Una trabajadora social de raza

Fue un día triste, muy triste. Hace una semana murió una luchadora, una gran mujer, Amparo Moreno, activista y defensora de los derechos sociales. Su decidida defensa de lo público quedó patente como firme impulsora de los Servicios Sociales Municipales y participando de manera muy activa en la redacción de la primera Ley de Servicios Sociales de la Comunitat Valenciana.

Amparo se ha comportado siempre como una trabajadora social de raza, enamorada de su trabajo, entregada a una profesión que ha defendido en la práctica diaria y también a través del colegio profesional en el cual desempeño papel muy importante, en su creación y en su desarrollo.

Compromiso con los necesitados

Pero además Amparo ha llevado una vida comprometida con los más necesitados, así lo acredita, su papel como Directora de Acción Social en Cáritas Diocesana de València y su participación en otras muchas entidades solidarias.

No se puede pasar por alto su contribución a la formación de profesionales a través de la docencia y la investigación. En este campo su tarea ha sido muy relevante, poniendo la mirada en una intervención social con una base científica que contribuyera a hacer más eficaz la labor cotidiana de un trabajo que en muchas ocasiones resulta ingrato y con sabor agridulce.

Podemos afirmar, sin riesgo a equivocarnos, que los logros alcanzados en materia de bienestar social lo han sido, en gran medida, gracias al esfuerzo y el talante de Amparo, por ese motivo es de justicia reconocer y agradecer lo que nos ha enseñado y aportado.

Pero lo más importante de todo es la coherencia con la que ha trascurrido su vida, la forma en la que se ha dedicado personalmente a una labor de lucha contra la injusticia social, con todos los medios a su alcance.

Además, y sobre todo, Amparo ha sido, un puerto sólido donde recalar en los momentos de incertidumbre. Amiga, compañera, cómplice, que la tierra te sea leve.

Gustavo Zaragozá
Artículo publicado en Levante emv