MOCIÓN
No sé yo como terminará la moción de Pedro Sánchez y mucho menos me antevería a hacer algún pronóstico, porque como profeta soy una auténtica desgracia y no doy ni una y de las pocas quinielas de fútbol que he hecho en esta vida lo más que he acertado han sido cuatro o cinco resultados.
Pero lo que sí tengo claro es que la audacia de Pedro ha puesto de uñas a la mayoría de los partidos políticos, porque les obliga a tomar partido, a declararse, mucho más allá de las palabras, a favor o en contra de la corrupción con la que alegremente suelen convivir.
Porque si dicen no a la moción, por encima de las excusas del independentismo (que primero dicen que sí y luego empiezan a poner condiciones varias) o de las llamadas a la unidad nacional o a la necesidad urgente de convocar elecciones, lo que quedará claro es qué prefieren, si seguir trapicheando con el PP por debajo de los aparentes enfrentamientos o si de verdad quieren transparencia y limpieza, porque los programas, deseos y movimientos de Pedro, sus legítimas aspiraciones a mandar o las estrategias del PSOE, quedan irremediablemente en manos de la oposición, que puede cortar en un plis.plas las cortas alitas de líder socialista por un quítame allá esas pajas, y es que ocurre que la oposición es mayoría y diversa. Y todo esto vale también para los honorables barones de las huestes socialistas.
Juan García Caselles