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Respeto, por favor

En este país, probablemente por motivos históricos, no nos han educado en el respeto. Más bien se puede decir que, muy al contrario, somos muy intolerantes. No somos capaces, nadie nos lo ha enseñado, a admitir el derecho que tiene el que está frente a mí a poder sustentar o defender una opción distinta a la mía, tener una opinión diferente… parece que la intolerancia esté en nuestro ADN y eso nos incluye prácticamente a todos, vascos o andaluces, izquierdas o derechas, ricos o pobres…

Hay muchas excepciones, afortunadamente, pero la excepción confirma la regla. ¿Le parezco exagerado? Salga a la calle y cuando vea a alguien, hombre, mujer, joven o viejo que haya tenido a su perro cagando en la acera y después no recoja la mierda, vaya con toda la delicadeza, educación y buenos modales de la que sea capaz y le llame la atención… y luego me lo cuenta.

Y eso es, evidentemente, un problema de educación y la educación se recibe en casa. Ante eso, las escuelas tienen poco que hacer, salvo algún milagro que otro.

Pues bien, este largo preliminar es para constatar que solo percibo un único cambio en ese tema a lo largo de los muchos lustros de los que puedo dar fe, por ser testigo presencial. Pero lamento tener que decir que ese único cambio del que hablo ha sido a peor.

Me explico: me resulta inconcebible que uno se falte continuamente al respeto a sí mismo diciendo en los medios una cosa y al día siguiente la contraria, o contando mentiras que en pocos días saben van a ser descubiertas y puestas en evidencia.

Según mi personal percepción (nótese que lo de personal va subrayado) empecé a notar ese cambio a partir del 11-M. No voy a explicar por qué. El que no lo sepa es que no se ha querido enterar. Desde entonces y desde mi percepción, en vista de que las mentiras no les pasan factura, se han acostumbrado, no a mentir, eso ya lo hacían, sino a la mentira e injurias descaradas y de corto recorrido. Han comprobado que les funciona. Así, últimamente empezaron por criticar la precipitación del gobierno en poner en marcha el confinamiento (luego ellos mismos lo aprobaron) Luego dijeron que se había hecho tarde, luego que se prolongase… ¡son estupendas las crisis! ¿hay algo mejor para desestabilizar? Si la gente se muere ¿Qué más les da?

Pues bien, volviendo al tema del respeto, mi descubrimiento más reciente es que han convertido en “normalidad” el afirmar, en muchos casos mintiendo, hoy una cosa y mañana la contraria. Me produce vergüenza ajena que, por no respetar, no se respeten ni siquiera a ellos mismos.

Miguel Álvarez

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