Jordi Gracia – “La resistencia silenciosa”
“La resistencia silenciosa”. (Fascismo y cultura en España)
Autor: Jordi Gracia
Editorial: Anagrama. Año 2004
Jordi Gracia es catedrático de literatura española contemporánea en la Universidad de Barcelona. Ha nacido en 1965. Es también ensayista y ejerce la crítica literaria en El País y otros periódicos de Madrid y Barcelona.
La resistencia silenciosa es un ensayo potente y minucioso en que el autor disecciona el mundo literario desde los años siguientes a 1939 hasta la llegada de la democracia en 1977. Su labor de cirujano está ajustada a un minucioso estudio de investigación. Desnuda y valora todas las iniciativas de los diferentes autores que han ido aflorando, que retornaron o que resistieron la negra noche del franquismo.
Lo primero que relata es la referencia del franquismo como patología totalitaria semejante al nazismo y al fascismo italiano, si bien matiza el autor, con perfiles propios y duró más que en los demás países europeos. No obstante, la estrategia fue la misma y los resultados igualmente perturbadores en lo referente a los parámetros y manifestaciones culturales. Tuvo Idéntico perfil patológico, aunque con el predominio del color nacional-católico que se apoderó del resultado y que acabó por teñirlo todo.
Una de las características singulares además de la implantación del nuevo Estado, que se dijo iba a barrer el liberalismo imperante del período anterior y con él la Ilustración El resultado fue el de una ruptura total en todos los órdenes respecto del período republicano. Su primera manifestación cristalizó en el lenguaje. El país se llenó de un lenguaje predestinado y predecible, altisonante y autoritario en sus modos, yluego en contenidos, que acabó coagulando en la literatura y, en general, en todas manifestaciones culturales a partir del año 1939. Hay un libro que se cita como ilustrativo que aborda este aspecto de la adulteración, perturbación y prostitución del lenguaje. Es un análisis riguroso y que nos traslada el valor de éste dentro de los nuevos modos. La lengua del Tercer Reich de Víctor Kemplerer, un filólogo que estudia el lenguaje nazi, o fascista, y que nos plantea los nuevos modos fomentados por el totalitarismo y que alumbró el caso español con el mismo formato.
Una de estas excrecencias totalitarias y brutales de este formato apunta el autor, se encuentran en La familia de Pascual Duarte, escrito por Camilo José Cela en 1942, un relato violento y descarnado de estos modos. Luego siguió cultivando el uso de un lenguaje más atemperado como fue el caso de Viaje a la Alcarria siguiendo los pasos de otro similar ya publicado de Josep Pla, o en otras posteriores, con un lenguaje menos escatológicos. De ese lenguaje desabrido hizo Cela sus señas de identidad.
Jordi Gracia en este texto recoge también la evolución y comportamiento de los escritores existentes en aquel erial que dejo el golpe militar y la subsiguiente guerra civil en España. Los antiguos autores liberales quedaron arrasados, postergados, humillados u orillados. La retirada a los palacios de invierno de Baroja después de su peculiar exilio parisiense, las contradicciones de Ortega y Gasset después de su paso desde Portugal mendigando un lugar al sol dentro del paraíso perdido, las adaptaciones a la supervivencia de un Azorín que lo fue todo y acabó renqueando y mendigando premios sometiéndose a la Dictadura. Todos ellos vivieron con la esperanza perdida y sin horizontes, sintiendo como ajenos los pasados éxitos. La evolución de un Dionisio Ridruejo hombre del régimen que después de su vuelta de la campaña de Rusia, acabó escribiendo testimonios de su militante mutación falangista, pasando de las posiciones iniciales a posiciones de opositor al franquismo. Marcó una época en un proceso evolutivo singular dejando un partido atrás en el que militó como dirigente. Otros como Alfonso Paso, Torcuato Luca de Tena o Miguel Mihura, seguidores del régimen, se dedicaron a ganar dinero mediante comedias de vodevil.
El relato recogido es un minucioso ensayo de todo el panorama literario de esos años repartido entre supervivientes y resistentes. Todo un panorama cultural repleto de silencios omnipresentes cargados de un discurso huero, Es también un minucioso estudio de la evolución del virus del fascismo y de la manifestación de sus diferentes formas instrumentadas a lo largo de los años. Muchos se acomodaron a cada instante.
El tiempo discurrido desde los hechos iniciales permite al autor percibir muchos matices sobre los personajes sustantivos, tanto de los veteranos en esos tiempos, como de las nuevas plumas que aparecieron en el panorama cultural. No deja de haber una cierta mitificación crítica en algunos de ellos, aunque no por eso deben valorarse negativamente. El autor matiza si la generación de los emergentes a partir de 1956, no es una fecha concordante con los hechos políticos producidos en esas fechas, o si su caudal creativo corre al margen de esos hechos. Lo cierto es que algo se movió bajo la chatarra del régimen. El viejo pulso liberal de la ilustración empezó a latir. La propia Martin Gaite ajena a la contienda civil reconoció después el peso de la losa de la educación que tuvo encima y lo que le costó moverla.
El autor indica que no es un libro melancólico ni siquiera su título, y señala que por el contrario, es un libro jovial, porque trata de unos tiempos bárbaros, en medio de una subsistencia ética, e intelectual sujeta a un período totalitario. Reconoce que fue una resistencia silenciosa, tímida, timorata, acobardada, precavida y cauta y, desde luego, muy poco heroica. No hay héroes antifranquistas, aunque se describen momentos emocionantes y singulares. Y tampoco hay un sol espléndido y rutilante entre los transterrados, que como en el caso de Max Aub sintieron que nadie le conocía en el interior, y percibieron con angustia que pocos le leían. Su amargo reproche en “La gallina ciega” apunta a esa generación perdida y a esas esperanzas frustradas. Costó muchos años apreciar el valor de sus libros y el sacrificio de sus vidas.
La guerra pareció matar el ciclo biológico de una cultura moderna. En los años 50 no eran tan solo los que asomaban en el horizonte un discurso de voces propias, sino un semillero de promesas, un adelanto tímido frente a la brutalidad triunfadora y devastadora del franquismo. Fue una semilla que tardó en crecer y que se manifestaba, en ocasiones, de manera intermitente con la mirada de soslayo al otro lado de la frontera. Se fueron observando como volvían a florecer fuera de nuestro país las manifestaciones culturales libres respecto a los modos imperantes en este territorio. Aun así, relata el autor que hubo dos periodos a considerar en esas las fechas, los que discurrieron entre 1939 y 1945 y los posteriores. En ese año 1945 los que perdieron la guerra civil ganaron al otro lado de la frontera, al menos, para restituir la libertad perdida. Los que quedaron a ese lado, abonaron el terreno a otros. Los transterrados se convirtieron en la España peregrina. En el interior el régimen de censura se convirtió en una presión aplastante para los creadores de cultura de todo tipo
La ruta de la democracia fue un largo camino a explorar desde ese año 39 hasta que llegó 1977, en ese largo camino emprendido, muchos autores dejaron su obra escrita y algunos sufrieron persecución, proscripción y exclusiones. Muchos tuvieron que ver sus obras mutiladas, publicadas fuera o aplazadas, y algunas durmieron un largo reposo. Jordi Gracia los analiza a todos como un cirujano, los desbrida, los analiza y los contempla, dándonos pautas para observarlos en una perspectiva histórica, dejando a un lado prejuicios y cautelas. Ese largo camino dentro de la democracia ha desactivado los tics del pasado franquista, ha construido otro legado diferente al anterior. El final del siglo XX ha dejado atrás el espíritu intimidatorio de los mensajes nacional-católicos que han quedado como al margen, como un espacio colateral en vía muerta. La guerra ha sido digerida como culpa y la cultura española ha vuelto a la casa europea de la que no debió salir jamás. Muchos ciudadanos europeos tuvieron que digerir sus propias historias y ahuyentar sus respectivos demonios interiores, que también tuvieron. El cultivo de las libertades en la cultura, y en otras manifestaciones del saber han marcado un perfil diferente desde la Constitución de 1978. Suenan de nuevo los clarines del miedo. Hay que recordar que existen para no tener que repetirlo. Como dice Claudio Magris, esperemos no tener que volver a gritar “No pasaran”.
Pedro Liébana Collado



