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Cotilleos

No parece que haya diferencias importantes entre los programas de Sumar y Podemos. En la batalla comunicativa, la sobreactuación acerca a todos a la parodia

Todos los días recibo un gran volumen de información sobre cosas que me importan un pimiento. En algunos casos puede ser útil, en otros, no tanto.

Hace un par de meses, el debate sobre la ruptura de Shakira y Piqué inundó nuestras vidas. La cantante colaboró con Bizarrap en un tema en el que se metía explícitamente con el futbolista y su nueva pareja y fue un tremendo hit.

Tengo indicios para pensar que, aunque esto resulte contraintuitivo en la era de las redes sociales, el relato que llega al gran público sobre la vida personal de los famosos tiene más bien poco que ver con la vida personal de los famosos. Así que es muy probable que nuestras ardientes conversaciones y fuertes opiniones sobre Shakira y Piqué estuvieran basadas en una versión bastante inexacta de la vida de Shakira y Piqué, pero eso es lo de menos, porque en realidad lo que hicimos al hablar de Shakira fue hablar de nosotras mismas, de nuestras vidas y relaciones, y eso está bien.

Con lo de Ana Obregón y su bebé nacida por vientre de alquiler en Miami ocurrió algo distinto. La reacción general en mi entorno estuvo dominada por la estupefacción. Aprendimos sobre la marcha y sin bajar las cejas cosas como que en los hospitales de Estados Unidos te llevan en silla de ruedas por obligación si vas con un recién nacido porque les puedes demandar si te caes, que en España desde 2015 está prohibido adoptar a un niño al que le saques más de 45 años, que el semen de una persona fallecida puede conservarse largo tiempo y que una gestación por encargo en Estados Unidos puede costar 170.000 euros, de los que la gestante se lleva 35.000. Fue curioso porque mucha gente había empatizado con Obregón cuando habló del duelo por la muerte de su hijo en el programa de Nochevieja de TVE, pero esta nueva noticia –lucrativa exclusiva para la revista Hola– alejaba la continuación de la historia hasta otra galaxia.

Los famosos viven del cariño del público, pero este cada vez resulta más enfermizo y disfuncional. Es raro que tu cantante favorito pretenda que compartas su emoción por haber comprado un jet privado. Me impactó mucho el momento en que Jeff Bezos agradeció a todos los empleados y consumidores de Amazon por su carísimo viaje de diez minutos al espacio. Me sorprendió que algunos de los youtubers que se mudaron a Andorra se sintieran indignados por las opiniones en contra, como si no lograran entenderlas o no las hubieran podido prever.

De un tiempo a esta parte, el conflicto abierto entre Sumar y Podemos ocupa la atención de redes y medios y el mismo espacio de mi cabeza que antes ocuparon Shakira y Obregón.

Diversos opinadores dan a entender que todavía existe la posibilidad de un acuerdo entre las dos fuerzas políticas de izquierdas. Sobre lo que está ocurriendo entre bastidores, de nuevo, no tengo ni idea, más allá de lo que cuentan los periodistas. Pero los mensajes emitidos desde ambas partes, en general, parecen más orientados a la diferenciación que al diálogo. Y hemos aprendido que si tiene pico de pato, patas de pato, y hace cua, no se puede despreciar la posibilidad de que sea un pato. Da igual que nada en el mundo te apetezca menos que ver un pato.

Creo que entiendo los motivos del conflicto y puedo desarrollar opiniones sobre quién tiene razón, pero estas pueden ser tan absurdas y alejadas de la realidad como las que tenga sobre Shakira. Y mucho menos útiles. Y más aburridas. Supongo que a mucha gente que no sea militante o no esté personalmente metida en el ajo le pasará lo mismo. Pero aquí estamos, consumiendo todo ese contenido.

No parece que haya diferencias significativas entre el programa de uno y otro grupo (¿la política exterior?), pues ese no ha sido el motivo de la separación. Por lo tanto, en unas hipotéticas elecciones generales a las que concurran separados, la dinámica sería similar a la que hubo con Más Madrid y Podemos en las últimas elecciones a la Asamblea de Madrid: el voto por uno u otro dependería básicamente de qué personas le caigan mejor y qué estilo comunicativo le resulte más sexy a cada cual. La batalla ya se está dando en esos términos.

Sobre estas cuestiones leo y escucho comentarios constantemente. Personalmente, también me sirve de poco. No veo diferencias, digamos, entre hacer la revolución socialista con inspectores de trabajo y cuidar lo común con inspectores de trabajo. La sobreactuación acerca a todos a la parodia. Y no soy capaz de juzgar la capacidad de arrastre de uno y otro enfoque. En cuanto a la actitud más dialogante o más agresiva, no creo que sea algo que pueda plantearse de antemano y de forma abstracta. Si es así, es que pasa algo raro. En el Gobierno, tanto Díaz como Montero han sacado adelante medidas progresistas reivindicables. El primer Podemos llevaba el viento de cola del 15M. Ahora no sé lo que hay.

Como el sistema de circunscripción provincial que se utiliza en las elecciones generales premia la unidad a la hora de obtener diputados, es muy probable que la separación resulte perjudicial para estas fuerzas a la izquierda del PSOE, e incluso puede contribuir, en mayor o menor medida, a una victoria de las derechas.

Si eso ocurre (no tiene por qué, en ningún caso) y yo sigo trabajando en CTXT para entonces (es lo más probable), recibiremos múltiples análisis sobre la relevancia de la desunión en la derrota, sobre qué ha salido mal, de quién es la culpa, qué factores ignoraron los demás, qué errores de comunicación cometieron, su gran desconocimiento del target / pueblo de este país, etcétera, y tendré que leerlos todos. Entonces me enfrentaré a dos riesgos graves: por un lado, la posibilidad de que el progresivo derretimiento de mi cerebro se acelere y concluya; por otro, un traumatismo craneoencefálico causado por los repetidos cabezazos contra la pared.

Elena de Sus
Publicado en Ctxt

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