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Bolsonaro inicia el proceso para tipificar los movimientos sociales como terroristas

Las amenazas de  Jair Bolsonaro contra las proclamas sociales por el derecho a la vivienda digna en Brasil, representadas por el  Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST) y el Movimiento de los Trabajadores Sin Techo (MTST), pueden hacerse realidad antes incluso de que el presidente electo tome posesión oficialmente el próximo 1 de enero.

El senador Magno Malta, hombre de confianza de Bolsonaro en los últimos años y figura fundamental en su campaña electoral, ha quedado al frente de la misión de modificar la actual ley antiterrorista para que las acciones de estas dos organizaciones puedan ser castigadas con mayor virulencia.

«Tenemos que tipificar como terrorismo esas invasiones», ha declarado Bolsonaro en más de una ocasión en referencia a las ocupaciones llevadas a cabo por el MST y el MTST. En 2017, en un mensaje directo al MST del estado de Pará, el nuevo presidente advertía: «Vuestra hora está llegando. Vuestra actividad es criminal y, a mi entender, también es terrorismo. Se va a terminar esa fuente de dinero vía ONG. Vais a tener que trabajar».

Esta campaña de amenazas contra los movimientos sociales del MST y el MTST han desembocado en ataques a algunos de sus campamentos, como el ocurrido en el municipio de Dos Irmãos do Buriti (Mato Grosso do Sul), cuando un vehículo cuyos ocupantes proferían gritos a favor de Bolsonaro provocó el incendio de uno de los barracones.

El ataque ocurrió el día antes de que el candidato ultraderechista confirmara su victoria en las urnas. El Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra respondió con un comunicado: «Es inaceptable el discurso fascista, que inspira odio y violencia entre la población. Una vez más somos objeto de ataques por parte de personas que reproducen en la práctica el discurso racista, fascista, homófobo y violento difundido por el candidato que está dispuesto a gobernar nuestro país».

La manera que ha encontrado el equipo de Bolsonaro para acorralar por la vía rápida a estos movimientos es mediante la modificación de la ley 13.260 de 2016, la ley antiterrorista firmada por la presidenta Dilma Rousseff  justo antes de los Juegos Olímpicos y de su impeachment. Rousseff aprobó la legislación, aunque vetó varios capítulos por considerarlos demasiado duros. Ahora el nuevo Gobierno busca levantar esos vetos.

El futuro Gobierno y su estructura de apoyos tienen prisa por reabrir el debate y están utilizado las modificaciones propuestas meses después de la aprobación de la ley por el senador Lasier Martins, que estaban paralizadas desde entonces. El relator de las nuevas medidas es Magno Malta, que no ha conseguido ser reelegido en las últimas elecciones y está a semanas de que se termine su legislatura como senador. Sin embargo, Malta suena con fuerza como ministro en el nuevo gobierno de Bolsonaro.

Malta sigue la línea dura marcada durante los últimos años por el nuevo presidente. En 2017, definía al MTS y el MTST como «grupos de ciudadanos que recibieron un pedazo de tierra y que no fueron emancipados porque en todo esto hay una estrategia comunista para mantenerlos en la palma de la mano, es decir, para que sean voto seguro todo el tiempo».

Imagen de un desalojo de grupos sociales a manos de las fuerzas de seguridad en Brasil en 2017

Imagen de un desalojo de grupos sociales a manos de las fuerzas de seguridad en Brasil en 2017.ROVENA ROSA / AGÊNCIA BRASIL

Basándose en la ideología que gobernará Brasil durante los próximos cuatro años, la propuesta comienza ampliando la definición de terrorismo. Hasta ahora, el texto lo resumía en la «práctica por uno o más individuos de actos previstos en este artículo, por razones de xenofobia, discriminación (…) cuando fueran cometidos con la finalidad de provocar terror social o generalizado». El texto de Malta añade «razones políticas, ideológicas o sociales».

Uno de los vetos con los que Dilma aprobó la ley, y que ahora se busca levantar, es el referido al aumento de la pena en el caso de que el crimen de terrorismo –y la colaboración con este– sea llevado a cabo en internet o a través de cualquier red social. La modificación persigue también tipificar como acto terrorista los incendios o destrucción de bienes públicos o privados y recluir a los condenados en prisiones de máxima seguridad. La oposición ha conseguido, por el momento, que se haya convocado una audiencia pública para tratar el tema, frenando durante un par de semanas la aprobación de las medidas.

Magno Malta, fiel escudero de Bolsonaro

Cuando las bancadas evangélicas de la Cámara de Diputados y del Senado crearon la mentira del ‘kit gay’ para referirse a la campaña «Escuela sin homofobia», promovida durante el primer mandato de la presidenta Dilma Rousseff, en 2011, el diputado Jair Bolsonaro y el senador Magno Malta (Macarani, 1957) unieron sus destinos para siempre. El Tribunal Supremo Electoral declaró públicamente durante el último proceso electoral que se trataba de una fake news, pero el término y su connotación ya estaba suficientemente amortizados en forma de votos tras siete años de uso malintencionado y alarmista. Malta continúa usando el apelativo despectivo sin tapujos.

Una tarde de aquel año 2011, en Brasilia, Bolsonaro le dijo a Malta que uno de los dos tendría que postularse para presidente del Gobierno, o de lo contrario la izquierda iba a acabar con la familia tradicional a través de la escuela. Malta le contestó que esa candidatura sería complicada, puesto que el diputado estaba considerado un loco y él mismo, como senador, era tachado de folclórico. Concluyeron que solo les quedaba rezar. Y eso hicieron. Desde entonces han venido rezando dos veces por semana en el gabinete de Malta, que es pastor evangélico. Por eso fue el propio Magno Malta el que lideró las oraciones en vivo y en directo la noche del 28 de octubre, cuando se consumó el sueño de ambos y Jair Bolsonaro ganó la segunda vuelta de las elecciones presidenciales.

Magno Malta, criado en el interior del estado de Bahía, pero vecino desde hace décadas de la localidad de Vila Velha (Espírito Santo), siempre ha buscado arrimarse al poder –o a los que estaban mejor posicionados para alcanzarlo– para difundir mejor su palabra y la de Dios. Lo hizo con Lula da Silva, repitió con Dilma Rousseff, se acercó también a Michel Temer –tras apoyar el impeachment contra la presidenta y votar a favor de apartarla del cargo–, y ahora es el más ferviente admirador del proyecto de Bolsonaro. Su escudero más fiel.

Avalado por el creciente número de seguidores de la línea dura y sabiendo que Brasil es el país que más transexuales del mundo asesina cada año, el senador Malta dedicó al colectivo parte de su intervención en el Senado en una de las sesiones de principios de marzo, cuando se acababa de confirmar una pequeña victoria social: la autorización del uso del cuarto de baño femenino para las mujeres transexuales.

«Pueden entrar en el baño de mujeres y mi mujer y mis hijas no pueden decirles nada para no molestarles. Pero el tío puede mear de pie, ensuciar toda la taza. En las vísperas de la semana de la mujer, el Supremo nos viene con estas. Señores ministros del Tribunal Supremo, ¡respeten a mis hijas, respeten a las hijas de este país! ¿Dónde están las feministas que no se han levantado para defender a las mujeres?», afirmó.

El senador hizo de la lucha contra el programa «Escuela sin homofobia» su bandera, como hicieron  muchos otros políticos brasileños. «Este kit homosexual en las escuelas hará que sean verdaderas academias de homosexuales», comentaba en una de las sesiones del Senado cuando surgió la propuesta. «Dios creó macho y hembra, y esta casa no creará un tercer sexo con una ley», remarcaba. «Su opción sexual es un problema suyo. No podemos crear un imperio homosexual en Brasil, donde una minoría pueda hacer de todo y una mayoría no pueda hacer nada».

Su otro campo de acción siempre ha sido la lucha contra la pedofilia. Para alcanzar repercusión mediática en época electoral no ha dudado incluso en propagar públicamente falsas acusaciones de este delito. Lo hizo en 2010 con un padre de una niña de dos años, a la que supuestamente el progenitor había agredido sexualmente. El acusado, Luiz Alves de Lima, trabajador de una empresa de autobuses, pasó nueve meses en prisión y fue torturado psicológica y físicamente en dependencias policiales del municipio de Cariacica (Espírito Santo).

Magno Malta solicitó estar presente en la comisaría para estar cara a cara con el supuesto agresor. La madre de la niña también fue encarcelada, por colaboración necesaria. Tras varios meses de investigación, el acusado –que había perdido la visión de un ojo por la violencia policial–, fue declarado inocente. Los análisis sanitarios demostraban que la niña estaba perfectamente, no había ningún rastro de violencia, lo cual confirmó que el atestado médico original había sido falsificado. Ahora el que responderá ante los tribunales será el senador, que también tiene pendiente defenderse ante las acusaciones de financiación ilegal dentro de la macroperación Lava-Jato.

Con estas y otras artimañas, poco a poco Magno Malta fue adaptando el discurso y la estrategia que han llevado al éxito a Bolsonaro. El Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra y el Movimiento de los Trabajadores Sin Techo, son otros de sus enemigos en el punto de mira. Según ellos, son militantes políticos y viven de las ONG. Esas organizaciones que, a su vez, y según sus propias palabras, «maman del Gobierno». El mensaje ha ido calando, se ha vuelto mayoritario y ahora Bolsonaro y Malta, que antes no eran más que «un loco» y un «folclórico», ganan poder y fuerza.

Víctor David López
Artículo publicado en ElDiario.es

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