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Pedro Sánchez, el cabezota que gana más batallas después de muerto que El Cid

«¿Si tuvieras que definir a Pedro Sánchez con tres o cuatro adjetivos o con una frase, ¿cuáles dirías?». El mensaje lo recibieron una treintena de dirigentes políticos, de todos los colores, en la tarde noche del jueves, cuando ya Rajoy había desaparecido del Congreso para enclaustrarse durante ocho horas en un restaurante y la moción de censura tenía asegurado el éxito.

El conjunto de respuestas de una docena de socialistas que lo tratan con mucha frecuencia y desde hace años trazan un retrato muy parecido: «Perseverante». «Tenaz». «Audaz». «Coherente». «Trabajador». «Optimista». «Leal a su palabra». «Constancia». «Concentración». «Cabezota». «Resiliencia». «Pura determinación». «Honesto». Y con frases completas: «Muy reflexivo, le da mil vueltas a las cosas antes de tomar una decisión, pero cuando la toma la lleva hasta el final». «De convicciones profundas y voluntad de hierro». «Humildad, inteligencia y una voluntad a prueba de bomba. Se dobla, pero no se rompe nunca, nunca tira la toalla». «¿Has visto Gatacca, la peli? Pedro es el protagonista, Vincent».

Los consultados de los otros grandes partidos le hacen al nuevo presidente del Gobierno un retrato mucho menos favorable. «Fondista, surfista, anodino, alto, incluso puede llegar a hacerlo bien por casualidad», apunta alguien desde la izquierda. «Contumaz, narcisista, inconsistente intelectualmente, no fiable», determina otro de los consultados, un veterano de la derecha liberal. «Creo que siente vértigo al contemplar su propia decadencia sustancial, moral y ética», concluye una voz muy conocida de la nueva derecha.

Pedro Sánchez-Castejón, madrileño que sólo cumple años cada cuatro, pues nació el 29 de febrero de 1972, se afilió al PSOE en 1993, se licenció en Ciencias Económicas y Empresariales en 1995 y entró en política muy poco después. Primero, como asesor de la socialista Bárbara Dührkop en el Parlamento Europeo. Más tarde, como jefe de gabinete del Alto Representante de Naciones Unidas en Bosnia, Carlos Westendorp, durante la Guerra de Bosnia. Nadie en su entorno veía en él por aquel entonces a un futuro líder.

Tampoco unos años después, ya en Ferraz 68-70 –sede central del PSOE–, era Pedro Sánchez el Blanco Boy con mayor futuro político. Los Blanco Boys eran tres treintañeros de los que se había rodeado Pepe Blanco, el todopoderosos secretario de organización del partido tras la victoria del año 2000 de José Luis Rodríguez Zapatero sobre José Bono por la secretaria general. Los tres jóvenes treintañeros tienen despachos cercanos, andan gran parte del día juntos y son buenos amigos. Además de Blanco Boys, algunos en la casa se refieren a ellos como «el alto, el malo y el guapo». El alto es Óscar López, 1,94 metros, licenciado en Ciencias Políticas, mano derecha de Blanco. El malo –el feo para otros– es Antonio Hernando, licenciado en Derecho: se ocupa primero de movilización electoral y después de formación interna. El guapo, y en la intención de los que le llamaban así éste era el mote más peyorativo de los tres, es Pedro Sánchez, asesor a secas, por entonces el menos relevante del trío.

Su carrera nunca le resultó fácil. Ha sido una constante montaña rusa de fracaso y de éxito, de no lograr lo que buscaba y de conseguirlo en la segunda oportunidad, en el rebote, por la ventana que se abre cuando nadie lo espera. Sea por tesón, perseverancia y audacia –como dicen ahora los que trabajan cerca de él– o por su gran capacidad de resistencia y de maniobra o quizás también por baraka, esa especie de suerte providencial que a algunos les conceden los dioses, lo cierto es que Sánchez ha salido indemne e incluso crecido y fortalecido de muchas situaciones adversas.

Su vida en la actividad pública es un continuo Guadiana, un hundirse y emerger, un morir y resucitar.

En 2003 iba en el puesto 23 de la lista del PSOE al Ayuntamiento de Madrid, y el PSOE consiguió 21 escaños. Sánchez se quedó fuera. Pero en 2004 dos concejales salieron y Sánchez no solo se convirtió en edil, sino en uno de los de mayor confianza de la entonces jefa municipal socialista, Trinidad Jiménez. Tanto, que fue la propia Jiménez quien en 2006 ofició la boda de Sánchez con Begoña Gómez, con la que tiene dos hijas.

En las elecciones generales de 2008, Sánchez ocupaba el puesto 21 de la lista socialista por Madrid al Congreso de los Diputados. El PSOE sacó 15 escaños, y Sánchez se fue a ganarse a vida de profesor asociado a la Universidad Camilo José Cela… hasta que en 2009 se había corrido tanto la lista socialista en el Congreso con nombramientos del Gobierno de Zapatero que Sánchez no solo entró en el hemiciclo, sino que incluso fue elegido por los periodistas como diputado revelación del año 2010.

En las elecciones generales de 2011, iba el undécimo en la lista socialista por Madrid al Congreso. El PSOE sacó 10 asientos, y Sánchez se volvió a la universidad y se dedicó a preparar su doctorado… hasta que en 2013 se corrió de nuevo la lista y volvió de diputado al Congreso y a tener un papel relevante en la conferencia política con la que ese otoño el PSOE intentó reinventarse con el empuje y el freno de Alfredo Pérez Rubalcaba.

En 2014, tras el fracaso socialista en las elecciones europeas y la caída de Rubalcaba del liderazgo del partido, Sánchez sorprendió a propios y extraños al anunciar que llevaba meses visitando las agrupaciones del partido por toda España y que se presentaba a la votación directa entre los militantes socialistas para elegir al nuevo secretario general. «Vuelve Pedro el Guapo, bonito continente y poco contenido», decían en Ferraz algunos por aquellos días. Casi todos los presuntos expertos auguraron que sería aplastado por Eduardo Madina. Pero no, fue él quien arrasó en la votación y se hizo con el liderazgo socialista. Entre sus primeras decisiones, ungir a los otros dos Blanco Boys. A Antonio Hernando lo nombró portavoz del grupo socialista en el Congreso y a Óscar López portavoz en el Senado.

En la noche del 20 de diciembre de 2015, con los pobres resultados electorales del PSOE humeantes, Susana Díaz y algunos otros barones socialistas lo iban a matar. Pero no, sobrevivió. El Comité Federal socialista de enero de 2016 también parecía que iba a matarlo. Pero tampoco. En octubre de 2016, esos mismos barones levantiscos y ese mismo Comité Federal lo mataban por fin. O eso parecía, porque ocho meses después, plazo en los que le abandonaron buena parte de los suyos (incluidos Antonio Hernando y Óscar López), se presentaba a las primarias socialistas y le sacaba diez puntos porcentuales a Susana Díaz pese a que a ésta la apoyaba la inmensa mayoría de las viejas glorias socialistas.

En marzo de 2016, fracasaba en el Congreso en su primer intento de convertirse en presidente del Gobierno. Ahora, y de nuevo para sorpresa de muchos, se convierte en presidente tras aprovechar la ventana de oportunidad que se le abrió hace apenas una semana con la sentencia de Gürtel y su impacto demoledor en Mariano Rajoy y en el PP. «Pedro es pura determinación, pura épica. Ha ganado más batallas después de muerto que El Cid», concluye alguien que ha vivido esas batallas desde cerca.

Ahora le llega la batalla más difícil de su vida. Y de la nuestra.

Arsenio Escolar
Artículo publicado en ElDiario.es

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