Reflexionando, que no es poco
Pasar una mañana de sábado en una jornada de debate y reflexión es todo un lujo, y mucho más si los participantes de tal evento son de la talla de la poeta Paquita Rams, la también poeta y escritora Gloria de Frutos, el político Cayo Lara y la filósofa Ana Noguera.
En dicha jornada, organizada por la Fundación Hugo Zárate, en colaboración con ConcilyArte, se habló de la obra de Cervantes en relación a las mujeres, la sociedad y la crisis. Mujeres, sociedad y crisis de entonces y de ahora.
Cuatro siglos nos separan de aquella España que dibujaba Cervantes a través de la sátira, con su inapreciable caballero Don Quijote, siempre acompañado por su bondadoso escudero Sancho. Y es que cuatrocientos años dan para muchos cambios, aunque tal como pudimos apreciar en todas las intervenciones, seguimos manteniendo algunos pensamientos y algunas costumbres tan arraigadas, que no hemos sido capaces de desligarnos de ellas…
«Yo nací libre, y para poder ser libre escogí la soledad de los campos.» Así habla Marcela, la pastora, para poder huir de aquella sociedad patriarcal y estratificada, en la que las mujeres tenían muy poco que decir. Cierto es que ya no nos casan en la cuna y que hemos avanzado en derechos y libertades, pero siguen conviviendo con los españoles y españolas del siglo XXI muchos prejuicios y estereotipos machistas, encontrándonos aún con situaciones en los que las mujeres hemos de dar explicaciones de nuestras opciones vitales (si estamos solteras, si cambiamos mucho de pareja, si hemos decidido no ser madres, o si por el contrario hemos decidido serlo solas…) cuando a un hombre no se le plantean estas cuestiones en ningún momento de sus vidas.
Y qué decir del panorama político, en el que los de arriba siguen siendo ricos y siguen aprovechándose de los de abajo, con mentiras, chanchullos y estafas por doquier, nada diferente a lo que nos pintaba Cervantes en su obra.
Seguimos igual que entonces, aunque yo diría que aquellos pobres tenían varias ventajas sobre nosotros, los pobres actuales, y es que ellos, por un lado, eran conscientes de que lo eran. Sabían de buen grado cuál era su estatus social y también tenían claro que los gobernantes se aprovechaban de sus trabajos y haciendas. Y, por otro lado, no tenían los medios de comunicación actuales para marearles con informaciones sesgadas… lo que les hacía un poco más libres y más conscientes de su realidad.
Solo así, pensando en que vivimos en un engaño construido a nuestra medida y nuestro intelecto, se puede entender que nosotros, esos pobres con delirios de grandeza, sigamos votando a esos malos gobernantes, que nos han dejado las arcas vacías, robándonos nuestro futuro y el de nuestros hijos e hijas.
Ojalá tuviéramos a muchos Sanchos en las candidaturas electorales. Personas llanas y honestas que rechazan las galas e insignias y que cuando salieran de sus puestos de gobierno pudieran decir, como Sancho cuando dejó la Ínsula Barataria, «Si no os hice mucho bien, tampoco quise haceros mal. Nadie murmure de mí, que fui gobernador y salgo con las manos limpias. Desnudo nací, desnudo me hallo: ni pierdo ni gano. Adiós, señores.»
María José Navarro.
Artículo publicado en Elperiodic.com