Pascua de Humanidad
En un reciente encuentro de carácter cristiano, reflexionamos en torno al siguiente pensamiento: “Dios oyó el clamor de su pueblo” y tras oír a las personas migradas y descifrar sus deseos profundos celebramos las migraciones como los Éxodos y Exilios actuales. El desplazamiento de los pueblos es hoy la experiencia social, política y cultural que trasforma la Pascua cristiana en la Pascua de la humanidad, que aúna la salida de una situación opresora con la llegada a una tierra que se promete acogedora y fructífera para la humanidad entera.
A la luz de la Pascua se trasforma nuestra forma de relacionarnos con el espacio, con el tiempo, con las personas y con la esperanza. Cuestiona el espacio humano, y convierte las fronteras en lugares de tránsito hacia un mundo único y fraternal que Dios desea como patria de acogida, protección e inclusión, aunque nosotros a menudo las convertimos en lugares de ansiedad, precariedad y distopias.
Modifica la experiencia del tiempo que busa un futuro perfecto para las personas y sus familias y con frecuencia se queda sin presente y sin futuro; vivir el tiempo a la luz de la Pascua es convertirle en un tiempo de oportunidades y de creatividad como hemos visto en las experiencias que hemos compartido en dicho encuentro.
La Pascua modifica, asimismo, la relación con las personas que dejan de identificarse por el lugar de donde vienen y por el idioma que hablan, para convertirse en próximas y cercanos; no importa de donde vienen sino hacia dónde queremos ir; más allá del odio y del miedo establecen relaciones de colaboración.
Trasforma la forma de relacionarnos con la esperanza , ya que al caminar todos en la misma barca o hay un futuro compartido para todas o no habrá para nadie. La Pascua de Dios no tiene fronteras sino que la esperanza es una energía de pasaje, una llamada a encontrarse con las personas migradas. de carne y hueso, con otras fes, otros estilos de vida, otras expectativas.
La Pascua de Dios en la sociedad migratoria está naciendo en la intemperie, naciendo y muriendo al mismo tiempo. Las personas migradas son hoy el sacramental de la nueva esperanza en la que conviven la derrota de las apátridas, sin hogar, sin derechos, desplazados, ilegales e irregulares, y la causa indestructible del nacimiento de un mundo único, interconectado y fraternal.
Ximo Garcia Roca