Silencio culpable.
Te ocultas.
Todo se estremece en tu interior.
Distraído mar que disimula
mientras de su fondo nace
una ferocidad febril, limitada luego
en movimientos.
Mar de falso chapotear sobre la arena,
fingido azul hipnotizante
ciega la mirada a sus entrañas corrompidas.
Reblandecido el tejido,
desde tiempo atrás,
muestra ya la herida sin fuego.
No te atreves y callas.
Cansada el alma sin mostrar su ardor.
Fatiga de esconderse, de atisbar desde rincones,
de eludir la mirada, extinguida y opaca.
Simulada agitación, extrema fuga de ti mismo.
De tu savia fulgente
capaz de vislumbrar el origen de los ecos.
Muerta la inquietud, con las dos manos ahogada.
Inaudibles
sus postreros efluvios,
desesperados, exhibiendo urgente el muro gris,
el parapeto donde esconder el hueco que queda
y no aparezca más, no afluya
la posibilidad de ser.
Andrés Pinar Godoy.
De su libro «Creo que te busco».