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¿Y si le cambiamos el nombre a la plaza?

 

La remodelación integral de la plaza del Ayuntamiento de Valencia, que culminará entre 2024 y 2025, es una buena ocasión para repensar su nombre? El actual, que se remonta al año 1987, fue una solución de emergencia ante la aversión que sentía la derecha hacia la denominación previa: Valencia. Sin embargo, algunos consideran insípido el nombre actual, impropio del principal enclave del cap i casal. EL TIEMPO pidió su opinión al alcalde de Compromís, Joan Ribó, la vicealcaldesa del PSPV, Sandra Gómez, y los portavoces de PP y Cs, María José Catalán y Fernando Giner. Les gusta plaza del Ayuntamiento? Los gustaría más plaza de Jaume I? Atención, porque hay consenso en varios aspectos.

Algunos no han dudado en rebautizarla como la  Plaza Roja por el color que, según dicen, desprenden los 12.000 metros cuadrados recientemente ganados al tráfico motorizado. Lo cierto es que, de roja, no tenía mucho y cada vez tiene menos. Los zapatos de los miles de peatones y las ruedas de bicicletas y patinetes que pasan diariamente van oscureciendo el asfaltado provisional, que no será sustituido hasta el año 2024 o 2025 , cuando por fin se ejecute la remodelación integral definitiva de la plaza. El proceso es largo.

Su nombre sigue siendo -como desde hace 33 años- plaza del Ayuntamiento . Quien era alcalde cuando se produjo el bautizo, el socialista Ricard Pérez Casado , aunque se hace cruces: «No, no me gusta nada este nombre, me parece ridículo!», exclama. La cama verde del Turia, el Palau de la Música, la red de alcantarillado o el soterramiento de las vías del Grado son hijas de su mandato. Pérez Casado es el padre de la Valencia contemporánea, quien introducirla en la modernidad. Con todo, entre las decepciones acumuladas a lo largo de los nueve años que dirigió la ciudad, y no son pocas, el cambio de nombre de este lugar tan emblemático es una de las que le cuecen más. «Esto de plaza del Ayuntamiento es más propio de un pueblo pequeñito que no de la capital del país», lamenta.

Pérez Casado, en la plaza del Ayuntamiento durante su etapa como alcalde. / Carlos Francisco

Resulta que la plaza del País Valencià , como se llamó  de 1979 a 1987, desagradaba profundamente la derecha autóctona. Sobre todo después de que el Estatuto, aprobado en 1982, institucionalizará la fórmula Comunidad Valenciana. Otra solución de emergencia descafeinada, la de Comunidad Valenciana, que su ideólogo, el ucedista Emilio Attard , calificó de » imbecilidad » en una entrevista concedida a EL TEMPS en 1991.

«Que le retiramos el nombre de País Valenciano para decirle plaza del Ayuntamiento denota el tipo de sociedad que somos» , comenta Pérez Casado por teléfono desde su domicilio, situado en el barrio de Benimaclet. No es el único que, a pesar de haberse acostumbrado, encuentra sosa la solución adoptada.

Las elecciones de 1987 alteraron el orden de fuerzas en el consistorio. La izquierda, con 15 concejales de 33, dejó de ser mayoritaria, si bien Pérez Casado retuvo la alcaldía gracias al apoyo del Centro Democrático y Social (CDS). En cualquier caso, los 7 concejales de Unión Valenciana (UV), los 7 Alianza Popular (AP) y los 4 del CDS en sumaban 18 y forzaron su cambio de nombre . «La argumentación era pobre, porque al mismo tiempo que se cargaban la plaza del País Valencià, se mantenía la avenida del Antiguo Reino de Valencia», recuerda el ex alcalde. «Pero no me dieron ninguna opción más, así como también tuvimos que dejar de comprar el agua mineral catalana que servíamos hacía años en el consistorio y comprar una de valenciana, de la Font d’En Segures», añade mientras río.

En julio de 1987, la placa de País Valenciano fue sustituida por la del Ayuntamiento. / Ana Torralva

«No lo puedo negar: me alegraría mucho que la plaza cambiara de nombre» , sentencia Pérez Casado para terminar. Preguntado por la posibilidad de llamarse la Jaume I, reacciona con un entusiasmo indisimulado. «La figura del rey Jaime es cohesionadora, nadie cuestiona que se trata de nuestro rey fundador, la derecha no ha podido encontrar ningún descendiente de los íberos ni un Moro Musa a quien atribuirle el origen del pueblo valenciano», enuncia con su ironía marca de la casa.

Jaume I: de calle a plaza?

Jaume I ya tiene una calle en Valencia, pero corto, torcido y estrechito, entre los de Quart y el Moro Zeid. Quien pasa, queda sorprendido: como puede llevar aquel callejón, y no una gran plaza o avenida, el nombre del rey conquistador? La justificación aparece en el libro Las calles y super historia (Astillero, 2017), obra de Luis Fernández .

Este es, de hecho, una de las calles más antiguas de la cabeza y casal: del 1843. «La ciudad de Valencia le dedicó [a Jaime I] uno de sus mejores calles, una calle de nueva planta y en un lugar privilegiado» , sostiene Fernández, «ninguna otra calle de la época no estaba dedicado a un monarca o personaje histórico».

El autor del libro echa de menos, eso sí, una exposición de motivos cuidada, in situ , sobre el porqué de esta ubicación. La calle se sitúa donde hace dos siglos estaba el convento de la Puridad , víctima de la desamortización de Mendizábal .

Aspecto actual de la calle del Rey en Jaume visto desde la calle de Quart. Su denominación se remonta a 1843.

«Por primera vez, tres calles de Valencia recibieron nombres relacionados con un acontecimiento histórico: la conquista de la ciudad por el rey Jaime I», explica Fernández. Además de lo que está dedicado al monarca y el adyacente en recuerdo del Moro Zeid , está la calle de la Conquista , que los une por medio.

Él, en el libro, se muestra partidario de mantener el nomenclátor de este cruce intacto. Tan intacto como se encuentra el terreno que desde 1853 ocupaba el viejísimo teatro Princesa, más tarde reconvertido en cine y desde 2009, después de un peligroso incendio, solar que hace las funciones de aparcamiento de coches.

Al historiador medievalista Vicente Baydal , por el contrario, no le importaría que Jaume I diera nombre a otra calle o plaza más significativa. Sin embargo, no considera, ni mucho menos, que la plaza del Ayuntamiento sea el destino idóneo: «No soy partidario de modificar los nombres que ya se han consolidado y menos aquellos que están adscritos a un lugar muy simbólico, y la plaza del Ayuntamiento reúne estos dos elementos «.

Baydal, que también oficia como cronista oficial de Valencia , observa que, así como Jaume I genera hoy un consenso importante, «podría generar conflicto de aquí 50 años». «No podemos saberlo, y por este motivo, prefiero el nombre de plaza del Ayuntamiento, un nombre descriptivo como todos los de antes de la llegada del Estado liberal», apunta Baydal. «Quizás no tiene la fuerza de Jaume I o otros nombres, pero precisamente por eso tampoco genera disputa, como las calles de Arriba y de Abajo, que son meramente descriptivos», continúa el historiador. «En este sentido soy muy conservador!», Confiesa sin rodeos.

Calle del Rey Don Jaime desde la calle del Moro Zeid, con el solar generado por el derribo del antiguo cine Princesa.

Y qué piensan los políticos?

EL TEMPS ha pedido la opinión a los máximos referentes de las cuatro principales formaciones del consistorio. Como verían un cambio de nombre de la plaza del Ayuntamiento? Les gusta la alternativa de Jaume I? El alcalde, Joan Ribó , de Compromiso; la vicealcaldesa primera, Sandra Gómez , del PSPV-PSOE, y los portavoces respectivos de PP y Ciutadans, María José Catalán y Fernando Giner , han accedido a reflexionar sobre el futuro onomástico de la plaza.

Al alcalde el nombre actual le resulta «bastante impersonal» , pero entiende que «fue fruto de un momento histórico en el que el paso de la dictadura al asentamiento de la democracia aún no se había conseguido, al menos sociológicamente hablando ; había elementos claramente involucionistas reacios a la autonomía y las libertades democráticas a los que posiblemente se les hizo demasiadas concesiones desde un punto de vista actual «. «La cuestión simbólica, como ocurre con los nombres de las calles, puede crear un relato de autoestima potente, o puede quedarse en algo anodino e insustancial», admite Ribó. «En cualquier caso, con todo lo que estamos sufriendo ahora, esta no es mi principal preocupación como alcalde», dice.

«A mí sí me gusta», expone la socialista Sandra Gómez, «es un nombre que visibiliza la administración y la institución más cercana a la ciudadanía, que es el Ayuntamiento». A su juicio, «es oportuno que el Ayuntamiento, la principal institución de la ciudad, le dé nombre a su plaza principal» .

En la oposición también le gusta. «Como no tiene connotaciones políticas, no resulta polémico y no veo la necesidad de cambiarlo», comenta Catalán. «Además, a título personal, el de plaza del Ayuntamiento es un nombre que me gusta mucho!», Prosigue. «La cuestión no es si personalmente nos satisface o no el nombre actual», señala Giner. «Históricamente, la plaza ha tenido varios nombres, cada régimen quiso cambiarlo, pero el de ahora es de consenso, no suscita debates y es totalmente ajeno a las polémica política».

Una imagen de la plaza del Ayuntamiento del mes de marzo de 1982. / Ana Torralva

Entre 2007 y 2011, durante su paso por la alcaldía de Torrent , María José Catalán sí promovió el cambio de nombre de la vía que vertebra, de arriba a abajo, esta importante ciudad de la Huerta. Así, la avenida del País Valenciano pasó a llamarse avenida al Vedat tras un proceso participativo en el que, en primera instancia, la propuesta elegida obtuvo 307 votos, y la de la Comunidad Valenciana, 957. Más del triple.

En efecto, el equipo de gobierno local del PP planteó cinco posibles opciones, una de las cuales era la denominación en vigor desde el año 1979. Catalán, sin embargo, condicionó el mantenimiento de País Valenciano la obtención del 50% de los votos; si no llegaba, las tres opciones alternativas más votadas pasarían a la fase final. Van hacerlo avenida al Vedat, Reino de Valencia y Comunidad Valenciana. Apenas el 4% de los torrentinos participaron en la primera ronda, y el 3% en la segunda. Finalmente, avenida al Vedat fue la triunfadora con el 37% de los votos.

Una consulta similar en Valencia?

Valencia podría explorar una consulta similar a la de Torrent en 2009. Ahora bien, el alcalde Ribó tiene claro que ésta no es, «ni de lejos», una «prioridad» para la ciudadanía. «De cualquier modo, el nombre de una plaza tan emblemática como esta requeriría de un consenso muy amplio» , subraya. «Cuando decidimos que sería una plaza peatonal, teníamos detrás unos programas electorales que así lo avalaban, la opinión favorable de los urbanistas y técnicos, así como datos objetivos que nos indicaban una voluntad popular mayoritaria por espacios urbanos más amables, donde los peatones sean protagonistas «, explica. «Yo sería partidario de un nombre que aportara una mayor personalidad a la plaza, apelando a la valencianidad o a valores democráticos, pero siempre debería ser sobre la base de un consenso amplio», remacha Ribó.

El alcalde, Joan Ribó, y la vicealcaldesa, Sandra Gómez, durante las obras de reasfaltado de la plaza del Ayuntamiento de Valencia.

«Si hubiera un sentir mayoritario de debatir o cambiar el nombre de la plaza, yo el vincularía a través de una votación abierta a la ciudadanía», añade Sandra Gómez. «La plaza del Ayuntamiento es el punto de unión y conexión de toda la ciudad, es su plaza principal, por lo que cualquier cambio de nombre debería realizarse con el máximo consenso y la máxima participación posible.»

«En Torrent, me hubiera gustado hacer una consulta como es debido, abierta a toda la ciudadanía, pero fue imposible», señala la popular María José Catalán, «el Consejo de Ministros es quien concede el permiso correspondiente, que puede alargarse mucho en el tiempo «. «Es una lástima, pienso que las consultas a los vecinos deberían ser habituales» , opina ella. Uno de los pocos casos en que el Gobierno de España ha otorgado el permiso para hacer un referéndum de estas características fue en Cheste (Hoya de Buñol) con motivo de la construcción del circuito del motor. Por su parte, Fernando Giner, de Cs, se declara «abierto a cualquier debate» , pero coincidiendo en que «no es el momento».

En relación a la plaza del Ayuntamiento, Giner deja claro que su prioridad son «los comercios y los hoteleros, que están sufriendo las decisiones de Ribó, quien ha alejado a sus clientes». «Los empresarios, por mantenerse abiertos y generar empleo, necesitamos que los ayudan, que les demos seguridad y que la dirección de sus negocios no cambie en función del gobierno de turno», concluye Giner.

Donde tiene que mudarse Jaume I?

Ninguno de los cuatro no ve necesario un cambio de nombre de la plaza del Ayuntamiento. Tanto el ex alcalde Pérez Casado como todos aquellos que querrían uno con más personalidad deberán seguir esperando. Dicho esto, sí hay coincidencia a la hora de señalar la necesidad de mejorar la ubicación de la calle dedicada a Jaume I . El honor que se le rinde cada Nueve de Octubre, la reverencia generalizada, no se corresponde en el enclave que ocupa el nomenclátor local.

Ribó, sin embargo, sostiene que Jaime I no sería el nombre más adecuado para la plaza principal de la ciudad: «Cuando se elige un personaje histórico para representar una institución, un inmueble, un parque o una plaza como la central de Valencia, tenemos que valorar lo que

María José Catalán es la portavoz municipal del PP en el Ayuntamiento de Valencia y presidenta del partido a nivel local. / Europa Press

simboliza para la población y la lectura que hacemos en la contemporaneidad «, apunta,» en su caso, debemos valorar que, efectivamente, representa un ‘mito’ en la configuración del pueblo valenciano, tal y como lo conocemos hoy en día, pero a la vez deberíamos actualizar porque también representara las raíces diversas de nuestro pueblo, una diversidad que nos enriquece aún en pleno siglo XXI «.

La vicealcaldesa Gómez afirma que, «sin duda, Jaume I merece presidir una de nuestras grandes plazas históricas, y ahora que estamos remodelando la mayoría de ellas es un buen momento para plantearlo». «El Ayuntamiento, como institución, no debe dejar de existir en nuestro listado de calles, pero hay otras denominaciones que sí pueden dejar paso al nombre de Jaime I, como por ejemplo la Plaza de la Reina», dice.

Durante la Segunda República aquella era la plaza de la Región Valenciana , y más adelante se dijo plaza de Zaragoza . La referencia monárquica que ostenta ahora guarda relación con la reina María de las Mercedes de Orleans. «Es una de nuestras plazas históricas, acoge uno de nuestros principales monumentos históricos, el Micalet, y este año comienza su remodelación y conversión en zona peatonal», explica Sandra Gómez. «Dada su incuestionable importancia histórica y arquitectónica, es una magnífica candidata para convertirse en la futura plaza Jaume I», soltó como quien no quiere la cosa.

«Me encanta el nombre de Jaume I y pienso que la calle donde se encuentra ahora no es el más adecuado», coincide en Catalán, «habría que dedicarse le uno más referencial, como por ejemplo el de la Paz, que desemboca en el Parterre, un espacio presidido por su estatua ecuestre». Segunda opción a tener en cuenta: la calle de la Paz.

El portavoz de Cs en el consistorio valenciano, Fernando Giner, durante un pleno del mandato en curso. / Europa Press

«Nosotros también pensamos que Jaume I debe tener un lugar más destacado, visible y emblemático que no el de ahora», corrobora Giner en nombre de Ciudadanos, sin citar, eso sí, ninguno en concreto.

Habrá plaza del Ayuntamiento unos cuantos años más, pues, pero Jaume I debería comenzar a preparar las maletas para hacer la mudanza , porque unos y otros tienen ganas de buscarle una nueva ubicación. En la actual plaza de la Reina? En la actual calle de la Paz? No se sabe todavía, pero no es descartable, en absoluto, que el rey abandone su casa próximamente. No sería el primero en hacerlo.


EL NOMBRE DE LA PLAZA

(artículo de Joan Francesc Mira  publicado el 20 de julio de 1987, Núm. 161 de EL TEMPS, la semana después de que la plaza del País Valencià perdiera su nombre en favor de plaza del Ayuntamiento, que aún conserva)

Muy bien, ya nos han metido el nombre de la plaza, ya los autobuses de la empresa municipal de transportes no llevarán el cartelito «Plaza del País Valenciano», ya no podremos decir a taxistas «porte’m en la plaza del País» . «¿Qué país?» «El país, señor, nuestro, lo que tenemos, que es poco y ahora ya no es nada, ni el nombre de una plaza». Hala, pues, ya se han quedado descansados: de país, ni la plaza. Nada. Punto final. Solucionado. Plaza del Ayuntamiento, que no es nada, que es como dice la gente en la plaza de cualquier pueblo, y basta. Nada que pueda hacer pensar nada, que pueda recordar nada, que pueda evocar un proyecto que existió. Se acabó.

De todo lo hace quince años o diez años, ya era lo único visible que nos quedaba, como una placa de resistencia, como un testimonio de lo que fue posible e hicieron imposible. Veías el cartel, alguna dirección, algún rótulo, y pensabas: aquello existió. Bueno, lo existió, pero hay que hacer como si no hubiera existido nunca. Como si nunca hubiera salido a la calle más de medio millón de personas gritando «País Valenciano», como si nunca hubiera existido un Consejo del País Valenciano, como si nunca hubiera existido un consenso casi unánime ( Las Provincias incluidas) sobre unas pocas cosas elementales, como si una minoría violenta no hubiera impuesto poco a poco, uno detrás del otro, su voluntad, como si …

Pero, en verdad en verdad, nunca se retrocede lo suficiente, cuando se empieza a retroceder. Nunca se pierde bastante terreno cuando el enemigo quiere ocupar el campo entero y sin obstáculos, nunca vamos bastante atrás cuando cedemos a la fuerza. Siempre podremos perder más terreno aún, retroceder más, retroceder, hasta caer en el precipicio del puro nada. Es allí donde nos quieren enviar: a las puras tinieblas exteriores.

Ustedes dirán -los que mandan, hace tiempo que lo dicen- que símbolos y nombre no son nada. Error. Lo son todo, en la conciencia, y para la conciencia, de una colectividad. Si no fueron crucialmente importantes, «ellos» no habrían movido toda una larga guerra para reventar a unos e imponer otros. Ellos no se chupan el dedo. Sabían lo que querían, y cuando eran una pequeña minoría emplearon la violencia para conseguirlo. Y lo han hecho con tanto éxito y acierto que ahora lo pueden conseguir ya sin violencia. Han ganado. Han esperado su momento: hace años que se preparaban.

Y los «nuestros», excepto unos pocos, muy pocos, no saben qué quieren ni qué buscan ni dónde quieren llegar. Quizás sólo administrar, hacer gestión, cosas así, muy respetables. Por eso no han tenido inconveniente en claudicar ante la violencia de los que sí sabían donde iban. «Que no haya conflictos, pacíficas», decían. Vanidad de propósito. Ceda la mitad del terreno, y el enemigo pedirá la mitad de lo que le queda. Y así más y más. Dé la mano, y os comerán el brazo. Cuando «podían» no haber cedido, cedieron la mano y medio brazo. Después, todo lo que quedaba. No quisieron ver que hay una especie de bestia, no digo el nombre, que es implacable, es insaciable, que siempre quiere más, que lo quiere todo, que no sabe de concordias ni de paces civiles. Inocentes, nuestros amigos: la bestia no tendrá nunca suficiente.

Es una historia muy vieja y repetida. Esperamos sólo que cuando nuestros amigos se despiertan y vean que tienen delante, no sea ya demasiado tarde. El nombre de la plaza, cada cosa por separado, no es nada. Y sin embargo, ahora, lo representa todo. •

 

Víctor Maceda
Artículo publicado en El Temps

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