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¿Arde Israel? ¿Y Gaza? ¿Y Jerusalén?

El conflicto entre Israel y Palestina suscita demasiadas antipatías o simpatías, empatías y equidistancias. En resumidas cuentas, trampas para acercarse a un fósil de la política internacional y de los procesos fallidos de descolonización. Las imágenes de televisión, y de las redes sociales van en esta línea, por eso son malas consejeras para emitir juicios certeros y adecuados.

El primer mito a destruir es que no estamos en una guerra, sino ante una catástrofe, provocada por el ser humano. Gaza, acostumbrada a malvivir, afronta una vez más y por enésima vez una tarascada del Estado de Israel, aunque esta puede ser muy gorda por la irresponsabilidad del movimiento político-militar de Hamas. No es una guerra, ya que se enfrentan la todopoderosa maquinaria militar israelí contra unos miles de milicianos precariamente armados y poco formados militarmente, pero muy sensibilizados y fanatizados, a los que probablemente sus vidas no les importan.

¿Por qué se han producido estos acontecimientos en estos momentos? Sin duda hay respuestas estratégicas, políticas, militares, incluso seguramente Irán no andará muy lejos. Por supuesto que es injustificable, aunque Hamas repitan el mantra de que es una guerra. La masacre de unos jóvenes que encontraron la muerte bailando en un descampado, o de civiles que amanecían con sus calles ocupadas por milicianos, cuyo objetivo era matar a cuantos más mejor, es totalmente condenable. Pero más allá de esta condena, y sin que signifique bajo ningún punto de vista una justificación, tenemos que conocer cómo vive la gente de Gaza.

Esta ciudad es una gran cárcel, absolutamente tecnificada y monotorizada, de 42 kilómetro de larga y 14 kilómetros la parte más ancha, que no tiene más salida que el Mediterráneo, Israel o Egipto. El Mediterráneo, vigilado por los barcos Israelíes. La mayoría de la población, asistida alimentariamente y escolarmente por el organismo para los refugiados de las Naciones Unidas y los países árabes. Un presente y un futuro alentador y esperanzador…

En ese territorio sobreviven o malviven unos dos millones de personas, la mayoría jovenes y niños, caldo de cultivo de fanatismos y extremismos. Las imágenes de las redes sociales más significativas son las del cruce fronterizo  y las fotos de los subidos a un tanque israelí, denotan hartura y odio, pero también una inmadurez supina, aunque sospechan la que les espera. Alguien no ha querido controlar la ebullición y se ha desbordado la olla…Este es el origen de la situación actual, después de 75 años de una larga ocupación, que desde 2006 se ha agravado, mermando los derechos del pueblo palestino.

En Cisjordania y Jerusalén, los palestinos se han acostumbrado a convivir con el enemigo, y a pesar de todo, de vez en cuando se producen escaramuzas, que significan siempre la muerte de muchos palestinos. Por eso, se andan con mucho cuidado, ya que están muy controlados por la policía palestina e israelí. Lamentablemente, el conflicto está enquistado y olvidado. Pasan los años y las generaciones y no se resuelve. Incluso la Autoridad Nacional Palestina, con un presidente anciano y enfermo, está desaparecida en combate. Además desde hace décadas que no se convocan, por miedo a que gane Hamas, ni elecciones presidenciales, ni legislativas. El diálogo entre Hamás y la OLP es prácticamente inexistente.

Evidentemente, de cara a una posible interlocución ante los organismos internacionales la Autoridad Nacional Palestina tiene un poder relativo, ya que Gaza y una parte de Cisjordania está controlada por Hamas, sin olvidar que para Occidente este movimiento es terrorista. Un problema que tiene que resolver los Palestinos, lamentablemente incapaces de ponerse de acuerdo entre ellos. Un panorama desolador… A Mahmud Abbas esta situación le ha pillado con el pie cambiado. Israel en estos momentos ha cerrado todos los pasos en Cisjordania, aislando las aldeas de las grandes ciudades. Es la guerra dicen…, pero también la ocupación.

En cuanto a Israel, esta situación le ha hecho mucho daño, en vidas humanas (fallecidos y rehenes), y en humillación. Esto, sin embargo no puede hacerle perder la racionalidad de un Estado. Cuando Hammurabi, estableció en su código el “ojo poco y diente por diente…”, recogido posteriormente por la Biblia Hebrea, significó un gran avance en la legalidad, ya que ponía freno a los desmanes que se cometían en las venganzas y se estableció el principio de la proporcionalidad.

Las informaciones que nos llegan y las declaraciones de los líderes son muy preocupantes. Lo primero cortar la electricidad, el agua y los alimentos es someter a un población a una situación de precariedad absoluta. Es un atentado contra todos los derechos humanos, que nos devuelve a las etapas más negras de la historia de la Humanidad. ¿Permitirá Occidente esta barbaridad sin hacer algo o al menos criticar esta actitud? En cuanto a los bombardeos para preparar la escalada terrestre aparentemente no son tan selectivos como dicen…y en cuanto a entrar en Gaza, si la lucha es calle por calle, puede ser una batalla muy cuenta para ambos lados. Y queda el problema de gestionar la sensible y delicada cuestión de los rehenes. Hamas debería entregarlos a todos ya.

Esta situación, como siempre en Israel, está uniendo las distintas facciones políticas, pero ganan la partida los halcones. La ultraderecha gobierna en estos momentos, por eso podemos asistir a cosas muy gordas.

La actuación de las milicias de Hamas ha sido absolutamente errónea, nefasta y totalmente condenable. No se puede masacrar, ni secuestrar a gente inocente por razones políticas y estratégicas. Su posible causa solo gana Inhumanidad. Pero tampoco Israel debería sobrepasar ciertas líneas rojas de Humanidad, a pesar de dolor y la humillación.

¿Será posible que de esta situación salga alguna esperanza? Me temo que, una vez más, el conflicto pase al olvido y que todo siga, no igual, sino peor para los más débiles. No obstante me uno a los buenos deseos del Patriarcado Católico de Jerusalén: “El continuo derramamiento de sangre y las declaraciones de guerra nos recuerdan una vez más la urgente necesidad de encontrar una solución duradera y amplia al conflicto palestino-israelí en esta tierra, que está llamada a ser una tierra de justicia, paz y reconciliación entre los pueblos. Pedimos a Dios que inspire a los líderes mundiales en su intervención para la implementación de la paz y la concordia para que Jerusalén sea una casa de oración para todos los pueblos”.

Latin Patriarchate of Jerusalem
Publicado en Religion Digital

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