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El Premio Princesa de Asturias a la UE es un insulto, una chulería y una vergüenza

 

El periodista y fotógrafo Gervasio Sánchez (Córdoba, 1959) cubrió entre 1984 y 1992 la mayor parte de los conflictos armados en América Latina. Pero, además, trabajó como enviado especial del periódico Heraldo de Aragón en la guerra del Golfo y en los distintos conflictos de la antigua Yugoslavia, África y Asia. Autor de numerosas publicaciones sobre su experiencia como reportero de guerra – El Cerco de Sarajevo, Vidas minadas, Kosovo, crónica de la deportación, Niños de la guerra, La Caravana de la Muerte, Las víctimas de Pinochet-, su trabajo ha sido ampliamente reconocido por casi 30 galardones. El jueves estuvo en Santa Cruz de Tenerife para dar una conferencia titulada La guerra no es un espectáculo en el TEA.

El título de la conferencia es La guerra no es un espectáculo . Sin embargo, los conflictos generan fascinación desde fuera y muchas veces se venden como eso, un espectáculo.

Esa fascinación por las guerras es un artificio. La mayor parte de la gente que siente esa fascinación nunca ha vivido una guerra. Lo que conocen es la forma en que se presentan las guerras. Pero un informativo de televisión da a lo sumo 50 segundos de imágenes, que normalmente son las imágenes más espectaculares: los combates, los bombardeos… En una guerra pasan otras muchas cosas pero siempre hay miedo, siempre hay gente que no puede moverse, hay familias que tienen niños, hay sexo, los niños van a la escuela… Todo eso no es un espectáculo, es la vida cotidiana, la lucha por la supervivencia. Igual en un día caen bombas durante diez minutos y pasan muchas más cosas en el resto del tiempo.

¿Es la parte que le interesa?

Me interesa mucho esa parte. Muchas veces he dejado de tomar fotos de los cadáveres porque son el menor problema de la guerra. Se les entierra y dejan de ser un problema. Pero ¿qué pasa con los vivos? Hay gente que sufre estrés postraumático, que se queda ciega, que sufre amputaciones…

Es la vida que sigue en medio de la guerra…

Viví en Sarajevo durante el conflicto de Yugoslavia y me interesaba mucho lo que hacían los jóvenes por el día. Iban al instituto y muchos murieron en el camino al centro. Iban a recoger agua a las fuentes porque no había en casa y en el camino los mataban. Los mataban hasta cuando estaban en la escuela. Estábamos a 20 bajo cero e iban a buscar leña y los mataban.

Su visión pues es más antropológica que periodística.

Cuando estás en una guerra, todo se desmorona y deja de haber reglas aparece un ser humano que se comporta de forma distinta a la vida corriente. ¿Alguien sería capaz de cortar el cuello al vecino? ¿Alguien sería capaz de violar a su vecina? ¿Alguien sería capaz de pegarle un tiro al hijo de la vecina? La respuesta normal sería qué me estás contando… Pues eso pasa muy a menudo en las guerras. ¿Qué ocurre? Pues que se les ha presentado al vecino sin la menor humanidad, se ha deshumanizado a las personas y se les presenta como un enemigo. Si no lo matas, te mata. La manipulación, las drogas y la incapacidad que tenemos los seres humanos de enfrentarnos con valentía al horror hace que la mayoría de la gente prefiera matar que morir. Ese es en realidad un acto de cobardía. En la guerra, los seres humanos acaban convirtiéndose en unos cobardes.

Usted habla mucho del caso de un joven que fue juzgado por violar y asesinar a decenas de personas en Yugoslavia. Nadie podía pensar que iba a ser capaz de cometer aquellos horrores.

Ese joven tenía 23 años. Lo juzgaron en Sarajevo en marzo de 1993 por haber cometido 30 crímenes, entre ellos la violación y asesinato de 12 mujeres y niñas. Piensas, teniéndolo a escasos metros y escuchando el pormenorizado relato del fiscal, que es la encarnación del mal. Lo más impresionante fue cuando llegó el turno de la defensa. Ese joven no tenía absolutamente nada que ver con el joven que conocía su familia, sus amigos, sus compañeros de trabajo o de instituto… Contaron que era un tipo gris, que nunca había hecho nada malo. ¿Qué pasa para que un ser humano que no ha matado una mosca se convierta en un asesino y violador? ¿El poder de la guerra? ¿El poder de las armas? Terminas pensando que es fácil que cualquiera de nosotros acabe haciendo cosas parecidas en una situación de conflicto. Todos los que hacen la guerra no son monstruos sino personas sencillas que acaban haciendo brutalidades.

Todos los corresponsales de guerra no son como Wilfred Burchett, el periodista australiano que se plantó en Hiroshima mientras los demás iban a cubrir la rendición de Japón en la Segunda Guerra Mundial. Contó el horror de la bomba atómica. Usted es muy crítico con la actitud de algunos corresponsales de guerra.

En el mundillo de los corresponsales de guerra, como en cualquier especialidad laboral, hay gente muy buena y verdaderos desalmados, gentuza. Hay amigos periodistas que murieron, que defendían el periodismo con mayúsculas, y gente a la que daba ganas de vomitarle en la cara. Es una especialidad compuesta por profesionales que de manera voluntaria se han especializado en los conflictos. Yo creo, de todas maneras, que para entender bien un conflicto y darle una correcta cobertura hacen falta periodistas en cada uno de los bandos enfrentados, contar las cosas desde los dos puntos de vista.

Pero cuando se empotra en un bando, ¿el periodista no corre el riesgo de perder objetividad?

Cuando estás con un grupo armado, ya sea regular o irregular, sea el ejército de Estados Unidos o la guerrilla salvadoreña, ese grupo armado te protege, te da de comer, te da buenas historias, buenas fotos… ¿Qué ocurre si ese grupo armado con el que llevas días o semanas entra en una aldea y algunos de sus miembros cometen violaciones o le pegan un tiro a alguien sin aparente razón? ¿Qué hace el periodista que está ahí, 24 horas, con esos combatientes? Pues la obligación es denunciarlo.

¿Qué debe tener un reportero de guerra aparte de la voluntad de querer serlo y jugarse la vida?

La mayoría de compañeros que conozco son personas normales. Ahí está Mónica Bernabé. Es una chica que mide poco más de uno cincuenta y el chaleco antibalas pesa mucho más que ella pero ha estado en las zonas más conflictivas de Afganistán, empotrada en las fuerzas especiales norteamericanas. Además, estaba en unidades en las que ella era la única mujer. Alguien que la vea por la calle alucinaría con que pese a su aparente endeblez haya hecho lo que ha hecho.

¿A usted que le llevó al frente?

Desde joven quería ver con mis propios ojos lo que pasaba en el mundo. También es verdad que contaba con una ventaja: hice el servicio militar en los paracas, parte precisamente aquí, en Canarias. Durante esos 20 meses, la mayoría de las maniobras fueron con fuego real. Tener una idea de cómo es un disparo de salida, un disparo de entrada y tantas cosas más te ayuda mucho; te permite estar mejor preparado física y anímicamente. Es curioso porque en las diferentes misiones españolas internacionales que cubrí me encontré con antiguos jefes militares. Eso me permitió asimismo conseguir favores.

Se dice que los soldados nunca son los mismos cuando se van que cuando vuelven. ¿Le pasa lo mismo a los periodistas?

Es normal. Cuando ves delante de tus narices lo fácil que es morir, cuando ves que la vida no vale nada… En cualquier lugar alguien te puede abrir la cabeza de un disparo. Pero la guerra me ha hecho mejor persona; me ha dado una serie de cualidades. Por ello me siento más generoso, tengo mayor sentido de la piedad, tengo una capacidad de empatía más desarrollada, soy más crítico y autocrítico…

Recientemente se ha sabido que el Premio a la Concordia Princesa de Asturias se va a dar este año a la Unión Europea. ¿Usted qué opina?

Acabo de llegar de estar en un barco de una ONG entre 500 refugiados que acababan de ser rescatados en el mar y que habían salido de Libia. Que se le dé ahora el Premio Princesa de Asturias a la UE es una sinvergüencería, una chulería, una señal de prepotencia… Me parece un error brutal. Yo entiendo que se premie a la UE capaz de evitar guerras en Europa desde 1945 entre potencias pero que se le dé este premio en 2017 en un momento en el que la UE es la mayor exportadora de armas ligeras del mundo -que son las que matan- y en un momento en el que no ha querido montar una operación de salvamento marítimo seria en el Mediterráneo, el Egeo o el Atlántico… Que barcos de las marinas de los países miembros, apoyados por aviones y drones europeos, que los tienen y con tecnología punta, sean incapaces de desplegarse y evitar decenas o miles de muertes en el mar o que con todos esos medios la UE sea incapaz de crear rutas alternativas para que los refugiados no tengan que jugarse la vida y ponerse en manos de las mafias… Es una vergüenza, un desastre, un insulto a la propia conciencia europea y una falta absoluta de respeto. Yo le daría el Premio de la Concordia a todos esos tripulantes de los barcos de organizaciones no gubernamentales que están haciendo el trabajo que debería hacer la UE. Ellos sí se lo merecen.

¿Qué vio en el Mediterráneo?

BARCO DE PROACTIVA QUE AYUDA A REFUGIADOS EN AGUAS DE LIBIA INAKI RUL LAN AL FONDO EL BARCO ASTRAL

Había visto muchas imágenes de compañeros que estuvieron en esos barcos pero hasta que estás ahí, en medio del mar, viendo esa tragedia, no alcanzas a ver la situación en toda su dimensión. Pasa con todo: la magnitud de las tragedias solo la puedes entender en toda su dimensión si estás en el lugar en el que ocurren. Hace dos fines de semana yo estaba en una de las lanchas de apoyo del Golfo Azurro, barco de la ONG catalana Proactiva Open Arms, haciendo fotos y ayudando a meter gente dentro. Cuando ya habíamos trasladado al barco principal a más de 500 personas, cuando este barco y los barcos de otras ONG habían recogido 1.500 refugiados, vimos en el radar que estaban saliendo de Libia 10 barcazas más repletas de desesperados, entre ellos muchos niños y mujeres. Estamos hablando de barcazas en las que en cada una van más de 120-130 personas. En una foto o en un vídeo ves un cuerpo, 20 cuerpos, 30 cuerpos, pero no ves la magnitud. La magnitud es lo que viví en el 94, cuando para poder entrar en los campos de refugiados ruandeses lo tenía que hacer pisando cadáveres. La gente moría tan brutalmente de cólera que los cadáveres se amontonaban por todas partes. ¿Qué es un punto en un radar en el Mediterráneo? Nada. El Mediterráneo se ha convertido en un inmenso ataúd de agua. Si no respondes con rapidez para auxiliar a esos barcos, mueren todos. Y, mientras, la UE mira para otro lado ante este horror.

Europa prefiere negociar con países de muy dudosa reputación y considerar que el problema no es suyo…

Mire, ¿sabe a qué se dedica la guardia costera libia? Le voy a mostrar un vídeo que filmé hace unos días en el que se puede ver. [Muestra el vídeo que tiene en su teléfono móvil en el que aparecen 43 niños y mujeres recogidos de una barcaza. Algunos niños lloran desconsolados. De fondo se ve una embarcación de la marina libia, que no hace nada por rescatar a nadie]. Ve el barco libio, ¿no? Lo que hacen es que se acercan a las barcazas de los refugiados, agarran el motor, lo meten en su barco, queman las barcazas y vuelven a Trípoli, donde venderán el motor. El día que hice esa grabación vendieron cinco motores. Calcule a mil euros por motor… Que la UE diga que está negociando con este tipo de gente me parece una falta de respeto a la dignidad, un ejercicio de hipocresía brutal y un cinismo sin límites.

Y, mientras, África sigue generando desesperados y explotada por potencias europeas…

Ese es un problema supergrave. África está multiplicando su población de una forma brutal. Hace 20 años, en ese continente vivían 850 millones de personas. Ahora ya son 1.100 millones. Estamos hablando de más de 250 millones de jóvenes. Esto no se va a poder frenar si no se ponen en marcha unas políticas serias de desarrollo en los países de origen. Y para hacer políticas serias de desarrollo se tiene que dejar de corromper a los gobiernos africanos. Pero seguimos corrompiendo a los gobiernos africanos, sobre todo nuestras petroleras, nuestras grandes compañías de pesca, las grandes empresas energéticas… Los ingleses, los españoles, los franceses, los alemanes, los portugueses, los americanos, los japoneses, los rusos, los chinos… Todos corrompen a los gobiernos africanos para conseguir mayores beneficios. Y con gobiernos corruptos en África y el saqueo de sus recursos se cronifica la pobreza, pobreza de la que huyen esas miles y miles de personas. No se juegan la vida porque sí; se juegan la vida, como lo ha hecho tanta gente a lo largo de la humanidad, para huir de la pobreza y la desesperación. ¿Alguien cree que todas estas personas que pagan cientos de euros, que se juegan la vida, que beben su propia orina, que recorren medio continente, que se exponen a torturas y violaciones, que mueren en el camino o sufren todo tipo de humillaciones lo hacen porque están aburridos en sus lugares de nacimiento?

Pero seguimos mirando a África con unos ojos egocéntricos e interesados.

Y no vienen más a Canarias porque España ha reforzado con medios propios a los países vecinos y porque se ha cerrado esa puerta. Pero entonces huyen por otro lado, otras rutas mucho más peligrosas donde está muriendo mucha gente.

Cambiando de continente, Venezuela acapara ahora toda la atención en América por la crisis institucional que sufre. ¿Cómo ve la situación en la que llamamos en Canarias la Octava Isla ?

Nunca he estado en Venezuela. Cuando yo empecé a trabajar, en los años 80, Venezuela era la Arabia Saudí de América Latina y allí no pasaba nada. Caracas era entonces, y lo sigue siendo ahora, una capital muy violenta, con unos altísimos índices de delincuencia. En ese momento había muchos focos abiertos, dictaduras y guerras, pero ninguno estaba en Venezuela. Pero hay una cosa que me preocupa mucho de Venezuela: se ha creado la idea de que todo lo que pasa en Venezuela ahora viene del 98 [cuando Hugo Chávez accede al poder al ganar unas elecciones democráticas]. Sin embargo, todo el mundo ha olvidado lo que ocurrió entre el 73 y el 98. Son 25 años en los que los gobiernos socialdemócratas y democristianos robaron lo que no se ha robado en ninguna parte del mundo. El único gobierno de América Latina que tuvo que dimitir por corrupción y latrocinio fue el de Carlos Andrés Pérez, que era socialdemócrata, amigo de Felipe González, Mitterrand, Olof Palme y demás jerarcas socialistas. ¿Y por qué digo el 73? Porque en el 73 se produce la Guerra del Yom Kipur, que provoca que se disparen los precios del petróleo. Países como Venezuela se vieron enormemente beneficiados. O eso sería lo lógico. Pero en realidad quienes se llevaron muchos beneficios fueron estos líderes que estuvieron hasta el 98.

¿Qué opina del postchavismo de Nicolás Maduro?

Maduro me parece un impresentable de cuidado. Ya el segundo gobierno de Chávez fue un desastre total. Pero echarle toda la culpa solo a estos señores cuando enfrente tienen a la clase dirigente que robó y prostituyó a ese país y lo convirtió en un desastre, en todos los sentidos, me parece un acto deliberado de manipulación. Pero el chavismo, al estar en el poder, debía haber tenido la habilidad de evitar esta confrontación. No obstante, no la ha tenido. Con Chávez creo que esta situación no se habría dado.

Y entonces llegó Trump…

A mí con Trump me pasa algo muy curioso: ha llegado como un elefante en una cacharrería y ha posibilitado algo increíble, que nadie recuerde los ocho años de Obama. Ha convertido a Obama en el político perfecto cuando Obama tiene en su haber un montón de errores importantísimos, aparte de un montón de muertos a sus espaldas por un uso brutal de la violencia. Ahí está el uso de los drones en Afganistán. El tonto de Trump, con su prepotencia, ha hecho que el listo de Obama se salga con la suya. De todos modos, Trump puede decir misa pero en Estados Unidos hay una cosa que se llama establishment y que manda muchísimo. Ahí está el mismo Obama, que prometió mucho y no cumplió nada.

El periodismo afronta un cambio de modelo y atraviesa una grave crisis, que afecta incluso a la credibilidad de grandes cabeceras como El País .

Pero nadie se puede sorprender de lo que está pasando por ejemplo en El País. Lo que está pasando es que sus intereses mediáticos están hoy vinculados al PP, de la misma forma que en el pasado estaban vinculados al PSOE. Igual que Felipe González se benefició en su imagen pública de la alianza con Prisa, al punto de que Prisa jamás criticó a González por terrorismo de Estado ni por corrupción generalizada en su último gobierno, ahora mismo el PP es el que se está beneficiando. ¿Por qué? Porque el Gobierno del PP le puede resolver parte de sus problemas de liquidez.

¿Y su visión en general?

El periodismo es vigilar al poder político y económico. Y los medios de comunicación tienen que invertir en que eso se mantenga. ¿Qué ha ocurrido? Que en este momento los intereses de los medios de comunicación están centrados en salvar los muebles y se han aliado con el poder político y económico hasta el punto de acostarse en la misma cama. Y mientras esto ocurre, los grandes directivos solo quieren seguir ganando dinero, mucho dinero.

Artículo publicado en La Opinión de Tenerife

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