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Quinta semana entre fango. Insensateces. soberbias y disparates

Vivimos una época de absurdos. Se acumulan acciones y gestos que parecen más del surrealismo que de una realidad razonada del siglo XXI.

Lo preocupante es que este cúmulo de insensateces debilitan a nuestras democracias que se encuentran cada vez más amenazadas por la polarización, las fake news, las autocracias, los irresponsables, los negligentes y los negacionistas.

El primer disparate lo ha protagonizado el millonario chino, Justin Sun, que se ha gastado 6´2 millones de dólares por la provocación de Maurizio Cattelan pegando un plátano a la pared con esparadrapo para denunciar la frivolidad en el arte. Pero este hombre millonario, aburrido al tiempo que soberbio, capaz de mostrar públicamente que tiene tanto dinero que puede hacer lo que le dé la gana, incluso el ridículo más espantoso, ha llegado al absurdo más patético.

¿No ha imaginado este hombre otro destino más productivo, benéfico, solidario, empático para esos 6 millones de euros? Cuando oí la noticia no pude reprimir dos grandes lágrimas de indignación, impotencia y vergüenza ajena por tal frivolidad.

El segundo despropósito se ha protagonizado en el Senado que ha dado cobijo a la VI Cumbre Transatlántica contra el aborto, un encuentro organizado por la Red Política por los Valores, organización internacional de ultraderecha, que reúne a unos 200 políticos de varios países de ideología ultraconservadora. Allí hemos visto al exministro del Interior del PP Jaime Mayor Oreja en su salsa, no solo se ha opuesto al aborto, al matrimonio homosexual y a la eutanasia, sino que ha proclamado sin rubor la defensa del creacionismo contra toda evidencia científica.

Mientras los absurdos y las desvergüenzas políticas se acumulan en la Comunitat Valenciana.

¿Qué ha pasado en una semana? Lo más significativo ha sido de nuevo el grito multitudinario del pueblo valenciano exigiendo la dimisión de Carlos Mazón. Más de 100.000 personas han recorrido el centro de la ciudad de Valencia para exigir responsabilidades políticas.

Y Carlos Mazón, una vez más, ha hecho oídos sordos en su escurridiza huida hacia adelante nombrando nuevos cargos y destituyendo a otros, con el fin de eludir su propia dimisión. Ahora toca destituir al segundo escalón. El nuevo dimitido de esta semana ha sido Emilio Argüeso, secretario autonómico de Emergencias.

Por cierto, un responsable que ha estado tan desaparecido como el propio Mazón. Argüeso fue nombrado personalmente por Mazón, con el que comparte amistad desde hace años. Su paso por la política ha sido variopinta y camaleónica: estuvo unos meses en Juventudes Socialistas, luego pasó al PP, más tarde a UPyD, pasó a Ciudadanos, acabó en el grupo mixto, y finalmente volvió al PP para ocupar varios puestos, entre ellos, el de responsable de Emergencias.

¿Cuál fue su papel en esta tragedia? Emilio Argüeso estaba en una reunión de festejos taurinos durante la tarde de las inundaciones, y no apareció hasta las 11.00 horas del día siguiente a las reuniones de emergencia.

Este señor ha estado calladito durante más de un mes esperando a ver si el diluvio no le arrastraba a él. Pero su ausencia como responsable ha sido tan atronadora que resultaba imprescindible su salida del gobierno. Como imprescindible resulta que Carlos Mazón se vaya. Cada día que pasa al frente del gobierno, la indignación por su desvergüenza y falta de moral aumenta entre la ciudadanía.

Y seguimos con los absurdos incomprensibles (por eso son absurdos) como ver a militares que son conselleres y vicepresidentes de gobierno como es el caso de Gan Pampols, que cobran mucho más porque su capacidad no es política sino de especialista, y que han demostrado que tampoco la empatía es una de sus virtudes. Sus primeras declaraciones lo retratan: “Una cosa es la afectación, que esa es imposible de prever, y otras son las pérdidas de vidas, que esas en un plan de alerta ordinario lógicamente se podrían haber salvado. No todas, porque como saben ha muerto gente que vivía en bajos de casas que no tenía a nadie que le conociera y ha fallecido ahogado en su casa”.

En fin, como nos ha enseñado Gan Pampols, en el ejército se dice “ni pedir ni rehusar”. En estas nos encontramos que todavía desconocemos cuál será el sueldo de este súper conseller militar.

Epílogo: las zonas afectadas tienen sus calles sin barro, pero existen todavía muchos garajes inundados, los coches se acumulan a miles en las calles, los bajos de los locales y viviendas han sido arrasados por las aguas, los negocios de los polígonos industriales tardarán muchísimo en volver a funcionar aunque aproximadamente un 15 o 20% quizá no vuelvan a abrir; por fin el metro funciona de nuevo, se están restableciendo las infraestructuras de conexiones como autovías, carreteras y puentes, y los niños vuelven a la escuela.

El mayor peligro ahora es la contaminación por el polvo seco del lodo, la obstrucción de las alcantarillas, el miedo que vuelva a suceder.

No hay normalidad. Visitar las zonas afectadas es contemplar zonas devastadas, con daños inimaginables, como una distopía.

Ana Noguera

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