Ramón Lobo – «Todos Náufragos»
Libro: “Todos Náufragos”.
Autor: Ramón Lobo
Editorial: Ediciones B
Año: 2015
Ramón Lobo es un periodista, corresponsal de guerra, que recoge en esta obra la crónica de sí mismo, su razón de ser. Es un monólogo lleno de reflexiones sobre su familia, su vida, la profesión y sus motivaciones. Una auténtica confesión de parte. Es un texto deslumbrante, intimista, lleno de fuerza y convicciones, un legado literario a modo de testamento vital.
En él se encuentran y se desgranan los perfiles de su educación, la realidad de una familia, como muchas españolas, que se han movido una parte en su fidelidad al régimen de Franco, y la otra mitad enfrentada a todo, practicando la disidencia, bien desde una perspectiva liberal, cuando no decididamente alineada con la izquierda, en la cárcel y el exilio. En algunos momentos el monólogo alcanza niveles desgarradores y dolorosos, en otros pasajes triunfan los rasgos irónicos y reflexivos. Como bien dice:
“Soy parte de esa segunda generación dañada: no viví la Guerra Civil ni la posguerra de los fusilamientos, las venganzas y el hambre, pero tengo sus males metidos en el cuerpo. Me los inocularon por vía familiar”
Como reportero, reconoce que su afición está relacionada con esa búsqueda personal de las emociones, del compromiso con el dolor ajeno, y el deseo inevitable de darlo a conocer. La rama de los familiares exiliados a los que conoció en la edad adulta le dejaron una huella como un miembro mutilado desde el que se emiten sensaciones desconocidas que hoy identifica. Es un relato lleno de señales, huellas como cicatrices, que afloran a través de la historia. Es otra parte más que percibe de sí mismo. Amputad. Un paisaje nuevo con el que se tropieza y en el que se detiene a hacer recuento. En realidad, son los mismos escenarios que se encuentra en su vida de reportero, reconociendo detalles en aquellos con los que se tropieza.
Así, señala en el texto, sus vivencias como periodista:
“Mi trabajo como enviado especial a zonas de conflicto, como reportero del dolor ajeno, consiste en emocionarme; así soy capaz de conectar con la persona que padece las bombas y los disparos, la injusticia, la violencia sexual, la miseria. Mi emoción me ayuda a escuchar la suya, a comprenderla y vivirla de alguna manera. Cuando llega el momento de escribir, esa desazón personal desaparece, no tiene cabida en el texto porque solo era el camino para estar «más cerca”
El relato acumula experiencias en lugares tan dispares como Bosnia y el conflicto en los Balcanes, Chechenia, Haití, y varios destinos en África, en medio de los innumerables escenarios de luchas y guerras locales, de las que ha sido testigo, dirimidas por el poder con el único afán de disponer de los recursos naturales
Ha conocido guerras por luchas tribales, otras motivadas por la explotación de metales preciosos, del coltán, del petróleo y las diferentes fuentes de riqueza, mientras que la población civil, ajena a esos objetivos, ha pagado un alto precio, incluso, con su vida.
Ha anotado el papel de las grandes potencias en los conflictos. Ha recogido en sus crónicas sus derivadas, los llamados efectos colaterales como suelen indicarse en las crónicas oficiales.
Muchas veces sus abundantes referencias a la guerra civil española que señala en el texto, son las mismas huellas que las anotadas en los conflictos bélicos que ha visitado.
La justicia poética es una estafa más de los vencedores. Los que eran estraperlistas y mafiosos pasaron en una generación a ser empresarios sin pasado, y en dos, a impartir lecciones éticas desde la tribuna del Ibex-35. Sucede en los Balcanes, en Ucrania y en Rusia. Es más fácil denunciar lo evidente en los demás.
En muchos pasajes de su largo monólogo se recogen los amargos momentos del áspero maltrato de su padre, de sus bofetadas y sus destemplanzas. Es la carencia afectiva, en suma, que vivió en la infancia. De cómo le costó descubrir después de su muerte, su pasado, y el motivo de su distanciamiento. De la tremenda herencia dejada por el franquismo en la piel de todos los españoles. De los vencedores y de los vencidos.
De la herencia republicana encontró las huellas de su abuelo y bisabuelo paternos, médicos ambos, entregados a defender a los humildes y a curar sus enfermedades, comprometidos con el régimen de libertadas de la República, de la democracia existente en su tiempo, donde conocieron y vivieron pasajes de libertad, de otra vida y otra infancia. Mientras que la suya plagada de beatería y de dependencia de la religión, está supeditada a la presencia de los curas y monjas, que deambularon por su casa durante su infancia y su juventud. Es muy fácil seguir su relato, aunque su prosa cuenta con pasajes desabridos e incluso descarnados.
Sus experiencias de periodista, sus visiones del mundo, y sus recuerdos se confunden en una obra acíbar no exenta de ironía constituyendo una crónica de nuestros días, ampliada a varias generaciones de españoles que han chapoteado en el mismo barro luchando por su libertad en sus años de ausencia.
No es una crónica negra, tiene colores, algunos tornasolados, a veces, nítidos. Está todo sobriamente recogido en una prosa certera, afilada y convincente.
Colaborador actual de la cadena Ser, puede seguirse su estela en los medios en los que colabora. Se abre paso en ellos dejando su huella a través de su vozarrón grave, y su pensamiento agudo. Es uno de nuestros mejores reporteros vivos que se ha dejado parte de sí mismo más allá de nuestras fronteras.
Hace poco murió la madre del autor, Maud, una inglesa que en su juventud compartió y formo parte como administrativa del grupo de confianza del gobierno en la sombra del general De Gaulle en Londres. Su infierno comenzó con su matrimonio con un falangista, divisionario español en Rusia, primero en Venezuela, y luego en Madrid. Acabó casándose con él y su dolor se repartió en el tiempo, con sus hijos y su familia. Ramón Lobo en estas páginas nos ha hecho partícipe de sus señas de identidad en medio de este lienzo en el que vivimos.
Como el mismo afirma: “Somos náufragos en medio de un mar de vida, situados en un lugar que no hemos escogido para nacer”
Pedro Liébana Collado