Juan Marsé – “Algún día volveré”
“Algún día volveré”
Autor: Juan Marsé
Editorial: Lumen. Año: 2009 (1982)
Juan Marsé fue un novelista español de la postguerra involucrado en la generación de los años 50 y 60. Es una generación de escritores como Carlos Barral, Gil de Biedma, Vázquez Montalbán y los hermanos Luis y Juan Goytisolo, Juan García Hortelano y otros. Nacido en 1933, Juan Marsé ha muerto, recientemente, en el año 2020. Su obra narrativa ha sido muy reconocida alcanzando en vida innumerables premios literarios, incluído el Premio Cervantes en 2008.
Marsé siempre que era entrevistado reconocía su fuerte vinculación a la Barcelona posterior a la guerra civil. El suyo, en sus comienzos, fue un mundo plagado de limitaciones, e incluso de necesidades, al cual recurre como testimonio en muchas de sus novelas. El tiempo de su infancia y de su juventud, fueron épocas que constituyeron, segun sus propias palabras, su patria y su fuente de inspiración.
Habiendo vivido en propia piel muy buena parte de esas necesidades, comenzó a ganarse la vida con tan solo quince años en un taller de joyería. Pudo emanciparse con el tiempo gracias a su afición a escribir y a la tutela de Carlos Barral que vió en él madera de narrador. Con ese motivo le promovió un viaje a París. Esa experiencia fue decisiva. A su vuelta decidió enfrentarse a su vocación como novelista. En París entró en contacto con José Martínez Guerricabeitia, editor de Ruedo Ibérico, con quien comenzó a iniciarse en muchos de los aprendizajes y relaciones que luego le fueron útiles en su vida como escritor.
En el caso de Algún día volveré Juan Marsé evoca la vida de Jan Julivert, un ex-presidiario vinculado al anarquismo, ex policía de la Generalitat en los tiempos de la República. Perseguido por un atraco acabará dando con sus huesos en la cárcel. El botín no aparece después de ser detenido en casa de su cuñada. El rastro del botin se convertirá con el tiempo en uno de los hilos conductores del relato. El protagonista sale de la cárcel después de trece años tras cumplir una larga condena.
El ambiente de la barriada donde se encuentran malviviendo su cuñada, Balbina y su sobrino Nestor están muy bien construídos. Los secundarios Paqui, el abuelo, Suau, el viejo cartelista de las fachadas de los cines y el Mandalay, antiguo compinche del protagonista. Un caso singular es Polo, el viejo policia de la Social asesinado en los urinarios del cine Roxy, y Sicart el dueño del Bar Trola, donde confluyen todos los del barrio. Ese universo constituye el escenario sugerente y verosimil del relato.
A ese territorio que dejó el protagonista antes de ser encontrado escondido en casa de su madre albergaba a Balbina con su hijo Nestor siendo el lugar a donde vuelve el preso Su madre ya está fallecida, y Jan, derrotado, tanto solo busca denodadamente poner punto final a su pasado y dejar que su vida discurra por otros derroteros. Otros, en cambio, piensan que su vuelta está ligada a una respuesta airada como pago a los años de cárcel consumidos. Se sospecha, incluso, que guarda para ello una pistola escondida en algún sitio. Espectantes los conocidos esperan un ajuste de cuentas con el pasado, un espacio impreciso entre la justicia y la venganza. Ante las necesidades económicas mas imperiosas, Jan pide ayuda a una pariente monja para que lo avale. Sin avales y sin certificados positivos de conducta expedidos por la autoridad competente no se encontraba trabajo en ese tiempo. Entra al servicio de Luis Klein el coronel auditor que le condenó, responsable de muchos fusilamientos en la represión franquista. Un trabajo a caballo entre el papel de guardaespaldas y de vigilante nocturno. Jan y Luis Klein, y su mujer Virginia, que se conocen. Son personajes unidos por el pasado. Un pasado complicado y oscuro que les vincula. La novela es una historia sobre la falacia de la violencia en la resolución de los conflictos.
El boxeo y los cines de barrio son otros detalles más en la narración. La afición al boxeo en que el autor se detiene, indica los referentes de este deporte en esos tiempos. Ejemplo de virilidad, constituía también un nexo de acceso a la fama y al dinero. Los cines de barrio como el Roxy y el Rovira salen al paso como lugares de ocio habitual de las tardes de domingo. Los bares y los billares constituyeron los lugares de socialización de los jóvenes y de los adultos.
El novelista ilustra el universo de los escasos recursos en que se desenvuelven los vencidos en una ciudad que hasta finales de los cuarenta aún se estremecía con los últimos fusilamientos de antifranquistas en el cercano campo de la Bota. Era una ciudad devastada, donde los perdedores estan eshaustos y donde la lucha por la vida era algo más que una novela de Baroja.
El autor nos aproxima a la presencia de ciertos elementos anarquistas que a duras penas se resignaron al veredicto de las armas. Las figuras de José Luis Facerías y de Quico Sabaté yacen en el fondo del relato. Fueron el símbolo de una época. El caso mas representativo de la resistencia armada del ámbito urbano propio de esos años. Sobre ese sustrato escenográfico el autor sitúa la trama de su novela.
La resistencia urbana de aquellos años vino manifestada por diversos signos como el paso clandestino desde el otro lado de la frontera francesa, la falsificacion de documentos, ciertos atracos perpetrados para financiar actividades subversivas y la huelga de tranvías del 1 de marzo de 1951. Lo mas cruento los conatos de resistencia armada. Todos esos sucesos son, entre otros, el caldo de cultivo del movimiento de los personajes de sus novelas en medio de un ambiente sórdido y miserable. Mientras tanto, sobre sus cabezas, está la omnipresente presión cotidiana de las delaciones y de la policía política.
La simple figura de Nestor, el adolescente, sobrino del preso, orinando contra la pared donde figura el dibujo de Franco en las paredes de algunas calles es un detalle en que el autor representa el símbolo de resistencia de esos años. Era una resistencia difusa y ahogada por la represion hasta que, como veremos, luego alcanzó muy despacio mayores proporciones. Estos dibujos se contemplaban en muchas calles españolas pintados sobre una maqueta metálica por las escuadras de Falange y de la OJE.
La novela es una puesta en escena del universo de Marsé, de su infancia y su juventud, de su inquietudes y de sus reflexiones. Es también el escenario sobre el que ha venido discurriendo la vida de muchos barceloneses en esos años oscuros y complicados. La travesera de Gracia, la calle de las Camelias, la Plaza de Lesseps y del Diamante y los barrios del Ginardó y Horta son algunos de los escenarios de este y de otros relatos del novelista. Los conoce bien y vuelve a ellos constantemente.
Con la llegada de una nueva fuerza de trabajo procedente de otras partes de España, la ciudad se adapta a la búsqueda de su nueva identidad y a promover nuevas formas de vida. Es la Barcelona humilde de los inmigrantes y los nativos conviviendo en un ecosistema entre la ensoñación y perversa realidad, en que sus protagonistas se encuentran siempre atrapados y sometidos a no pocas tensiones, bajo la presión implacable de la lucha por al vida.
Marsé retrata como pocos esa Barcelona de la postguerra, anterior a la democracia y a las libertades, con la mirada perdida entre sus habitantes, comprometido en retratar una realidad adusta, con sus claros y sus oscuros, propios de las limitaciones imperantes, con unos personajes al borde del lumpen. Son los ajustes entre las nuevas y las viejas clases sociales que siguen detentando el poder, ahora sin el temor a que nadie les mediatice. Como cuenta el narrador al final de la novela “ Nos estan cocinando a todos en la olla podrida del olvido, porque el olvido es una estrategia del vivir, si bien algunos aún mantenemos el dedo en el gatillo de la memoria” . Pedro Liébana Collado