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Valencia se olvida de sus poetas

Con un mes largo de antelación al centenario de Gaos, la autora de este artículo, lectora asidua de nuestro boletín, publicó en Levante el memorandum que sigue. Al fin, el pasado 27-03,  nos encontramos en el emotivo acto que organizó el Consell Valencià de Cultura donde intervino con amenidad la hija del poeta Eva Gaos y también la nieta, la sobrina Elena Salcedo Gaos  y el poeta Jaime Siles. Concluyó Ana Noguera con la lectura del poema “Testamento”. Esperamos que no sea la única rememoración del año.

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Dentro de un mes, el 21 de marzo, hará cien años que vio la luz en esta ciudad el poeta Vicente Gaos. No he tenido noticia de celebración alguna, ni proyecto, ni recuerdo de tal efemérides.

Aparte de su valiosa producción poética, tiene el mérito de verter al castellano abundantes poemas  en italiano, francés , ruso, inglés y alemán –de Dante, Rimbaud, Péguy, Pasternak, Shakespeare, Shelley, Hulme, Ezra Pound, T.S. Eliot, Rilke- con fidelidad como filólogo y recreación como vate; y sin olvidar sus dos poéticas, textos de crítica y ensayo y, sobre todo, la edición comentada  del  Quijote en varios volúmenes a la que dedicó años de vida y se publicó póstuma. ¿No son suficientes méritos para relegarlo así  al olvido? Ya sentenció en  “Poesía  y técnica poética”: “El hombre es antes –y después- que un animal social, un animal solitario”. ¿Lo confirmamos ahora?

Sobre  ideología siempre se mostró prudente. Eran otros tiempos. Mi investigación sobre la obra  me llevó a relacionarme frecuentemente con él. En una ocasión, permitió que leyera su respuesta al requerimiento de una revista mozambiqueña: “El Creador hizo al hombre libre”…”Toda dictadura es sustancialmente mala y orgullosa, hasta tal punto que pretende enmendar la plana al mismo Dios”…”El mal de las dictaduras es el peor de todos los otros males”. (25 mayo del  74). Según propia confesión, su ideario político sería: liberal y tolerante, enemigo de todas las dictaduras y, al mismo tiempo, tradicionalista en el buen sentido. Eso explica el propio  éxodo a Estados Unidos como profesor  universitario de Literatura,  de 1948 a 1956. Al regreso vivió más retirado, trabajando como catedrático de Instituto.

Sueño con la fantasía que, como el Duque de Rivas en “El aniversario”,  todavía con el eco de los castillos falleros, el gran catedrático de Salamanca, tan semejante a él en indagación de la verdad y la trascendencia, o el mutilado en Lepanto, convoque a los trovadores de su  antología . El de Hita, o el de Villasandino se adelantarán a dedicarle un brindis.

Y aquí ¿nadie se acercará a la calle que lleva su  nombre para depositarle una flor?

                                                                                                                                     Salud Piera


TESTAMENTO. Poesía de Vicente Gaos:

Yo, Vicente Gaos, natural de la nada, de mil siglos de edad, de estado civil solitario, inestable,
domiciliado, refugiado en un rincón del cosmos, de profesión náufrago en la sombra,
sin documento nacional de identidad, sin títulos, condecoraciones ni diplomas de clase alguna,
sin señal particular visible en el pecho ni en ninguna otra parte del cuerpo,
sin más cicatriz que una necrosis de miocardio,
una vieja herida que me produje yo mismo,
quiero decir, que me causaron siglos de sufrimiento,
de amor oculto, de ternura encubierta por un falso orgullo,
el de no sentir envidia de nada y de nadie,
el de haber creído que siempre había tiempo de sobra,
el de alegrarme seriamente del bien ajeno,
el de no autocompadecerme jamás,
el de llorar hacia dentro por el daño hecho al prójimo,
el orgullo o la confusión de haberme figurado que era yo la víctima, siendo el verdugo,
ya que todos los hombres somos simultáneamente lo uno y lo otro,
y no es fácil en este punto el discernimiento…
Yo, Vicente Gaos (¿Vicente Gaos?), ahora,
cuando empiezo a sentir ya en la boca el amargo gusto de la ceniza
postrera, cuando recuerdo en medio de la tormenta final las postrimerías,
porque he pecado, he pecado,
y a pesar de ello ninguna de las cuatro me devuelve a la inocencia pueril, al amparo filial, a la remota fe cándida de no sé qué antaño,
de no sé qué antesiglo…
Yo, natural de la nada,
habitante de la nada,
destinado a la nada, anónimo,
me acerco ya al encuentro del supremo Notario,
del Decano universal – nihil prius fide -,
y le hago entrega de este testamento ológrafo
donde dispongo
-si acaso no es cierto que quien dispone es Él y el hombre sólo propone.-
dispongo, suplico,
que cuando mi añoso corazón, mi lastimado corazón haya dado ya su último latido,
incineren piadosamente esta carne que gozó y sufrió,
estos huesos que se estremecieron ya de júbilo, ya de horror,
que me despojen de todo, de nada, pues siempre fui un despojado
(es la verdad, no me autocompadezco),
y que arrojen mis cenizas al viento, al agua, al espacio estelar, al vacío cósmico de donde vine, al cósmico vacío al que he de volver, espero volver
sin retorno,
pues nadie regresa de la última orilla.
Y cerca ya del máximo consuelo, de la extrema esperanza,
confío en que Nadie me amenace más con otra existencia.
Y este es el testamento ilusorio que otorgo en plena posesión de mis facultades mentales,
posesión de quien sólo posee dolor, ignorancia, muerte,
y un corazón cuyo único deseo es el de cesar ya en su trémulo palpito, en su amoroso latido,
aunque (porque) la vida sea al fin y al cabo, y al principio, hermosa, lo es,
y prosiga renovada, siempre igual, afortunadamente monótona,
como en el paraíso primero,
como en el edén funeral que nunca termina, que jamás terminará,
jamás.
  1. Antonio MARÍN SEGOVIA Says:

    Los 100 años de Vicente Gaos, padre «especial» y poeta «marginado»

    El Consell Valencià de Cultura dedica un homenaje al escritor y profesor valenciano cuando se cumple un siglo de su nacimiento – Begoña Jorques – LEVANTE-EMV

    Valencia tiene un serio y grave problema: no sabe ni quiere reconocer y apreciar a sus poetas, a sus artistas, a sus actores, a sus cineastas, a sus científicos… Lo comprobamos a diario, como en el homenaje que hace pocos días se tuvo a bien celebrar en la sede del Consell Valencià de Cultura, donde faltaban muchos destacados miembros del gobierno valenciano y otros representantes del mundo de la cultura y esa cosa que algunos llaman sociedad civil…

    Ya sabemos que la poesía tiene muy pocos seguidores en estos tiempos. Ya lo dice la famosa canción: «Malos tiempos para la lírica». Y peores tiempos para lograr la comunión, el matrimonio con todo lo que realmente es esencial y vital.

    Vicente Gaos es un gran escritor, totalmente desconocido en su ciudad natal: Valencia. Y a pesar del llamamiento desesperado que efectuó Ricardo Bellveser el año pasado en un diario de gran tirada, ninguna institución pública valenciana se ha sumado al homenaje organizado por el CVC.

    Únicamente el diario LEVANTE-EMV realizó un reportaje, contando de manera amena algunas de las semblanzas del insigne poeta valenciano que la familia Gaos tuvo a bien compartir con todos los asistentes, la mayoría de edad avanzada.

    ¿Qué le pasa a la juventud actual?

    ¿Qué ocurre en las escuelas, institutos y universidades valencianas… a la hora de promover y animar a la lectura de nuestros escritores, de nuestros poetas?

    ¿Por qué ese miedo a la poesía?

    Muchas preguntas pero ninguna respuesta escucho.

    Vicente Gaos y sus hermanos son un ejemplo de pasión por la cultura, por el arte, la interpretación, por el pensamiento. Sin embargo, son muy pocos los que conocen las obras escritas por esa singular y heterodoxa familia valenciana.

    Ojalá podamos lograr que la poesía de Vicente Gaos pueda ser leída y sentida con la debida serenidad y calma algún día.

    Antonio Marín Segovia

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