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No hagamos de la Biodiversidad un negocio en liquidación

 Mientras los mensajes catastrofistas generan apatía y, en consecuencia, inactividad, se ha comprobado en la práctica que la gente interviene activamente a favor de la biodiversidad si los mensajes medioambientales que le llegan se basan en el amor a la naturaleza y la contención del desmesurado gasto económico que conlleva el cambio climático.

Asimismo, el apoyo al mantenimiento de la biodiversidad anda en paralelo con el freno al cambio climático. Por tanto, si relacionamos la primera con un conjunto de promesas y valores, atraeremos a un público que se movilizará en apoyo de la primera y obstaculizará al segundo.

Pero, ¿qué tipo de promesas podemos ofrecer a la gente para que se active? Aquellas relacionadas con el amor al planeta y las acciones que, consecuentemente, lo protejan. Así pues, los eslóganes que se elaboren deberían ir por esa vía.

¿Y de valores? Los que emanen de hechos extraordinarios, ya que despiertan nuestras emociones y generan respuestas exitosas. Si conseguimos vincular esas emociones a la biodiversidad mediante mensajes eficaces, habremos conseguido nuestro objetivo. Buen ejemplo de ello fueron los extraordinarios programas televisivos que tenían como protagonista a Félix Rodríguez de Lafuente. Consiguió que todos los españoles se enamorasen de los parajes naturales y los seres vivos de su país, porque supo extraer de nosotros de forma sublime el asombro y admiración que él mismo sentía y que estaban ciertamente relacionados con la biodiversidad.

Con todo, ambos objetivos serían inalcanzables sin las herramientas adecuadas, que son la personalización, la humanización y la divulgación de la biodiversidad.

Entre bastantes ejemplos de «personalización», uno consistiría en asociar las especies salvajes con los animales domésticos. A la gente le costaría poco «empatizar» con la biodiversidad si se plantease de ese modo, pues la sentiría más próxima al vincularla con los animales que conviven con ella. Mediante mensajes de orgullo o placer relacionados con las mascotas, se activarían las mismas emociones frente a animales y plantas desconocidos. Un segundo ejemplo se basaría en el rechazo de la «turistización» del propio entorno como forma de protección de la naturaleza en general. Un tercer ejemplo consistiría en promover la reflexión acerca de por qué amamos nuestro ambiente natural. Finalmente, «vender» las actividades propias de la naturaleza como muy cercanas al estilo de vida de la gente o hacer hincapié en los beneficios derivados de la protección de la naturaleza, como pueden ser los huertos urbanos, serían ejemplos cercanos al éxito.

Una forma de «humanización» podría ser la «antropomorfización» de la biodiversidad a través de especies que puedan interesar al público. De ese modo, potenciaríamos la sensación de bienestar. Primero, con la especie elegida; a continuación, interactuando con la naturaleza; finalmente, proyectando el resultado en la biodiversidad. En este ámbito, hay varias vías a seguir. Una de ellas, son los programas televisivos en los que las especies animales o vegetales tienen un papel estelar. Otra, la influencia que en el público tienen las palabras o actitudes de las  personas respetadas por la comunidad. Si protegen a determinadas especies, es seguro que nosotros las imitaremos. Una tercera, relatar historias que refuercen el mensaje amoroso hacia los seres vivos. Finalmente, presentar resultados positivos conseguidos en periodos de tiempo breves, para que la gente no pierda el entusiasmo.

También la «divulgación» presenta varias opciones. Una de ellas  se basa en la promoción positiva de lo que tenemos, no en la queja por lo que hemos perdido. Otra, visibilizar y valorar positivamente acciones en pro de la conservación. En ese sentido, un mensaje divulgativo clave es convencer a la gente de que uno se lo puede pasar muy bien conservando la naturaleza y actuando para conseguirlo, y la publicidad más efectiva seleccionará un tipo de mensajes que lleguen a los receptores y den visibilidad, tanto a sus actores como a sus éxitos. Y aquí volvemos a los personajes famosos, que se convierten en auténticos «ganchos» si protegen la biodiversidad de forma cotidiana.

En conclusión, agradecer a esos personajes su actitud, enumerar los éxitos conseguidos en el campo de la biodiversidad, obviar lo que se ha perdido y valorar las acciones llevadas a cabo en pro de esta aumenta el bienestar personal de quienes eligen proteger la biodiversidad y, poco a poco, sus acciones pasan a formar parte de la vida cotidiana.

Ciertamente, los activistas tradicionales no están de acuerdo en tratar la biodiversidad como si de una marca publicitaria se tratase, porque consideran que es exponerla a la superficialidad. En realidad, prefieren «autoflagelarse» con mensajes catastrofistas y colapsistas. Sin embargo, si nos paramos a pensarlo, es mucho peor seguir perdiendo biodiversidad, pues se trata de un proceso irreversible que no nos podemos permitir y que terminará en tragedia si no lo frenamos. Por consiguiente, tendremos que abandonar las actitudes puristas e intransigentes y optar por temas medioambientales y sostenibles que nos permitan acceder al público. La gravedad de la situación actual es tal que nos compele a ello. Ahora mismo, ya no se trata de hacer lo «correcto» o de criticar métodos poco ortodoxos por «razones equivocadas». Lo que cuenta es el resultado, no el debate acerca de las motivaciones que nos guían.

Pepa Úbeda

 

  1. Marzha Navarro Says:

    Finalmente un articulo informativo, académico y que no degrada el ser humano. Felicitaciones. La Ética y la humanización deben estar presentes en todos los discursos

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