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Ucrania

Desolado estoy. Acaba de confirmarme un amigo cuyo hijo trabaja en la cafetería del Pentágono que, desde allí, las órdenes a la OTAN siguen siendo las mismas: seguir alimentando a Ucrania de todo el armamento obsoleto que poseamos y apoyar en todo lo posible a sus milicias nazis para que no pierdan el control de la situación interna del país, que todavía es pronto para quitar de en medio a Zelensky, que aún les sigue resultando útil.

Se ve que en EEUU han decidido que no hay prisa para atacar directamente a Rusia, que la cosa está aún un poco verde. El cerco a ese país de ochenta bases militares repartidas por los Balcanes, Urales, etc, es una tenaza segura, aunque, según cálculos, necesitarán unos tres años más para equilibrar la ventaja rusa en misiles supersónicos, y que mientras esto no ocurra, no conviene tentar a la suerte. No hay prisa. Pero están muy contentos porque estos últimos acontecimientos refuerzan exponencialmente sus ventajas geoestratégicas. Han logrado un éxito total en la operación, dicen ellos. Con la obligada colaboración europea, han conseguido forzar a los rusos a invadir Ucrania, con lo cual EEU ha matado más de dos pájaros de un solo tiro: Además del desgaste y desprestigio de Rusia por ser la potencia invasora, el deterioro de su economía a causa de la guerra va a ser brutal: Todo lo que Rusia pueda malgastar en guerras convencionales lo pagará su maltrecha economía en la carrera armamentística y su logística correspondiente.

Decía antes que estoy desolado, y es porque, como español, me duele que seamos los europeos, con Ucrania, los que más perderemos en esta guerra. De momento perdemos la normalidad de nuestra relación con otro país europeo llamado Rusia. Perdemos con las pretendidas “sanciones a Putin” que se están volviendo en contra nuestra y que han hecho que los precios de las energías se vayan por los cielos (y nosotros al infierno) y que, de repente, la inflación se haya ido por las nubes… y la economía por los suelos. Pero en lo que más perdemos es que estos y otros anteriores “encontronazos” ruso-americanos han ido convirtiendo de nuevo y por tercera vez a Europa en el más posible escenario donde se desarrolle la próxima Gran Guerra, conflicto que, quizás, no alcance a ser mundial, pero sí más devastador que ningún otro anterior: en ese sí que irán todos con todo.

Aun así, a mi parecer, lo peor no es que nos lleven a una guerra. A pesar de lo horroroso que pueda resultar, lo más estúpido es, y será, que esta guerra no tendrá nada que ver con nosotros. Gane quien gane (si queda alguien) nosotros, los europeos, de seguro estamos y estaremos en el bando perdedor.

Miguel Álvarez

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