Poesía en tiempos de crueldad. Gioconda Belli a Nicaragua
En la noche
una mujer se levanta de puntillas
camina en la oscuridad
hacia el balcón volcado sobre el cielo
En la noche duerme el barrio a su lado
Los sueños de los vecinos flotan sobre los tejados
las figuras de esperpentos y duendes
se mezclan con los gatos y las aves nocturnas
El pecho de la mujer es una fragua
que arde con la leña del día. Está llena de humo
y el humo le saca las lágrimas.
La mujer grita. Abre la boca y sale de ella la tormenta.
La mujer grita:
¿Qué puede hacer la poesía?
¿Qué puede hacer la poesía?
¿Qué hacer con el hervidero de palabras
que la habita?
Las palabras suaves y las palabras duras
Las palabras ésas que se han venido haciendo urdiendo cavando
revoloteando revolviendo revolucionando
¿Qué puede hacer la poesía
con la revulsión?
¿Cuántas palabras amontonar para el asco?
¿Cuántas para el dolor?
En la noche, en la cama, ella escucha
las voces de la mujer, del hombre, lamentándose
Llora sin llorar. Llega un momento en la vida
en que se llora por dentro para adentro
después busca al marido entre las sábanas
y hace el amor; pero el amor se queda entre sus piernas
pegado a su piel, igual que la poesía se queda
dormida sobre el papel
¿Qué puede hacer la poesía para convertirse en libertad
en cielo abierto?
La poesía dormida sobre el papel
Es igual que las palabras que se escriben para que nadie las/ comprenda.
Es menester el ojo para que la poesía se levante y ande.
Es necesario el tiempo, el amor y el horror
para que la poesía se encienda como una lámpara
y salga con sus fósforos y luciérnagas
a iluminar la noche.
Con el ojo y la luz
nada es imposible para la poesía
en medio de la ciudad quebrada
los heridos por la muerte
y por la vida
cantan
La mujer los oye
Oye el ritmo antiguo de las voces
Ve a las mujeres moverse recostadas
las unas sobre las otras
meciéndose al ritmo de las palabras
entonadas por todos
La poesía es ese mundo terco y silencioso
Es el fervor dicho en voz baja
Es el alma que habla
Y no se da por vencida.
Gioconda Belli