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El horror de las violaciones

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A lo largo de la Historia de la Humanidad las mujeres siempre han estado sometidas a los deseos y voluntades masculinas. Así encontramos que en la prehistoria ya se realizaban raptos de mujeres para la procreación, como fórmula de supervivencia de la tribu, o en la Antigua Grecia y Roma con multitud de leyendas sobre mujeres raptadas y violadas, evidenciando que el yugo patriarcal ha estado siempre sobre nosotras. Durante la Edad Media el derecho de pernada, ofrecía a señor feudal la posibilidad de violar de manera legal a cualquier doncella que se casara con alguno de sus siervos. Y así, siglos y siglos de historia en clave patriarcal y machista.

Sin embargo, ver noticias como la de hace unos días, de la violación de una adolescente en Brasil por nada menos que por treinta salvajes, y cuya imagen fue posteriormente difundida por las redes sociales, dice mucho de la sociedad en la que vivimos, en la que lamentablemente, en muchos casos, todavía somos vistas (y tratadas) como meros objetos sexuales.

Sin entrar a reflexionar sobre lo que ha ocurrido (políticamente hablando) en Brasil, que eso también se podría calificar de violación, aunque que lo reservo para otro artículo, y centrando la atención exclusivamente en nuestro país, las cifras causan escalofrío.

En 2015 se denunciaron 1227 violaciones, lo quiere decir que cada 7 horas se denuncia una violación en España. Aunque, evidentemente, es complicado saber la cifra de las que nunca se llegan a denunciar por miedo o vergüenza.

Y es que debe resultar muy complicado, a la vez que denigrante, explicar ante el magistrado de turno (y alguna magistrada, que también la hay) si realmente hice bastante fuerza para cerrar las piernas, si mi escote no era excesivamente provocador, o si, como le ha pasado a la menor brasileña violada por treinta energúmenos, si para mi es habitual tener sexo en grupo, como si algo de todo eso fuera un eximente para las conductas delictivas, y lo que es peor, como si por ello, yo (nosotras), hubiéramos pedido a gritos esa violación.

Resulta un sinsentido que en pleno siglo XXI aún tengamos que ser las mujeres las que hayamos de tomar clases de autoprotección, tener cuidado de salir solas por la calle a ciertas horas, y más cuidado todavía con nuestro vestuario, no vaya a ser que enseñemos más pierna de la que sería recomendable y estemos incitando a los machos de nuestro alrededor a que se propasen con nosotras… ¡¡Aberrante!!

María José Navarro.
Artículo publicado en Elperiodic.com

 

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