Por quince monedas
No estaría mal que algunos empresarios probaran a trabajar por el salario mínimo, el legal, y los más valientes hasta podrían ofrecerse a experimentar estar en situación ‘presalarial’
Por quince monedas, la CEOE, la patronal, ha roto el consenso y sus propios compromisos. Saben que le han dado un triunfo al gobierno progresista de coalición, pero no les importa. Su actitud no es económica ni política, es ideológica. Llegarán a otros acuerdos y en esos sacaran su lado más petitorio y oportunista.
Con no perder la fe, basta, decía Teresa de Jesús; por eso, habría bastado con que los empresarios comulgaran con la prédica de Joe Biden: «Pagad más a los trabajadores», pero son tiempos de crisis, ni los católicos integristas reconocen a Francisco como papa, ni los anarcocapitalistas reconocen a Biden como papa del capitalismo.
No obstante, de papa para abajo todo es concierto en el episcopado capitalista. Antonio Garamendi, por la patronal, dice que la subida del salario mínimo será la culpable de que los empresarios, gravemente perjudicados por quince monedas, vayan a recurrir irremediablemente al fraude y a sumergir la economía.
En su frenética oposición a la subida, Garamendi ha recomendado a algunos diputados que pasen por la experiencia de contratar para ver cuánto sufren ellos contratando, legalmente entiendo. Ponerse en el lugar de los otros es bueno, no estaría mal que algunos empresarios probaran también a trabajar por el salario mínimo, el legal, y los más valientes hasta podrían ofrecerse a experimentar estar en situación presalarial, sin contrato, horas extras sin pagar y cotizaciones fraudulentas. Todo sería un buen tema para un informe del Banco de España y, desde luego, es más tarea para la ministra de Empleo.
Por debajo del papa, el gobernador del Banco de España ha saltado con el mismo quite y querencia a la que nos tiene acostumbrados. Advierte de que la subida del SMI va a perjudicar a jóvenes y trabajadores no cualificados. También antaño se lanzó al ruedo contra otra subida del salario mínimo, la subida de pensiones y de los sueldos de los funcionarios para anunciarnos terribles calamidades.
Claro que gana 214.956 euros y sus consejeros ejecutivos alcanzan los 70.826 brutos, mas unas dietas por asistencia de 1.119 euros por sesión (nótese que en unas horas superan el pernicioso SMI incrementado en 15 euros). Por otra parte, la CEOE subió la partida para sus sueldos corporativos un 12%, mientras se oponen por quince monedas. Los sueldos de los primeros dependen de la titular del Ministerio de Economía, hoy la ministra Calviño, que no está de acuerdo en la subida del SMI; con respecto a los salarios de los bancarios del Banco de España, no consta.
Por debajo del papa, la señora Calviño vio inaceptable, en su momento, la subida -y sin subir- , de los sueldos y bonus de los banqueros privados y rescatados y así se lo hizo saber al gobernador del Banco de España, sin que conste reacción ni pesar publicado del facundo gobernador por los dichos sueldos galácticos. Como tampoco objetó la españolísima institución que el presidente de la intervenida Bankia multiplicase por tres su sueldo con la fusión con La Caixa.
La comparación del SMI español, 965 euros, con el SMIC francés, 1.589,47 -criticado por insuficiente por los sindicatos- es sugerente pero suscita objeciones, aceptadas, porque se sostiene que el precio de la vida francesa es más caro. Cierto, si dejamos al margen el recibo de la luz. Pero falta algún dato más, el salario medio en Francia es de 3.182 euros, en España, 2.245 en 2020. En España, 1,2 millones de trabajadores están en ese tramo mínimo ahora elevado en 15 euros, siendo España, además, el segundo Estado miembro de la UE en pobreza salarial. Efectivamente ni Francia ni sus empresarios admiten comparación.
El poder tranquilo siempre ha temido una revolución de izquierdas pero en realidad vivimos en plena revolución de derechas, triunfante en todo el mundo que lo ha permitido, con artefactos, por ejemplo, como la globalización. Para ello, ha necesitado y necesita una cohorte y corte de cómplices, políticos, intelectuales, escritores, economistas cortesanos, funcionarios de la nobleza de Estado, músicos, artistas y periodistas que van escribiendo cada día la apología de sus desmanes.
Javier Aroca
Artículo publicado en ElDiario.es