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¿Es compatible la corrupción del PP con seguir gobernando?

Lo que está ocurriendo en España con el partido del Gobierno no es explicable de ninguna manera ni creo tampoco que exista situación similar en una democracia representativa.

Que existen los corruptos en cualquier parte, nación, partido o rincón de nuestro planeta es una realidad consustancial al ser humano. Pero eso ni justifica ni perdona nada.

Lo que hay que hacer es evitarla, poner los medios necesarios para cortocircuitar que un corrupto acabe contagiando al resto de políticos de su formación. Y hay que dejar que la justicia actúe, sancione y castigue a quien corresponda, caiga quien caiga.

Así lo hemos visto hacer en países democráticos, donde afortunadamente no existe impunidad para los corruptos, aunque pertenezcan al Gobierno.

En España es difícil que exista partido político (salvo que todavía no haya tocado el poder) que esté libre de culpa y no tenga entre sus filas “esas ovejas corruptas” que, no solo avergüenzan y ponen en un aprieto a la organización, sino que han estafado y robado a la ciudadanía desde sus cargos públicos. Y bien lo sabe el PSOE que lo pagó en su momento electoralmente.

Pero lo que está ocurriendo ahora con el PP es sorprendente, digno de analizarse en las universidades desde dos puntos de vista: uno, sociológico y político, que intente explicar cómo ha sido posible que “casos aislados” creen una tupida malla de araña capaz de extenderse por todas las administraciones y niveles, y por todas las autonomías gobernadas por un mismo partido; y dos, desde un punto de vista psicológico, para intentar explicar cómo el hartazgo de la gente se puede combinar con el voto electoral al partido podrido.

Porque a estas alturas, donde cada día nos levantamos con un sobresalto, donde la corrupción se ha “normalizado” de tal manera que parece habernos habituado a que “así es la política”, donde existen casi 18.000 cargos públicos aforados que no pueden ser juzgados por los tribunales ordinarios, y un millar largo de políticos con causas abiertas por corrupción (según las últimas noticias de prensa), donde la lista de casos es interminable, es necesario hacer un alto y reflexionar para ver si podemos seguir delante de esta forma.

Desde que estalló la crisis económica y la encubierta crisis política (que era tan real y preocupante como la primera), las paradojas se suceden.

Muchos nos preguntamos si es compatible la democracia, el voto libre y decisivo de la gente, con un sistema económico que genera cada vez más desigualdad y pérdida de derechos.

Pero también nos preguntamos si tendremos que acostumbrarnos a que es posible que el partido de Gobierno sea un partido corrupto en toda su estructura. ¿O todavía hay algún militante del PP que cree que lo ocurrido son simplemente “casos aislados”? El número de corruptos (algunos presuntos todavía y otros ya absolutamente confirmados y encarcelados) que anidan en esa organización es sorprendente.

Tan sorprendente como que el propio presidente del partido que es, al mismo tiempo, Presidente de España, ya que no ha tenido ni siquiera la decencia de desvincular ambos cargos para no intoxicar el gobierno con la gestión del partido, no tenga nada que decir al respecto, huya siempre que hay problemas, y se permita pasearse por el mundo en los momentos más delicados, siendo el “peor” embajador que pueda representar al país, cuando las portadas de los periódicos estallan con titulares y noticias relativas a la corrupción del PP.

¿Cuál es el grado de democracia que actualmente se mediría en nuestro país?

Menos mal que aún nos queda una justicia, lenta pero que se mueve (esperemos que no se atente todavía más contra ella como se pretende) y unos medios de comunicación que están dispuestos a denunciar.

Yo también comparto la idea de que esto es “una corrupción sistémica”, por tanto, no serán los mismos que la han ideado y chapoteado sobre ella, los que pongan medidas (ni comisiones de investigación ni leyes ni parches) para combatirla.

¿Entonces?, la encrucijada que tienen delante el resto de partidos parlamentarios no es baladí. Ni pueden caer en una oposición demagógica y chillona pero que no obtenga resultados, ni pueden convertirse en los “maquilladores” del partido de Gobierno, pero tampoco pueden permitir que el Gobierno del PP (pues los españoles que hemos sido estafados no nos sentimos defendidos) siga actuando como siempre: primero negar la evidencia, segundo desacreditar al mensajero, tercero decir que eso no tiene que ver con el partido (cuando el corrupto ha sido pillado y encarcelado), cuarto expulsarlo y decir que no lo conocen de nada.

Y que siga la rueda!!!!

Ana Noguera

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