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El endiosamiento de un cocinero

Señor Cruz:

Desde que le vi por primera vez en la pantalla de televisión, algo me dijo que no era usted “buena gente”. Su soberbia manera de tratar a algunos concursantes, rozando en lo ofensivo. Su altanería y arrogancia. Sus críticas descarnadas, sin empatía y sensibilidad. Su desabrida estancia en el plató, a mí, particularmente, me resultaba desagradable.

Es usted un cocinero, algo, a mi juicio, sumamente digno, pero necesita, junto con los demás, que le llamen chef, y que, además, los pretendientes a ganar el concurso, se vean en la obligación de hacerlo gritando. Me recuerda a esas películas del ejército americano (señor, sí señor, dicho a grito pelao).

Pero, no era suficiente con decir en un programa pagado por todos los españoles, que el plato elaborado por determinada persona parecía un plato de un restaurante de carretera – donde, por cierto, en algunos se come extraordinariamente bien, y han tenido fama desde tiempos inmemoriales, manteniendo precios razonables – había que rizar el rizo, y ahora se descuelga usted con que los becarios que tiene a su servicio no tienen derecho a cobrar, porque ya es suficiente honor para ellos aprender de sus enseñanzas – suponiendo que usted esté de continuo en su local para enseñarles, cosa que, créame, dudo mucho. ¿No le parece a usted que es el colmo del endiosamiento? Sólo le ha faltado afirmar que después deben hacerle una felación, para poder presumir de ello, al gran chef de las dos estrellas Michelín.

No entiendo mucho de estrellas Michelín por dos razones fundamentales: la primera es que soy contrario a algo que, entiendo, es una operación de marketing, donde los restaurantes galardonados tienen carta blanca para incrementar sus precios, y la firma Michelín ha conseguido hacerse famosa en el mundo entero. La segunda es que no dispongo de la holgura económica suficiente para permitírmelo. Y añadiría una tercera: si dispusiera de la liquidez suficiente para poder degustar los platos de cualquiera de esos restaurantes, probablemente tampoco lo haría, pues considero disparatados los precios que se han establecido, cuando existe un porcentaje, no menor, de ciudadanos que tienen que acudir a los bancos de alimentos para satisfacer sus necesidades básicas. En los tiempos que corren, señor Cruz, restaurantes como el suyo, son algo inmoral. Claro que, como usted está en El Olimpo, esto no creo ni que le importe, ni que le preocupe.

Creo haber leído en alguna parte que justifica usted esa vergonzosa actitud, con una especie de genialidad, alegando que para esos becarios a los que usted tiene trabajando, ese período es como un MBA, ¡vamos, que todavía tienen que darle gracias a usted de que no les cobre!

¿Sabe usted que un MBA es un título oficial que lo avala a cualquiera que lo posea en toda la UE? ¿Qué título les da usted? Si, realmente, le interesa tanto la enseñanza, monte usted una Escuela de Cocina con todos los requisitos legales correspondientes y no se escude en indecentes subterfugios.

Claro que, tengo también que decirle, que no es de usted toda la culpa, ya que si estos hechos estuviesen penalizados legalmente, no podría ni usted, ni nadie, beneficiarse gratuitamente del trabajo de los demás. Puedo asegurarle que, si alguno de los trabajadores – becarios, como usted los denomina, aunque no por ello trabajadores – estuviese cobrando el paro, la Administración sí se preocuparía de suspenderle la prestación. Como todos sabemos, la cuerda siempre se rompe por la parte más floja.

Sería de considerable agradecimiento que abandonase usted el programa de la televisión pública en el que participa, y del que seguro que sí que cobra. O también podría continuar en él, pero gratis, ya que todos los españoles le damos la oportunidad de que aprenda a desenvolverse en un medio de comunicación tan prestigioso como es la Televisión Española.

Víctor Chamizo
Artículo publicado en Rompamoslosgrilletes

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