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Defender la alegría… y los derechos

Este fin de semana asistí a una reunión de una entidad de la que formo parte y surgió el tema, cómo no, siendo el día de la constitución de los ayuntamientos, de cual habrá de ser nuestra postura ante las vulneraciones de derechos que nos vamos a encontrar en algunos territorios, en los que los pactos con la ultra derecha ha posibilitado la creación de los gobiernos municipales y autonómicos.

Y, aunque esto viene de antes de las elecciones, me vino a la cabeza algo que está ocurriendo en Navarra con las personas responsables del Proyecto Skolae, un programa de igualdad desarrollado en 116 centros, teniendo que enfrentarse a los tribunales por hacer su trabajo. Este programa, que trabaja la coeducación, la diversidad sexual, los roles de género y las violencias y desigualdades que se generan a través del patriarcado, no ha gustado a cierto sector de la oposición del gobierno navarro, ni a las familias de la CONCAPA (Confederación católica de asociaciones de padres de alumnos, aunque parece que no de madres ni de alumnas), que han interpuesto la denuncia por fomentar un “pensamiento único”…

También me acordé de las personas que trabajan en Andalucía el tema de la violencia de género (ahora llamada allí violencia intrafamiliar) y de que uno de los partidos que forman el gobierno andaluz pidió el listado de las mismas, no se sabe con qué intención… Y un suma y sigue de necedades como que entre los y las escolares andaluces se promueven las relaciones homosexuales, o que en los colegios de Madrid se enseña zoofilia… En fin, una serie de disparates para desprestigiar la escuela pública y poder ir barrenando el sistema, lo que resulta muy preocupante.

Pero no solo será el sistema educativo el que quede a merced de estos personajes, también sufrirá la sanidad, los servicios sociales y cualquier otra actividad que esté dirigida a la mejora de la calidad de vida de la ciudadanía y la igualdad de oportunidades.

Y sabiendo que esto va a pasar sistemáticamente, las personas que pertenecemos a movimientos sociales y que tenemos una visión clara del bien común, debemos denunciar cada caso de vulneración de los derechos, cada caso de recorte en las prestaciones, cada situación de desprotección, y salir a la calle a defenderlo, porque no hacerlo nos convertirá en cómplices de esta gente que ahora tiene la oportunidad de ejercer el poder con unos criterios muy alejados de las necesidades reales de la ciudadanía.

Así que como dice Mario Benedetti en su poema, defenderemos la alegría (y los derechos) como una trinchera, defenderla del escándalo y la rutina, de la miseria y de los miserables, de las ausencias transitorias y las definitivas, defender la alegría (y los derechos) como un principio, defenderla del pasmo y las pesadillas, de las dulces infamias y los graves diagnósticos.

María José Navarro
Artículo publicado en El Periódic

 

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