A Ortega Smith desde el infierno
Soy la mujer que aún no ha muerto. Tengo muchos nombres. También edades. Y acentos. Mis tejanos cuestan 20 o 200 euros. Soy doctora, cajera de supermercado, empresaria o ama de casa. Tengo niños. También podría no tenerlos, pero en esta carta que yo no escribo, mejor nombrarlos. Si ellos también mueren, al menos quedarán unas líneas en […]