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Once muertos olvidados entre los goles del Mundial

Si los once jugadores de un equipo de fútbol murieran súbitamente mientras juegan la Copa en Brasil, la tragedia acapararía las portadas de todos los periódicos del mundo y abriría todos los informativos. Sin embargo, si los muertos son ciudadanos anónimos víctimas de una inundación que en otras circunstancias habrían tenido el irónico consuelo póstumo de al menos un breve en la sección de sucesos, se quedarán relegados al olvido frente a la rabiosa actualidad futbolística del Mundial. Pues eso, en cierto modo, es lo que ha pasado estos días en Brasil, donde once personas han perdido la vida y más de doscientas resultaron heridas en las graves inundaciones registradas los últimos días en los estados sur del país sin que apenas hayan encontrado un hueco en los principales titulares de la prensa internacional desplazada para cubrir el evento deportivo.

En total, 152 municipios y cerca de 600.000 personas se han visto afectados por las inundaciones en los estados de Paraná y Santa Catarina; unas 13.000 viviendas han quedado dañadas y entorno a 40.000 residentes han tenido que abandonar sus casas, según los datos de protección civil. En Brasil, uno de los grandes problemas es el gran número de viviendas construidas de forma precaria y asentadas en zonas de riesgo naturales. Se estima que unos 3,2 millones de viviendas se encuentran en este tipo de circunstancias en el país lo que las hace especialmente vulnerables a fenómenos naturales como las fuertes lluvias registradas en estos estados del sur. Precisamente una de las reivindicaciones que más se ha escuchado en las protestas contra la Copa ha sido el problema de la vivienda.

La presidente del gobierno Dilma Rousseff sobrevoló en helicóptero ayer el área afectada por las inundaciones y quedó sobrecogida por la magnitud de la tragedia, especialmente al comprobar cómo la localidad de União Vitória permanece en gran parte cubierta por el agua. “A muchas casas solo se les ve el tejado, yo nunca había visto en áreas urbanas una cosa de esa proporción, con una ciudad entera que casi desaparece”, destacó la presidenta en una primera valoración de urgencia tras la visita.

Por el momento, el gobierno brasileño ha desbloqueado ayuda de emergencia por valor de unos 3,9 millones de reales (11,7 millones de euros) destinados a cubrir las necesidades inmediatas de los afectados que han perdido sus hogares. En cualquier caso, las necesidades podrían aumentar ya que  147 municipios continúan en estado de emergencia y no se descartan nuevas lluvias para los próximos días.El gobierno estadual de Paraná estima que solo para recuperar las carreteras que se han visto afectadas será necesaria una inversión de 160 millones de reales (53,3 millones de euros), mientras que Protección Civil eleva los daños a los 1.000 millones de reales (333 millones de euros).

Las fuertes precipitaciones registradas los últimos días provocaron un espectacular incremento del caudal del río Paraná, cuyo nivel llegó a situarse en algunos puntos hasta doce metros por encima de lo normal. Uno de los lugares donde se evidenció de una forma espectacular este fenómeno fue en las  cataratas de Iguazú, situadas en la frontera entre Brasil y Argentina, por donde llegaron a salir 46 millones de litros de agua por segundo, cuando el volumen habitual es 1,5 millones.

Mientras tanto la normalidad comienza a recobrarse en la región, incluida la ciudad de Curitiba donde el lunes la selección española tiene previsto despedirse del Mundial, aunque sin perder de vista los partes metereológicos que amenazan con nuevas lluvias. Unas precipitaciones que, paradójicamente, pasan de largo de las vecinas regiones de São Paulo donde la sequía y los problemas en la gestión del agua han obligado a numerosas localidades a decretar medidas para racionar el suministro.

José Manuel Rambla.
Artículo publicado en Nueva Tribuna.

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