¡Un papa en el Gobierno socialcomunista!
Llevo semanas interesado en comprender los verdaderos motivos de todas las actividades que la derecha española organiza los domingos por la mañana. Llenar los parques públicos con banderas de plástico y convocar atascos de coches para pitar mucho y sacar por la ventanilla los colores nacionales es ya una costumbre dominical.
Mala costumbre. Los que nos sentimos españoles, y no compartimos la tradición carlista de la intolerancia, el absolutismo, las cadenas y el dogma, vemos con tristeza la vieja costumbre de utilizar la bandera y el nombre de España para excluir de la nación a la mayoría de sus habitantes. No se quiere defender a España, sino expulsarnos de ella a todos los que no comulgamos con un tradicionalismo furibundo.
La encíclica hace una brillante reflexión sobre la crisis actual del mundo y las malas consecuencias de algunos procesos desencadenados dentro de la globalización. Los que no somos católicos podemos leer el libro, publicado por la Libreria Editrice Vaticana, como cualquier propuesta intelectual interesante. Pensando en mi propia manera de entender la cuestión, y hablo de mí porque soy lo que tengo más cerca, hay muchas cosas con las que estoy de acuerdo con el papa y otras que no comparto. Su manera de entender, por ejemplo, el asunto de los orígenes del ser humano, el nacimiento de la persona y la posible interrupción del embarazo se parece poco a la mía. Pero no vivo esas diferencias como un problema grave. Estoy acostumbrado a que mucha gente no piense como yo en cosas ahora más urgentes para mí, por ejemplo, la mejor manera de defender la dignidad y los intereses de España en el mundo de hoy.
Pero comprendo que los desacuerdos con el papa deben ser asunto muy grave para los que necesitan respetar su autoridad divina, sobre todo cuando publica una encíclica que parece desautorizar la política de la derecha española, marcada hoy por el fanatismo totalitario de Vox, y apoyar las propuestas sociales y cívicas del Gobierno socialcomunista. Miren ustedes las cosas que dice el Papa:
- «Las expresiones de racismo vuelven a avergonzarnos demostrando así que los supuestos avances de la sociedad no son tan reales ni están asegurados para siempre».
- «… Tanto desde algunos regímenes políticos populistas como desde planteamientos económicos liberales, se sostiene que hay que evitar a toda costa la llegada de personas migrantes. Al mismo tiempo se argumenta que conviene limitar la ayuda a los países pobres…».
- «La mejor manera de dominar y avanzar sin límites es sembrar la desesperanza y suscitar la desconfianza constante, aun disfrazada detrás de la defensa de algunos valores. Hoy en muchos países se utiliza el mecanismo político de exasperar, exacerbar y polarizar. Por diversos caminos se niega al otro el derecho a existir…».
- «Es un hecho que doblemente pobres son las mujeres que sufren situaciones de exclusión, maltrato y violencia, porque frecuentemente se encuentran con menores posibilidades de defender sus derechos».
- «El fin de la conciencia histórica. Por eso mismo se alienta también una pérdida del sentido de la historia…»
- «Así, objeto de descarte no es sólo el alimento de los bienes superfluos, sino con frecuencia los seres humanos. Vimos lo que sucedió con las personas mayores en algunos lugares del mundo a causa del coronavirus. No tenían que morir así».
- «En este mundo que corre sin rumbo común, se respira una atmósfera donde la distancia entre la obsesión por el bienestar y la felicidad compartida de la humanidad se amplía hasta el punto que da la impresión de que se está produciendo un verdadero cisma entre el individuo y la comunidad humana».
- «… La obsesión por reducir los costos laborales, que no advierte las graves consecuencias que esto ocasiona, porque el desempleo que se produce tiene como efecto directo expandir la frontera de la pobreza».
- «La verdadera sabiduría supone el encuentro con la realidad. Pero hoy todo se puede producir, disimular, alterar. Esto hace que el encuentro directo con los límites de la realidad se vuelva intolerable».
Son algunos ejemplos de una encíclica en la que se acusa al capitalismo neoliberal de destruir el planeta, empezando por su bien más importante que es la dignidad del ser humano y sus derechos. Metido en este lío el Santo Padre habla de nosotros: denuncia el ruido y las estrategias histéricas de polarización desatada por la derecha española para oponerse a medidas justas de gobierno que tienen que ver con la memoria histórica, la violencia de género, el racismo, los inmigrantes, el desprecio por el bien común, el individualismo de los ricos que no quieren pagar impuestos, el trabajo decente y la solidaridad que merecen los desempleados y los pobres.
Por si faltaba algo, no se olvida de denunciar medidas crueles de descarte de las personas mayores, condenadas a muerte por coronavirus en las residencias de ancianos. Y no sobra tampoco el pescozón para periodistas y tertulianos que se han olvidado de informar y se dedican a alterar y disimular noticias en nombre de los poderes económicos que controlan sus medios. En fin…
El PP y Ciudadanos van a tener que elegir entre la religión católica o la violencia hostil a la humanidad de Vox. Por eso tienen a los feligreses entretenidos con banderitas, no vaya a ser que en la misa se enteren de lo que, según su Santidad, es propio de una conciencia cristiana. Sería conveniente de camino que mandaran retirar de las casas y las librerías los Evangelios, porque como les dé a los católicos españoles por leerlos el escándalo socialcomunista va a ser todavía peor.
Doy las gracias al papa por su encíclica, pero no me resisto a pedirle un favor. Don Francisco, ha puesto usted el listón muy, muy alto. Así las cosas, la derecha española, pese a su diferencia de siglas, va a ir en bloque al infierno cuando sus líderes actuales entreguen el alma a Dios. Yo, por culpa de otro tipo de pecadillos, estoy condenado sin remedio a las llamas de Satanás desde mi primera juventud. Rebaje usted por favor el listón. Bastante castigo ha sido para mí encontrarme con ellos en la vida terrenal española. No nos condene a Satanás y a mí a tener que soportarlos también en el infierno.
Luis García Montero
Artículo publicado en Infolibre