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Juan Benet – «Otoño en Madrid hacia1950»

Otoño en Madrid hacia 1950
Autor : Juan Benet
Editorial: Alianza Editorial. Año: 1987

Juan Benet fue un escritor español nacido en Madrid en 1927. Falleció en la misma ciudad en 1993. Su escritura ha sido considerada de culto y su influencia según los especialistas no ha dejado de afectar a otros autores. Ha cultivado diversos estilos literarios, novelas, ensayos y cuentos, incluso alguna obra de teatro.

De profesión ingeniero de caminos, su largo periplo de trabajo le ha llevado a conocer paisajes de León y de otros lugares de España. Muchos de ellos le han permitido asomarse al escenario de sus narrativas. Volverás a Región, y otras obras firmadas por este autor discurren en los paisajes donde había ejercido su tarea profesional. Son relatos en que el autor ha mirado como referente al mundo literario de Faulkner. Su estilo es prolijo y difícil.

En este caso, Otoño en Madrid hacia 1950 es un libro autobiográfico, sencillo, construído de recuerdos, simbolizado en un paseo por el Madrid durante los años 40 y 50, cuando era estudiante de ingeniería y cuando su deambular por las aulas y las calles madrileñas se amenizaba apoyándose en un grupo de amigos entrañables.

En este espacio frío de un Madrid inhóspito, sus recuerdos desfilan en varios cuadros de relatos y evocaciones y acaban en un epílogo dedicado a los momentos vividos donde se recoge su amistad con Luis Martín Santos. Llegó a él mediante la invitación de su amigo Alberto Machimbarrena en una taberna denominada Gaviria que ambos frecuentaban.

Este amigo vasco hacía las delicias de la madre de Juan Benet. Su origen común le acercaba a Alberto, con el que departía durante las comidas o las cenas los últimos acontecimientos en Euskadi, sobre todo, de Donosti. Luis Martín Santos acabó siendo adoptado después en ese hogar como un hijo más por la madre de Juan Benet. Echaba de menos a Francisco, el hijo mayor, exiliado en París, estudiando en la Sorbona y buscado por la policía política al ser el cerebro de la fuga de los elementos de la FUE madrileña (Federación de Universitarios antifranquista) Manuel Lomana, y Nicolás Sánchez Albornoz, ambos cumpliendo condena en la prisión de Cuelgamuros. (La fuga fue llevada al cine con el título de “Los años bárbaros” por Fernando Colomo, y recogida en las memorias de Bárbara Probs Solomon Los felices cuarenta, una de las protagonistas)

Relata Juan Benet que eran los tiempos de estudiante de Luis Martín Santos como cirujano en Madrid. Luis había cursado la especialidad de su padre pero no la deseaba ejercer. Su estancia era compartida en la misma pensión de Carlos Castilla del Pino. Quizá debío influir en su cambio de especialidad hacia la Psiquiatría, que éste cultivaba, y que se encontraba ya abiertamente entregado a ejercer su vocación de psiquiatra.Poco después conseguiría su destino en Córdoba. En esos tiempos, Luis conoció a Rocío Laffon, una enfermera del doctor López Ibor, que andando el tiempo sería su esposa y la madre de sus hijos. Este paso lo dió después de su salida a perfeccionar sus conocimientos de Psiquiatría en Alemania.
Era frecuente en aquellos momentos que los aficionados a la cultura se citaran para acudir a alguna tertulia literaria, sobre todo los sábados, y luego a continuar disfrutando de la noche en alguna sala de fiestas como Bocaccio y seguir después la farra hasta altas horas de la madrugada en algún lugar de alterne. En ocasiones la derivada les llevaba Café Gijón e incluía algunos de los tugurios de Madrid como Tarzan. Luis Martín Santos, deleitaba en ellos al respetable por su elegancia en los pasos de baile. Era un gran bailarin.

Juan Benet, Luis Martín Santos y Alberto Marchimbarrena frecuentaban Gambrinus, una tertulia literaria donde acudían Pepin Vidal, Pio Caro y Luis Peña entre otros. Mas tarde a mediados de los años 50, Luis Martín Santos y Alberto Machimbarrena serían detenidos en Pamplona, y trasladados a la DGS en Madrid, en compañía de Javier Pradera y Vicente Girbau, dos militantes más antifranquistas que cayeron en manos de la policía política. Será la primera detención de Luís Martín Santos que abrió el camino a su militancia en el PSOE donde llegó a ser dirigente en el interior. Murío pocos años después, en 1964, en un accidente de tráfico cerca de Vitoria.

Juan Benet relata algunas de las anécdotas de la noche madrileña de este grupo de amigos ilustrando al lector con las aventuras de unos estudiantes burgueses de entonces. Solo cuenta las más sonadas y más divertidas. Otro de los pasajes del relato se refieren a la afición de Juan Benet a escribir y a conocer entornos literarios. Este interés le impulsó a visitar al escritor Pío Baroja en la calle Alarcón donde vivía y al que admiraba por sus dotes literarias y por la extensa obra escrita. Osco y de dificil trato, D. Pío convocaba alrededor de la mesa de su comedor a una tertulia literaria formada por diversos y abigarrados personajes entre los que siempre estaba su sobrino Julio Caro. Juan Benet durante algún tiempo se convirtió en asiduo de esa tertulia. A ella Martín Santos no acudía apenas, nada más que de manera ocasional, fruto de sus ocupaciones. Frecuentada por personajes de catadura muy variada, Benet los describe de manera prolija y socarrona junto con los peculiares hábitos del anfitrión que siempre hablaba poco y representaba, finalmente, la voz autorizada del grupo.

Baroja después de su retorno del exilio en París y visto el rumbo que había tomado el régimen político de la Dictadura, decidió voluntariamente tomar como respuesta convertir su vida en un exilio interior del que solo salía lo mínimo, si acaso para que le publicaran algunas obras. Obras que como él mismo les explicaba a los contertulios, solo le servían para hacer frente a sus minimas necesidades vitales, el carbón de la calefacción, y para los escasos alimentos que consumía.

En otro de los apartados del relato es muy divertido ver el empeño del autor en contar sus anécdotas de la mili. Decidió no hacer IPS y formalizar su compromiso con la patria haciendo vida en un cuartel como soldado. Por su facilidad para escribir, se dedicó a redactar todo tipo de cartas, órdenes e instrucciones dentro de las oficina de Mayoría que era la dependencia que se ocupaba de la administración del cuartel.

En otra de sus referencias recogidas se encuentra su paso por los estudios en Finlandia, adonde acudió para hacer su perfeccionamiento universitario como ingeniero. Sus andanzas en tan frío país incluyen la hostilidad de los finlandeses respecto a URSS que era un país fronterizo e invasor, al que debían importantes fondos de compensación. Describe sus costumbres, y algunas de sus anécdotas vitales sazonadas de humor. Quedó sorprendido por el hecho de que muchos polacos viajaban a Finlandia de polizones en barcos respirando, a duras penas, entre el granel para aflorar a la superficie en el momento de la descarga.

Otoño en Madrid hacia 1950, es una obra a caballo entre la autobiografía y los recuerdos. En las anécdotas pueden contemplarse no solo al Benet a sus veinte años en un país devastado y con todo por hacer, sino muchos de los anhelos de una juventud que empezaba a arrancar en sus primeros objetivos.
En uno de los muchos comedores sociales, donde los visitantes acudían a hacer frente a sus necesidades y combatir el hambre, el autor recuerda que por la decoración y la oferta, más bien parecía un comedor de los que D. Pío Baroja descubría en La Busca, aquella novela situada en el Madrid paupérrimo de principios de siglo. Cita también otro caso en que el autor cuenta que en un tugurio al que acudieron todos, terminada la sesión, los camareros, antiguos militantes de la CNT, les invitaron al último chupito antes del cierre. Mientras les confesaban anécdotas de la guerra y confraternizaban entre vapores y risas, con las mesas y los asientos recogidos.

El libro es un relato en cuatro piezas.El epílogo, el referente a Luis Martín Santos, fue completado por otro amigo del autor, Antonio Martínez Sarrión. Era el texto entre la claridad y la penumbra de un país en estado de supervivencia, inmóvil y sin horizontes, donde se recogen en una instantánea los rasgos definitorios de una época.

Pedro Liébana Collado.

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