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Adios Julio. Hasta siempre camarada y maestro

Adiós, Julio. El tiempo te otorgó la razón. El tiempo consiguió que te tuviesen respeto. El tiempo, y tus principios. Esos principios inamovibles de honradez, de sencillez, de ser humano. ¿Hay algo más grande que ser reconocido como ser humano?

La vida es injusta, Julio. Casi siempre se van antes los buenos. Tú conseguiste esa inusual pirueta de que el enemigo te tuviese respeto. Eso es algo muy grande que han logrado  muy pocos. Se me vienen a la memoria Tierno Galván, por ejemplo, o Antonio Fraguas, Forges, sin ir más lejos.

Te has ido. Nos abandona esa sabiduría, no sólo de la experiencia, sino la que da la intelectualidad, el conocimiento, la avidez por saber, por comprender, la capacidad analítica, y la talla humana. La pedagogía, la humildad y esa forma sosegada de defender las ideas. Jamás te escuché un insulto, nunca vi que te dirigieras con odio, o con encono hacia nadie.

Fuiste un grande, Julio. Y aunque te hayas ido, serás eterno. Permanecerás en nuestras vidas, y, probablemente en las venideras, porque, por desgracia, tengo la amarga percepción de que la sociedad es poco permeable a las ideas en las que se basó siempre tu concepto de sociedad y tu percepción de la justicia en el mundo.

Tus frases, tus entrevistas, tus reflexiones, tus ideas, no morirán, continuarán vivas.

Aunque te hayas ido, Julio, permanecerás en nuestras vidas.

Adiós, Julio. Hasta siempre camarada y maestro.

Víctor Chamizo
Artículo publicado en RompamoslosGrilletes

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