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Al fin


Llevaba yo muchos años dándole vueltas al asunto ese de lo que es España. Porque en la asignatura aquella que se llamaba formación del espíritu nacional, en lo más duro de la dictadura, tuve que aprender la definición de José Antonio, el fundador de la falange, que rezaba lo de “España es una unidad de destino en lo universal”, lo que yo no conseguí entender. Me parecía que una cosa tan abstrusa lo era porque correspondía a un pensamiento tan profundo que estaba lejos del alcance de mis cortas entendederas. Pero cuando llegué al uso de razón, que me costó lo mío, caí en la cuenta de que solo era una tontería como la copa de un pino.

También por aquellos duros años me soltaban a troche y moche lo de España una, grande y libre. Claro que las lenguas rojizas de doble filo me enseñaron que era una porque si hubiera otra, ya nos habríamos mudado todos a la otra. Y era grande porque en ella cabían todos los ladrones y sinvergüenzas habidos y por haber. Y era libre porque cada uno podía poner en la quiniela 1, X o 2 sin mayor impedimento.

Luego, ya en mi juventud, me tropecé con la generación del 98 y todos sus descendientes, que a unos les dolía España mientras otros la desvertebraban, con lo que yo seguía sin caerme de la higuera.

Claro que luego nos vino la democracia, que como decía la canción del Luis Mariano (creo), “nadie sabe como ha sido”, aunque yo pienso que los que montaros el 23F y luego lo desmontaron sí que sabían a qué estaban jugando y durante cuarenta años vivimos en un país idílico en el que no había extrema derecha aunque el dictador seguía en su tumba como si nada. Pero hete aquí que de pronto se nos apareció Vox, surgido de la podredumbre de la corrupción pepera, y, entonces sí, entonces vine a caer en la cuenta de lo que es España. España es esa señorita (o señora) que va
pegadita al lado del voxero que se exhibe antes las televisiones y ella lo lleva escrito en un papel que amorosa y delicadamente sostiene contra su pecho: Ya tranquilo y enterado de la esencia misma de España, (una hembra calladita, modosa, delicada, inmóvil, obediente, que sigue cada paso de sus superiores a los que contempla con arrobo), esta noche he dormido como un bendito por haberlo entendido al fin.

Juan García Caselles

P.S.: Ahora, para disimular le han puesto a la muchacha un “por” arriba del España,
pero a mí ya no me engañan, que yo ya sé lo que es España. (Y cae en verso).

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