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Paco Cerdá – “Presentes”

Libro: “Presentes”.

Autor: Paco Cerdá

Editorial: Alfaguara. Año 2024

Paco Cerdá periodista y escritor valenciano ha sido reconocido por su trayectoria de escritor muy recientemente. Con la aparición de su obra “14 de Abril”, se inicia su periplo literario más destacado. El libro ha constituido un aldabonazo en el panorama literario de 2022 por su brillante evocación de la llegada de la II República.

En “Presentes”, el autor elabora un texto de fino estilo literario, de frases cortas y afiladas, relatos breves, hilvanados como un mosaico de telas sobre los que discurre la narración. Unos apasionantes, otros reflexivos, todos ellos de visión panorámica y coral de los años del franquismo en su primera época. Acostumbra el autor a dejar caer y a revelar muchos ítems evocadores de los años más duros del franquismo recién llegado.

En la primera aproximación Paco Cerdá nos lleva de la mano al inicio de la narración donde se recoge el traslado del cadáver de José Antonio Primo de Rivera, el fundador de Falange Española, desde Alicante, donde fue fusilado, hasta el Escorial donde fue exhumado. El proceso constituyó una marcha impresionante con todos los símbolos más representativos de las señas de identidad del fascismo. Algo similar a la marcha sobre Roma de Mussolini, o los desfiles nazis de Nuremberg. A medida que avanza el cortejo el autor relata cómo las gentes son convocadas para que aclamen el evento a lo largo de su trayecto. Junto con la descripción del itinerario, se acompañan los pasajes con personajes y hechos muy representativos de nuestra historia, algunos anónimos, otros conocidos. El evento del desfile discurre bajo las antorchas que acompañan al cadáver. Todo fue concebido como un acto político de afirmación del dirigente de Falange Dionisio Ridruejo en aquel momento, uno de sus máximos dirigentes. El objetivo era marcar el territorio al nuevo Régimen en esos nuevos tiempos de la Victoria. Su autorización contó con Serrano Suñer, el hombre fuerte del franquismo institucional de ese momento, constituyendo un acto de afirmación dentro de la más viva expresión de las señas de identidad de los vencedores.

Esa férrea hégira primigenia duró hasta que los aliados el 8 de Mayo de 1945 pusieron fin a la II Guerra Mundial, momento en que la influencia de Falange comenzó a declinar. La destitución de Serrano Suñer, el cuñadísimo del Caudillo, marcó el declive de esa primera fase de la Dictadura. Franco con ello marcó el cambio de estrategia con el propósito de zafarse de una posible intervención de los aliados en el España.

El libro discurre a través de ese itinerario del magno desfile con la descripción prolija de signos y referencias a las señas de identidad de los nuevos tiempos. Signos que perduraran en la memoria de los españoles durante muchas décadas siendo reproducidos de manera abundante a través de los medios de comunicación, singularmente de la radio y la prensa, y después de la televisión.

A lo largo de ese relato el autor aporta sus evocaciones de diversos personajes y acontecimientos diferentes que salpicaron en muchos casos la memoria colectiva. A través de ellos desfilan personajes como Guiomar, el amor de Machado, el capitán Dickson, el patrón que Stanbrook, que se dirigió a Argel con los últimos refugiados de la guerra. Los cameos literarios describen en unas pocas páginas, como picotazos de cornejas, los sinsabores y miserias de los vencidos. La muerte de Matilde Landa, o el desengaño y amargura de Bernanos, el escritor francés en Mallorca. El exilio de Elena Fortún y la detención y muerte de Miguel Hernández, o las vicisitudes de los Guerricabeitia en Villar del Arzobispo. José Martínez Guerricabeitia fundaría años después, en el exilio, la editorial Ruedo Ibérico, empresa empeñada en reconstruir y dar espacio al antifranquismo.

También se incluyen en el relato personajes al servicio del nuevo Régimen, como Pilar Primo de Rivera, fundadora y su sección femenina, o Mercedes Sanz Bachiller, promotora de Auxilio Social. Ambas fueron rivales en la educación del nuevo perfil de mujer En otros episodios literarios el autor acuña ciertas vicisitudes de republicanos en el exilio, otros en el interior, todos ellas entrañables evocaciones de personas anónimas que el autor escoge para acreditar la magnitud del desastre. Todo ello permite al autor armar el conjunto del texto a través de un relato brillante. Incluso incluye algunas referencias de los campos de concentración, o espacios de lúgubre recuerdo, como el convento de las Clarisas de Valencia, o el Monasterio de S. Miguel de los Reyes, ambos habilitados como prisión durante muchos años, sin olvidar el paredón de España en Paterna, lugar de fusilamiento de miles de personas. Son también reseñables las incursiones de memoria histórica que se recogen en el texto como la prohibición de ciertos libros de lectura, una de las señas de identidad de la censura. Un régimen político que acabó por dar al traste con el período de libertades conquistadas durante la II República.

Algunos pasajes recogen las canciones, los rezos, los lemas, los himnos y la liturgia de los nuevos tiempos, en algunos casos con gotas de cierto sarcasmo, porque no todo es sombrío en la narración. En todos los capítulos el autor dibuja y compone los diversos apartados a medida que avanza el cadáver. El autor acota el relato entre el 20 y el 30 de Noviembre de 1939, que fue el tiempo transcurrido entre el punto de salida y la llegada de la comitiva.

La obra es un excelente relato, evocador, triste en muchos casos, pero sincero y revelador de los años del hambre como se denominó a esa época de la historia de España, donde a los muertos en la guerra civil se añadieron los sufrimientos espantosos en los años siguientes al conflicto, marcados por los fusilamientos, las venganzas, los campos de concentración, las penurias y las persecuciones de los vencidos. Todo ello no es que dejara herido y dividido al país, sino que su influjo dejó marcado a varias generaciones. Ni siquiera la totalidad de los muertos en las cunetas han tenido a fecha de hoy reconocimiento. Continúan yaciendo en el suelo sin la entrega de los cuerpos a los seres queridos y eso que el tiempo transcurrido desde la muerte del Dictador abarca ya los 50 años. El lema de D. Manuel Azaña de PAZ. PIEDAD y PERDON al final de la contienda, continua aun estando vigente.

Pedro Liébana Collado

 

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