Tengo miedo. Lo reconozco. Me aterra la idea de que Podemos pueda caer en la dinámica de cualquiera de los partidos que hemos conocido. La batalla que se ha estado produciendo por definir la estrategia política puede haber llegado a algo más profundo y personal. Y eso es lo que me asusta. Porque las señas de identidad de Podemos son las ideas, no las caras, ni los puestos. Al menos algunos hemos creído eso.
Ahora, con este maremágnum de discusiones abiertas, a plena luz, han puesto de manifiesto ciertas desavenencias que no deberían sobrepasar el terreno de las ideas. Sería muy pernicioso que cruzasen esa línea. Eso es lo que me preocupa. Quisiera pensar, y creer que todo va a quedarse en lo que debe quedarse: en la defensa de una postura, y que después se defienda la idea que la mayoría decida.
Soy consciente – espero que lo seamos todos – de que esta situación está poniendo en bandeja a los medios el que no se hable de otros asuntos. Deja aparcada la vergonzante corrupción del PP, los miserables presupuestos que quieren aprobar, las leyes contra las libertades, el deterioro de la Sanidad y la Enseñanza, y tantas otras. Podemos, no sólo se ha convertido en el punto de mira (bueno, ya lo era antes). Ahora los enemigos – que no rivales – políticos, seguro creen que han encontrado el resquicio por donde introducir la palanca que reviente el partido y debilite la fuerza del movimiento ciudadano.
No debemos permitirlo.
Podemos nació con la idea de defender los valores democráticos, en su más pura esencia. Con la idea de derribar una política anticuada y obsoleta donde se reparten cargos y prebendas. Generar una política fundamentada en la vocación, no en la profesión. Y en tomar decisiones para la gente, pero con la gente, no distanciada de ella.
Es hora de dejar de pensar en quién debe dirigir el partido o como deben repartirse los cargos. Es hora de plantear ideas y, en todo caso, decidir quién va a defenderlas. Pero si se hace a cara de perro. Si no se es capaz de aceptar la diversidad como algo enriquecedor, hemos perdido, porque no hemos salido de la vieja política.
Todavía se puede.
Víctor Chamizo.
Artículo publicado en Rompamoslosgrilletes