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Rosa Montero – «La ridícula idea de no volver a verte»

La ridícula idea de no volver a verte

Autora : Rosa Montero

Editorial: Seix Barral. Biblioteca breve

Año: 2013

Rosa Montero es una escritora y periodista nacida en Madrid en 1951, su vida como periodista ha estado muy ligada al periódico El País donde ha dejado una honda huella y donde aún se puede encontrar alguna columna suya en la prensa .

Rosa Montero deja un legado de reflexión existencialista en esta obra. Es la angustia de la autora sobre la vida y la muerte. Se encuentra también en ella una reflexión sobre el feminismo, sobre la igualdad de hombres y mujeres, sobre el existencialismo y la ciencia y, al fondo, después de todo, sobre la muerte. En este caso de un ser querido, de su pareja, con la que ha compartido 21 años.  Pablo, con quien a lo largo del relato vive en sus páginas, alcanza a ser no solo un recuerdo, sino un protagonista. Es un relato íntimo como un exorcismo, un relato de la convivencia entre ambos, de sus recuerdos y sus coincidencias. La propia autora deja caer que la causa última de su texto, la coartada final, es el móvil que le empujó a dejar constancia por escrito de sus huellas y de su dolor contenido.

Para dar rienda suelta a todo ese mundo interior de reflexiones, a ese dolor, la autora utiliza como hilo conductor la apasionante vida de Marie Curie.

Marie Curie dejó un legado para la Ciencia impresionante. Dos veces Premio Nobel, atesora en su vida la capacidad de sobreponerse al entorno y disponer de la fuerzas necesarias para superar todas y cada una de las barreras que encontró en su existencia.

En una Polonia bajo dominio ruso, con la prohibición de aprender el polaco, en un contexto económico y políticamente muy limitado, logró salir adelante, estudiar y sostenerse ganándose la vida como institutriz. En ese entorno adverso conoció su primer amor que resultó una relación frustrada por la oposición de la familia de su pareja. Casimir era un brillante joven que llegó a alcanzar un respetable éxito en el mundo de las Matemáticas, pero que fue incapaz de hacer frente a la prohibición de la familia a sus pretensiones de seguir en su relación con Marie Sklodowska. Manya, como entonces se llamaba en términos familiares, aspiraba a unos horizontes compartidos que es ese momento le fueron vedados. Marcada por la muerte de su madre y de su hermana mayor pasaba por ciertos momentos de tristeza y debilidad, sentimientos a los que tuvo que sobreponerse para salir adelante.

Las pretensiones de Marie de progreso y estudio lograron alcanzar cierto éxito con la ayuda de su hermana Bronya, que alentada por ella, logró instalarse en Francia y de cuya ayuda se sirvió para seguir adelante.

En ese periodo en Polonia la emigración era tan frecuente que se convertía en una salida, sino la única, para la juventud polaca. Salir del país y evadirse del dominio ruso que ocupaba todos los rincones de su patria, era un objetivo muy demandado. Emigrar estaba considerado una posibilidad real de prosperar y hacer frente a sus limitaciones y adversidades y, por tanto, dar rienda suelta a sus vidas. La llegada a Paris abrió otros horizontes en la joven polaca, pudo acceder a la Universidad y comenzar una nueva vida llena de oportunidades. A finales del siglo XIX esta opción estaba vedada a las mujeres, no solo en su Polonia natal, sino en casi todos los países europeos.

Al conocer a Pierre Curie, nueve años mayor que ella, Marie alimentó su vida de nuevas experiencias y dotó a ésta de los cambios necesarios para alcanzar sus objetivos y ambiciones. De esa convivencia nacieron dos niñas. Sus padres, entretanto, compartieron sus destino en un miserable laboratorio, prácticamente un cobertizo, donde Marie pudo moler Pechblenda, el mineral que estaba dotado de las propiedades radiactivas que buscaba.

Los trabajos anteriores de Roetgen y Becquerel ya apuntaban a unas nuevas propiedades presentes en ciertos minerales. Su proporción era muy escasa, pero con poca cantidad de sustrato podían detectarse en ellos la emisión de ciertas radiaciones de naturaleza desconocida. Hasta entonces los átomos se seguía pensando que eran una partículas muy pequeñas e indivisibles y que su aspecto era semejante a una bola billar maciza. Fue en ese momento histórico que el principio de indivisibilidad del átomo comenzó a flaquear al descubrir que su estructura estaba formada por otras partículas de menor tamaño y que éstas podían tener facultades no conocidas como era que podían dispersarse al entorno mediante radiaciones. Dicha propiedad era mas fácil de observar en aquellos componentes acuñados después como productos radiactivos. Todas estas propiedades se manifestaban a través de un negativo o de una placa fotográfica. Este hallazgo permitió descubrir nuevos elementos químicos a situar en la tabla periódica.

El amor compartido entre Pierre y Marie Curie, y su matrimonio a finales del XIX, acabaron por colmar sus respectivas aspiraciones. Sus experiencias sobre las propiedades de los productos radiactivos centraron su trabajo de investigación, esfuerzo que culminó con el descubrimiento por Marie Curie de dos nuevos elementos, el radio y el polonio. Los trabajos sobre el radio, mucho mas peligroso que el polonio, dió al traste con la vida de Pierre, que enfermó gravemente. Un accidente por atropello acabó de liquidar su vida en común. Marie quedó viuda y sin consuelo con dos niñas. Marie a pesar de todos los contratiempos, tenaz como era, crió a sus hijas y consumó sus trabajos logrando alcanzar la gloria de ser nominada Premio Nobel dos veces, en Física y Química. Su vida se extinguió después fruto del efecto de las radiaciones en su cuerpo. Su hija Irene, la mayor de las dos que tuvo, logró los estudios necesarios para ingresar a trabajar como sustituta de Pierre en el mismo laboratorio. Alcanzó también el Premio Nobel de Química de 1935.

El análisis de situación de todas y cada una de las vivencias de Maríe Curie son reflexionadas por al escritora. Su capacidad de trabajo, su tenacidad, su  rebeldía, su sentido de la igualdad de hombres y mujeres que compartió con Pierre. Todo ello son en cierto modo, descritos de manera reflexiva por Rosa Montero a través de su propia vida, en un ejercicio en paralelo a la vida descrita sobre Marie. Su convivencia con Pablo durante 21 años. Sus ambiciones compartidas, sus vivencias juntos, su deseos de felicidad, todo alcanza a ser para el lector una narración con un fuerte sabor a legado propio. Rosa Montero describe ideales, gestos, fotografías, sentimientos, sentido de la existencia y reflexiones sobre la vida y sobre la muerte en paralelo con cada uno de los episodios que se desprenden de la vida de Marie Curie.

Es un relato intimista y comprometido tanto de su propia personalidad como con cada uno de los pasajes que se van sucediendo en paralelo entre ambas biografías. Es la ineludible necesidad de compartir, de verificar que se está vivo y que la parca espera dejando cada día menos espacio entre ella y nuestros hombros. Solo ese sentimiento existencialista marca desde la infancia nuestras vidas y a la que no estamos acostumbrados. Y que vivir es la única huella que nos queda, y que compartir es todo cuanto damos y recibimos, dejando al final en ese balance, una marca ineludible.

Juan Marsé  dice que le hubiera gustado volver a la infancia y que ésta es su patria en la lejanía. Carlos Barral movido por idéntico sentimiento dejó pendientes sin concluir unas memorias de su infancia antes de irse.

Este relato tiende a ser una reflexión compartida. Todo ello son las líneas sobre los que descansan los renglones escritos de nuestras vidas. Es la caligrafía de nuestros sueños, hechos o no realidad que diría Marsé, sobre los que descansan nuestro odios y nuestros amores también. De mayores tenemos por costumbre volver los ojos sobre nosotros mismos para hacer balance, y resaltar aquello que nos marcó nuestras vidas, lo que constituyó la base de nuestros juegos y sobre nuestras ambiciones y esperanzas. Todo ello alumbra una constante en muchos de nosotros como el radio en un frasco. La autora cita que en medio del dolor de la muerte, la literatura con su belleza nos une y nos vivifica. Son sus destellos lo que une las conciencias. La autora desgrana muchos detalles sobre la evolución social e intima de la mujer, sobre su biografía y sobre la de otras protagonistas de su propia historia, porque no deja de pensar que constituyen la mitad de la población.

Pedro Liébana Collado

 

 

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