Reticentes y negacionistas: quiénes se oponen a las políticas climáticas
En plena celebración de la 27º Cumbre del Clima en Egipto, el Center of Economic Policy de Esade acaba de publicar un informe revelador: a pesar de que para el 71% de la población española los efectos del cambio climático son claramente visibles, un 17,5% es reticente a la toma de medidas paliativas. Es el resultado de una desconexión entre la realidad de la ciudadanía y el ejercicio político.
No será en 2030, sino mucho antes. La Organización Meteorológica Mundial (OMM), en su informe Global Annual to Decadal Climate Update ha señalado recientemente que las probabilidades de que el aumento de la temperatura global alcance los 1,5 ºC antes de 2026 son del 50%. Hace un lustro, cuando se alcanzaron los Acuerdos de París en los que se fijó ese límite, apenas alcanzaban el 10%.
Los efectos son palpables más allá de los datos. Por ejemplo, España ha vivido este año su verano más caluroso desde 1961, según la AEMET, misma agencia que anunció en septiembre que el año hidrológico 2021-2022 había sido el tercero con menos precipitaciones de la serie histórica. Además, al margen de la guerra en Ucrania, la sequía que se está viviendo en países de la cuenca mediterránea, India y algunas regiones de China han comprometido la producción mundial de cereal, un acontecimiento que está encareciendo los alimentos en todo el globo, afectando en especial a los países menos desarrollados.
Una sociedad ambivalente
Sin embargo, a pesar de la evidencia, todavía hay cierto porcentaje de la población que sigue oponiéndose a la toma de medidas para paliar las consecuencias del cambio climático. Algunos incluso afirman que no existe un impacto humano sobre el clima. Así lo revela la radiografía social que acaba de publicar el Center of Economic Policy de Esade, Los reticentes a las políticas contra el cambio climático: quiénes son, qué piensan y cómo votan.
La investigación, realizada por Lluís Orriols, de la Universidad Carlos III de Madrid, y Jorge Galindo, de EsadeEcPol, comienza señalando los datos aportados por el CIS en septiembre de 2022. Según el organismo estatal, el 8,6% de los encuestados no creen que asistamos a un proceso de cambio climático. Por otra parte, el estudio de Ipsos aportó otro dato clave: el 71% de los españoles considera que los efectos sobre el clima son notorios, una percepción equivalente a la de Italia (70%) y muy superior a la de otros países europeos del entorno, como Portugal (59%) o Reino Unido (45%). Sin embargo, estos resultados quedan desnudos de sus efectos político-económicos.
A este último terreno se dirigen los investigadores, que preguntaron a los encuestados sobre decisiones gubernamentales frente al uso de carburantes, es decir, subvenciones, prohibiciones y modificación o creación de impuestos. La primera conclusión es que el grupo de los reticentes (quienes se oponen a regulación) es del 17,5%, siendo el de negacionistas del cambio climático un 5%.
En el lado opuesto de la balanza se encuentra el grupo de los favorables, un 18,5%. En otras palabras, la mayoría de la población no tiene una opinión determinada al respecto. De hecho, solo existe apoyo masivo a la concesión de subvenciones a la compra de vehículos eléctricos e híbridos (de cero a diez, 9,27 entre el grupo favorable y 7,77 entre el de ambivalentes). Ni la prohibición de la circulación de coches diésel a partir de 2025 ni el aumento de impuestos especiales sobre la gasolina reúnen apoyos suficientes, incluso entre el grupo favorable a las medidas, que apoya ambas con apenas seis puntos.
Los investigadores defienden que la causa detrás de estos españoles que perciben con claridad los efectos del cambio climático y, al mismo tiempo, se oponen a medidas gubernamentales para paliarlo se debe a la inmadurez de la competición política a la hora de idear propuestas. La reacción a las medidas que se puedan tomar al respecto desde las instituciones públicas es imprevisible, según los autores.
¿Cómo son los reticentes a las políticas climáticas?
El grupo de los reticentes está masculinizado, con una diferencia favorables-reticentes de 0,34 puntos a favor de los reticentes entre los hombres y de 2,35 puntos en beneficio de los favorables entre las mujeres. En cuanto a la edad, la población joven de entre 18 y 34 años denota un mayor apoyo a la toma de medidas gubernamentales, junto con los mayores de 65 años. El grupo de los reticentes gana adeptos, en cambio, entre la población en edad madura, en concreto entre el grupo de edad de entre 45 y 54 años.
Un detalle muy esclarecedor: solo los habitantes de municipios menos de 10.000 habitantes muestran una tendencia de 3,66 puntos hacia el grupo de los reticentes a las medidas contra el cambio climático. Sin embargo, por encima de los 10.000 habitantes, la tendencia se revierte hacia los favorables que se incrementa conforme lo hace el tamaño de la ciudad. Aquí existe, como apuntan los autores, una evidente confrontación de pareceres entre la población rural y la urbanita. Asimismo, el informe revela que son los españoles de clase media quienes más apoyan actuaciones por parte del Estado, tendiendo a oponerse más las clases altas y las bajas.
¿Cómo piensan los reticentes?
Para conocer las diferencias de pensamiento entre los tres grupos, los investigadores preguntaron sobre impuestos, cultura, derechos civiles e individuales, la cuestión migratoria y el debate sobre la centralización o descentralización del Estado. El resultado es una evidente conjunción entre la postura de la muestra en torno al cambio climático y otros problemas sociales, como los derechos LGTBIQ+ o la libertad de entrada de los inmigrantes.
El grupo de los reticentes se mostró más contrario a la igualdad en derecho de adopción para miembros de la comunidad LGTBIQ+ y a la entrada de inmigración en el país. Si bien en estas cuestiones los grupos de los favorables a las medidas climáticas y el de los ambivalentes son bastante coincidentes, en cuestiones organizativas del Estado, como la variación de la relación impuestos-servicios y la cuestión de la centralización del país, tanto el grupo de los reticentes como el de los ambivalentes se han revelando de opiniones semejantes. Estos resultados han hecho pensar a los investigadores que, a nivel cultural, las posturas conservadoras muestran un mayor efecto de tracción entre los ambivalentes.
El signo político de los tres grupos coincide con los datos anteriores. Un 63% de los encuestados favorables a la aplicación de medidas climáticas declararon ser de izquierdas, mientras que entre los ambivalentes hay una inclinación de 5,6 puntos hacia ideologías de derecha que hacia las de izquierda. Los reticentes, en cambio, defienden posiciones conservadoras en su mayoría.
La probabilidad de que un encuestado con ideología de izquierda o de derecha se muestre reticente a las políticas climáticas es, igualmente, clara: un 33 % entre los seguidores de la extrema derecha frente a un 8% de los defensores de ideas de extrema izquierda. Una tendencia que se agudiza al comparar la cuestión climática con derechos LGTBIQ+, la inmigración, los impuestos o la centralización del Estado.
¿Qué votan los reticentes?
Desde una perspectiva democrática, las inclinaciones de los encuestados de los diferentes grupos hacia cada uno de los principales partidos del país terminan por confirmar las anteriores conclusiones del estudio. El 55% de los reticentes son votantes de partidos de la derecha ideológica, mientras que un 68% de los favorables prefieren conceder su sufragio a partidos de izquierda.
El informe destaca a dos partidos como ejemplos de vanguardia en la polarización entre reticentes y favorables a las medidas contra el cambio climático. A favor de las acciones se encuentran, con gran distancia respecto de otros partidos, el PSOE (42,80%), muy alejado del segundo al frente, Unidas Podemos (25,30%). En contra de las medidas, casi con igual porcentaje de reticentes se encuentran PP, PSOE y VOX (26,20%, 20,60% y 20,60%).
Es decir, el PSOE es el primer partido en aglutinar ciudadanos favorables a las políticas climáticas y el segundo en representar igualmente a quienes se oponen frontalmente a ellas. VOX, por su parte, muestra el mayor extremo entre su porcentaje de votantes sensible a la crisis climática (2,90%) y quienes la ignoran, o incluso la niegan (20,60%, en empate con el PSOE). De hecho, solo un 5% de los electores que prefieren a la formación conservadora afirman que podrían llegar a estar de acuerdo, llegado el caso, con una transición verde. No obstante, como recuerdan los autores del informe, el grupo de los ambivalentes impera en cada uno de los principales partidos políticos del país.
Una sociedad sin criterio medioambiental
Hay una conclusión absolutamente objetiva: la inmensa mayoría de los encuestados se muestra a favor de unas medidas y en contra de otras, incluso no tiene clara la finalidad. El llamado «grupo de los ambivalentes» en el estudio revela una desconexión entre la realidad y el ejercicio político. Mientras un 71% de los españoles parece estar de acuerdo con la existencia de una emergencia climática, esa inmensa mayoría tampoco tiene claras las medidas a tomar, ni siquiera si deben tomarse.
Por otra parte, el ciudadano reticente a las políticas ecológicas es, mayoritariamente, varón, de entre 40 y 50 años, de clases altas y bajas y votante de partidos conservadores. En los extremos se encuentran los jóvenes (hasta los 34 años) y los mayores de 65, favorables a intervenir en favor del medio ambiente. Un desafío y un compromiso con el clima mundial que los partidos políticos y la sociedad española aún tienen que desarrollar.
Daniel Lorenzo Cardiel
Publicado en Ethic