¿Se acusará a Dios de bolivariano y comunista?
Me cuesta entender a esa parte del clero que aboga por la ultraderecha y que dice que es la que defiende a la Iglesia
Le doy gracias a la vida porque me ha ofrecido amistades con formas de pensar y sentir diferentes, diversas. He podido compartir la vida con personas entrañables y llenas de profundidad, personas que podía caminar junto a ellas desde su agnosticismo, desde su ateísmo, de esa fe que dice que «debe existir algo», y yo desde mi fe en el Dios de Jesús de Nazaret, en Jesucristo. Encuentros llenos de respeto y apertura. Nos unía el cariño y la lucha por un mundo más humano, cada uno desde nuestras creencias. No había rechazo, a pesar de la crítica a la institución eclesial y a esa historia en la que conviven las miserias y las crueldades con la grandeza y la promoción de la dignidad humana.
Me cuesta entender a esa parte del clero que aboga por la ultraderecha porque dice que es la que defiende a la Iglesia y muestra rechazo al Gobierno actual, sobre todo, a Pedro Sánchez y Pablo Iglesias; una ultraderecha, en general, que muestra una fe, pero una fe desde el odio y el rencor. Una pequeña ironía: se puede y se debe ser crítico con el Gobierno, pero ponerle coletas al demonio…, en fin. ¿Quién les ha dicho que los homosexuales, por ejemplo, se van a condenar y ellos a salvarse? Muestran una fe religiosa que excluye, que margina, que apuesta por los enriquecidos y rechaza a los empobrecidos. Piensan que tiene que existir pobres para que ellos puedan ejercer la limosna, su forma de entender la caridad. Por eso, cuando alguien defiende cambios estructurales para erradicar la pobreza, claman al cielo. No sé a qué cielo se refieren, lo llaman comunista, radical, bolivariano, términos que aplican al Papa Francisco, al que algunos, incluso en su desprecio, lo llaman «ciudadano Bergoglio». Creo que han arrancado muchas páginas de los evangelios y han tirado al cubo de la basura la doctrina social de la Iglesia.
Aplicar esta forma de pensar y sentir, ¡me horroriza! Viendo cómo refleja Jesús de Nazaret al Dios padre/madre, creo que también podrían denominar a Dios con los calificativos de ‘bolivariano’, ‘comunista’, ‘socialista’, ‘radical’. Cuando desprecian a los inmigrantes y refugiados están despreciando a Dios. Los evangelios son claros. Pueden comprar la voluntad de clero, del episcopado, pero no pueden comprar a un Dios que ama, que clama contra la injusticia social y los que manipulan la imagen de Dios para legitimar su avaricia, su codicia, su ambición y su violencia. No me cansaré de decirlo, mi Dios no es su Dios, reconociendo que mi vida está llena de contradicciones, actitudes que hacen daño y de muchas cosas que están mal o muy mal.
Leí el comentario del susto que se iba a llevar Julio Anguita cuando descubriera que Dios existe y tuve un pensamiento atrevido y no acorde con la no creencia de Julio Anguita. Me imaginaba a Julio Anguita y a Dios dialogando los dos con mucho cariño; Julio Anguita mostraría su gran sabiduría y honestidad, que Dios reconocería, y al final de esta conversación, Dios le diría: «Seguimos hablando, Julio, seguimos hablando camarada Julio», y que ambos reirían. Vamos a echar de menos a este gran político, referente ético, y que me perdone este pensamiento hecho con todo el cariño y reconocimiento.
Quisiera reflejar cómo aparece Dios en los evangelios, sabiendo que mis amistades agnósticas, ateas y con otros credos van a sonreír y respetar, aunque no estén de acuerdo con esta creencia y sigan pensando que la fe es un invento, un buen invento para sobrevivir en este mundo, sobre todo para afrontar la muerte. Aparece un Dios que es nuenas noticias para los pobres, que quiere que seamos libres y vivamos desde la conciencia, la bondad, la ternura, la justicia, la fraternidad y la reconciliación. Es un Dios que condena acumular y acaparar las riquezas, es un Dios que pide la conversión de aquellas personas que causan la injusticia, la violencia y pisotean los derechos de la gente, de cualquier persona. Es un Dios que parte el pan, lo comparte y lo reparte. Es un Dios que dice que hay que dar alimento al hambriento, agua al sediento, vestido al desnudo, acoger al forastero, visitar a los enfermos y a los que están en la cárcel. Dios está en ellos, en el sufrimiento humano. No es un Dios del odio, del racismo, de la xenofobia y del rechazo del pobre.
¿Se acusará a Dios de comunista, bolivariano, radical, socialista?
Joaquín Sánchez
Artículo publicado en La Verdad