Buceando en la inmundicia
Pensando en todo este estercolero político de aguas fecales que fluyen entre los antiguos partidos del régimen del 78, desvelado por el convicto comisario Vallejo, que por muy villano que sea, está aireando la villanía de otros villanos que por gente noble y honrada se tenía, venía acordándome de la comparecencia de uno de los mayores villanos del reino – lo del mayor lo dejo para otras instancias que no nombraré y que mis lectores, sagazmente habrán identificado – el arrogante Aznar, que compareció ante los representantes de los ciudadanos, en ese modo chulesco que le caracteriza y que da la impresión de que va perdonando vidas por doquier.
Reflexionaba yo que debiera ser una suerte infinita que Dios existiera y que, como dice la doctrina, con mano firme y justiciera castigara a todos los villanos. Pero no parece que exista certeza alguna de su existencia, ya que ante tamaños desmanes sobre La Tierra, sea cual fuere el continente, país, región, comarca o localidad, no se ven signos ni indicios de ese castigo ejemplar de los malos, y más bien pareciera que se castiga a los buenos. Pudiera ser también que Dios se hubiera jubilado y ahora el caos reine en el Reino de los Cielos.
También me preguntaba yo, al hilo de este asunto, como se puede quemar un alma en el infierno si después de muerto sólo queda el alma según los Libros Sagrados, pero como no soy docto en materias teologales, me conformaría con dejar el alma de estos deleznables en paz y meter sus cuerpos vivos entre rejas durante una larguísima temporada, por el mal que hicieron y, aún más, por el que todavía pueden llegar hacer.
Estas tribulaciones me tengo cuando contemplo toda esta sarta de artículos, en los medios de una derecha encolerizada por habérsele arrebatado el poder, y porque ya no existen tapaderas lo suficientemente resistentes que puedan contener tanta mierda como hay acumulada, y se avecina una explosión que va a pringarlo todo, y no va a existir ser humano, ni divino, capaz de limpiar tanta inmundicia.
Y me pregunto cuánto tiempo va a soportar esto la mayoría de una población honrada, que trabaja o estudia a diario, que paga religiosamente sus impuestos, que se solidariza con los desfavorecidos, que cree en los valores morales de justicia y equidad. Cuánto tiempo va a soportar esta gente sin atiborrar las calles, para exigir un cambio político y social y que se abran las ventanas y corra el aire que limpie, de una vez por todas, esta fetidez de ambiente que nos envuelve.
Víctor Chamizo
Artículo publicado en Alcantarilla Social