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Siete minutos que llegan tarde

Sobran los discursos dirigidos a una población a la que imagina tan pueril como para intentar esconderle la realidad

Duraron más las caceroladas que el discurso del rey. Era fácil, sólo duró siete minutos, sólo necesitó siete minutos para darnos ánimo durante nuestro confinamiento, y para reclamarnos unidad. Poco más, siete minutos, que llegaron tarde, cuando los españoles llevamos ya días de confinamiento dando muestras por nosotros mismo, de solidaridad, de unidad y de responsabilidad.

A estas alturas del confinamiento ya sabemos de qué va esto. Y no solo porque estemos encerrados en nuestras casa sino porque muchos ya no tienen trabajo, y lo que tienen son muchas dudas de si lo van a volver a tener. Muchos comerciantes, pequeños, de los que sobrevivían a duras penas, están aprovechando su encierro para hacer números porque quizás no vuelvan a subir la persiana. Nosotros mismos, los medios de comunicación, ese bien de primera necesidad, que por eso los quioscos permanecen abiertos, y las radios y las teles trabajando y siendo consumidas más que nunca, vivimos momentos de angustia porque ya no hay apenas ingresos publicitarios.

Los españoles empezamos a ser conscientes de lo que es esto, y tendremos que empezar a ser conscientes de que esto va para largo y que cuanto antes nos lo digan mejor, para dosificar el ánimo y nuestras actividades en los balcones y las ventanas. Decía ayer el monarca que de esta saldremos más fuertes, ya estamos más fuertes, nos damos fuerza a gritos de balcón a balcón, con las interminables videollamadas, con los memes que nos hacen morir de la risa, aunque solo sea un ratito.

Otra cosa no, pero este país tiene una larga trayectoria de resistencia.

Àngels Barceló
Cadena Ser

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