incómodo por el precio del inmueble, porque considere que un militante de la izquierda no puede acceder a determinados bienes, que es una cuestión de principios. Yo no lo creo así, máxime si trato de empatizar con la ignominiosa situación de espionaje consentido (por el poder) en la que vive la pareja por parte de los medios de comunicación afines a los poderes fácticos de este país. Pudiera ser que no fuese el momento más propicio. Pudiera ser que lo razonable hubiera sido dimitir, como hizo Monedero, en lugar de pasarle la pelota a los militantes. Sí lo he pensado. Pero, por el contrario, también considero que puede ser una decisión acertada, que es un elemento diferencial. Cuando en el resto de partidos se produce un hecho que pueda ser origen de controversia, o de escándalo – nada más lejano al tema que estoy tratando – sale toda la cúpula del partido en bloque a defenderlo. Jamás nadie podrá decir que en Podemos hay quien se aferra al cargo, y el que continúa es porque las bases así lo deciden, y el que se va es porque él lo ha decidido, o porque las bases así lo quieren. Esto es lo que continúa haciendo a Podemos diferente.
También he escuchado y discutido sobre si el trabajo de Pablo Iglesias ya está amortizado, dicho con otras palabras, que el crecimiento de Podemos ha llegado a su techo y que Pablo Iglesias ya no va a atraer más votos. A la postre llego a la conclusión de que cualquier otro, y en la formación hay materia prima suficiente para asumir la Secretaría y la Portavocía del partido, es ahora mismo una incógnita: puede o no puede llevar a puerto esa tarea, pero si hay algo seguro es que, del mismo modo que Pablo, tendrá sus partidarios y sus detractores.
Que cada cual vote en conciencia.
Víctor Chamizo
Artículo publicado en RompamoslosGrilletes